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Emilio J. González

Endesa, Abertis y Bruselas

Ante el cariz que están tomando los acontecimientos, el Gobierno, inspirado por Clos, ha optado por encontrar una salida razonable: pactar con la Comisión Europea la eliminación de la mayoría de las condiciones impuestas a E.On por la CNE.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, está empezando a descubrir que, por mucho que él pensase lo contrario, con Europa no se juega. Zapatero quiso entregar Endesa en bandeja a Gas Natural, aún a costa de violentar la normativa comunitaria respecto a la OPA que la alemana E.On lanzó sobre la eléctrica española, y ahora se encuentra con que, en verdad, la Unión Europea es mucha Unión Europea, sobre todo cuando los intereses alemanes están en juego.
 
El Ejecutivo, a través de la Comisión Nacional de la Energía, impuso unas condiciones a la OPA de E.On que la eléctrica alemana ha calificado de abusivas y confiscatorias en el escrito de alegaciones que acaba de remitir al Ministerio de Industria, en respuesta a las exigencias establecidas por la CNE. Dichas exigencias trataban de disuadir a E.On de seguir adelante con la operación o, en su defecto, de permitir en cualquier caso que Gas Natural pudiera hacerse con un trozo de la tarta de Endesa para que la gasista pudiera construir esa empresa eléctrica catalana a cuya creación se comprometieron los socialistas en el pacto de Tinell. Pero la resolución de la CNE violaba de forma flagrante algunos de los principios básicos consagrados en el Tratado de Roma, entre ellos el de libertad de circulación de capitales y el de libertad de establecimiento, que exige, entre otras cosas, igualdad de trato entre las empresas extranjeras instaladas en un país y las nacionales. Son los principios que, en todo este asunto, ha esgrimido la Comisión Europea, con el respaldo del Gobierno alemán, que defiende a sus empresas y sabe cómo hacerlo, y son los principios que están a punto de triunfar, le pese a Zapatero lo que le pese.
 
El Ejecutivo sabe que tiene todas las de perder frente a Bruselas y frente a la presión que está ejerciendo el Gobierno alemán, directamente a través de la propia canciller Angela Merkel, con lo que no le ha quedado más remedio que cambiar de actitud. Un cambio que ha venido de la mano del nuevo ministro de Industria. Joan Clos, con una visión más amplia e inteligente que la de su antecesor en el cargo, el también socialista catalán José Montilla, ha entendido rápidamente que el Gobierno tenía todas las perder y que, por tanto, había que tratar de salvar como fuera al menos parte de los muebles. Clos también ha entendido que las repercusiones del caso E.On traspasan las fronteras del sector energético para afectar a otros sectores en los que también están involucrados empresas catalanas. Es decir, el Gobierno no podía poner trabas a la eléctrica alemana y, a su vez, exigir a las autoridades europeas que actuasen contra el Gobierno italiano en su oposición a la fusión entre Autoestrade y Abertis, la concesionaria controlada por La Caixa, porque no se puede aplicar un doble rasero en función de las conveniencias o los intereses del momento. Aquí las reglas son las mismas para todos y si uno pone trabas a una operación, luego no puede quejarse de que otros le hagan lo mismo.
 
En consecuencia, y ante el cariz que están tomando los acontecimientos, el Gobierno, inspirado por Clos, ha optado por encontrar una salida razonable: pactar con la Comisión Europea la eliminación de la mayoría de las condiciones impuestas a E.On por la CNE a cambio de que Bruselas obligue al Ejecutivo italiano a dar luz verde a la fusión entre Autoestrade y Abertis. De esta forma, el equipo de Zapatero trataría de salvar, cuando menos, la cara ante la opinión pública y evitar males mayores para otras empresas españolas inmersas en operaciones corporativas, en este caso una sociedad catalana.
 
Con esta solución, que el Gobierno está negociando en estos momentos con la Comisión Europea, parecería que todo está arreglado, pero no es así. Hay muchos ojos con la vista puesta en España, en la forma en que finalice todo este asunto, lo que determinará estrategias futuras de otras empresas energéticas extranjeras con relación al mercado español. Ese es el problema. A finales del pasado mes de agosto, un informe del Deutsche Bank sobre el sector eléctrico español señaló a Iberdrola y Unión Fenosa como posibles candidatas a una toma de control por parte de una compañía extranjera, si el resultado de todo el lío en que se ha metido el Gobierno a cuenta de las OPAs sobre Endesa es que el Ejecutivo no puede frenar a E.On. Esto equivale a decir que las puertas están abiertas para la toma de control de eléctricas españolas por parte de compañías extranjeras. Lo que ha hecho el banco alemán con su informe ha sido, sobre este escenario, colocar a las eléctricas españolas en el punto de mira de quien, a nivel internacional, quiera protagonizar otra operación corporativa en el sector eléctrico patrio. Así es que Zapatero, al final, lo que ha conseguido es provocar un efecto llamada sobre Iberdrola y Unión Fenosa con la irresponsabilidad con que se ha promovido desde el Ejecutivo, y se ha tratado, el asunto de Endesa.

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