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Emilio J. González

¿Exceso de celo?

Que en este caso se haya producido un error, pudiera ser, pero con estos antecendentes es inevitable pensar en un exceso de celo del regulador que tiene más importancia de lo que parece porque da la impresión de que con Endesa sucede algo anormal

Todo lo que está ocurriendo en torno a la OPA de Gas Natural sobre Endesa está resultando, cuando menos, anormal y por si no hubiera bastante con lo sucedido hasta ahora, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) acaba de escribir otro desafortunado capítulo de esta historia surrealista. Resulta que la CNMV ha mantenido la cotización de la eléctrica suspendida durante cuatro horas tras recibir la información acerca de los resultados de la compañía y de su intención de abonar el próximo 2 de enero un dividendo a cuenta de 0,8 euros por acción con cargo a los resultados de los tres primeros meses del presente ejercicio, más un segundo de 1,2 euros, procedente de las plusvalías obtenidas por la venta de la participación en Auna, que se abonará cuando se ingrese el dinero procedente de la operación. En la información remitida por la eléctrica figuraba toda la información relativa a los dividendos pero, aún así, la CNMV decidió, desde el primer momento, suspender la cotización, algo que tiene mucha más importancia de lo que parece.
 
La ley de OPAs no permite a Endesa, objeto de un intento de adquisición por parte de Gas Natural, pagar dividendos extraordinarios con el fin de hacer subir la cotización y buscar, de esta manera, el fracaso de la operación. La prevención es lógica puesto que las empresas que en otros países han seguido esta táctica para defenderse de un intento de toma de control hostil luego han pagado las consecuencias porque se han visto descapitalizadas. Pero la legislación sí que permite el abono de los dividendos ordinarios, que es lo que pretende llevar a cabo la eléctrica. Esta cuestión, sin embargo, preocupa sobremanera a la CNMV, que ya se ha referido a ella con anterioridad y en torno a esta misma OPA, pero la Comisión se ha sobrepasado en su papel de regulador del mercado de valores, por dos motivos.
 
En primer término, la suspensión de la cotización de Endesa, y durante tanto tiempo, es una medida desproporcionada para el caso. Toda la información estaba en la documentación remitida por la eléctrica y, por tanto, en principio, no había lugar a que la CNMV suspendiese la cotización. Y por muchas dudas que albergase, lo que desde luego no parece justificado en absoluto es que Endesa no pudiese cotizar hasta el filo del mediodía cuando poco después de que se iniciara la sesión en la Bolsa española la empresa ya había remitido más información a la Comisión.
 
Además, la CNMV debería haber tenido en cuenta dos cuestiones fundamentales. La primera de ellas es que, mucho antes de la OPA de Gas Natural, Endesa es una de las dos o tres compañías cotizadas en la Bolsa española que destinan un porcentaje más elevado de sus beneficios a retribuir a los accionistas en forma de dividendos. Esto no es nuevo, sino que la eléctrica viene practicando esta política desde hace tiempo y, por ello, no debería haberle sorprendido a nadie la cuantía de los dividendos que acaba de anunciar. La segunda es que bastante antes de que la gasista catalana tratara de hacerse con el control de Endesa, ésta última ya había hecho públicas sus intenciones en torno al pago de dividendos este año, incluidos los procedentes de la venta de su participación en Auna y de la desinversión en otros activos que está llevando a cabo. En consecuencia, todo se enmarca en la estrategia de Endesa para este ejercicio, le guste o no a Gas Natural, a la CNMV o a quien sea.
 
Si todo fuera cuestión de un error administrativo, la cosa no tendría más importancia. Todo el mundo puede equivocarse, incluida la propia CNMV. El problema es que, en este caso, vuelve a llover sobre mojado después de la sentencia de la Audiencia Nacional contra la Comisión por la carta que dirigió el regulador a Endesa tratando de impedir que se defendiera de la OPA, algo a lo que Endesa tiene todo el derecho del mundo como lo tiene también Gas Natural a tratar de hacerse con su control; o después de que la CNMV remitiera otra sospechosa carta a la aseguradora AXA después de que ésa se hiciera con el 5% del capital de la eléctrica tres días después del lanzamiento de la OPA; o después de las declaraciones del presidente de la Comisión, Manuel Conthe, poco menos que apoyando a Gas Natural y descalificando a los periodistas que recogieron sus palabras al respecto.

Que en este caso se haya producido un error, pudiera ser, pero con estos antecendentes es inevitable pensar en un exceso de celo del regulador que tiene más importancia de lo que parece porque da la impresión de que con Endesa sucede algo anormal, que no es el caso, que podría incitar a los accionistas a vender a Gas Natural cuando puede ser que su deseo sea el contrario. Y esto es algo que no se puede permitir y sobre lo que la CNMV debe dar explicaciones, porque su papel en una OPA es velar por el juego limpio y la defensa de los intereses de los accionistas de todas las partes, no decantarse por uno u otro contendiente y, con ello, poner en tela de juicio la confianza en el regulador y la estabilidad del sistema financiero.

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