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Emilio J. González

La economía del desplome

Aquí, lo único que sube es lo que no debería hacerlo, o sea, los precios y el paro

Dentro de dos semanas, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tiene previsto presentar su informe sobre la situación económica. Me pregunto cómo lo titulará. La lógica invita a pensar que debería llamarse algo así como "la economía del desplome", porque todas las noticias referentes a los indicadores de actividad económica que se vienen publicando en los últimos meses de lo único que hablan es de una caída a plomo de todos ellos: las ventas de pisos y las hipotecas caen más el 38 por ciento, los ingresos del sector de hoteles se reducen el 20 por ciento, las ventas de coches bajan el 13 por ciento, el crecimiento económico, medido en tasa interanual, se reduce a un ritmo de ocho décimas por trimestre, los ingresos presupuestarios tanto del Estado como de las comunidades autónomas menguan mucho más de lo previsto, etcétera, etcétera, etcétera. Aquí, lo único que sube es lo que no debería hacerlo, o sea, los precios y el paro. Por lo demás, la economía española se está viniendo abajo como un castillo de naipes. Pero no creo que el informe de Zapatero recoja la verdadera realidad de lo que está aconteciendo.

¿Cuál será, entonces, la respuesta del Gobierno ante semejante situación, el análisis y las soluciones que propondrá Zapatero? El vicepresidente económico, Pedro Solbes, admitió la semana pasada que el Estado no tiene margen para hacer nada más, desde el punto de vista presupuestario, que la devolución anticipada de los 400 euros, una medida que ni alcanzará a todos los contribuyentes ni supone un verdadero estímulo para la actividad económica. Sin embargo, el pasado fin de semana, Zapatero siguió en sus trece, hablando de más gasto público, de más ayudas, más becas, subidas de pensiones y demás elementos que han conformado su discurso económico a lo largo del último año.

La cuestión es de dónde va a salir el dinero para pagar todo eso cuando hasta Solbes ha admitido que este año el Estado va a cerrar sus cuentas en números rojos ante la caída tan impresionante que está registrando la recaudación tributaria, en consonancia con el desplome de la actividad económica. Y lo malo es que 2009 va a ser peor que 2008, según todas las estimaciones de los analistas. Por tanto, si Zapatero, insiste en convertir en realidad su discurso, el déficit se agrandará y su financiación absorberá los pocos recursos con que cuenta la economía española para financiar la inversión generadora de crecimiento económico y empleo. Así es que, en estas circunstancias, lo más probable es que el desplome vaya para largo.

Aunque el Gobierno no tenga dinero, como reconoce Solbes, para hacer políticas anticíclicas con el presupuesto, puede hacer otras cosas, por ejemplo, reformas estructurales que frenen la inflación y, por tanto, alivien la situación financiera de los hogares, les permita incrementar su consumo y, de esta manera, estimular el crecimiento económico para salir de la crisis sin generar tensiones inflacionistas. Pero en los mensajes sobre la crisis que vienen lanzando los diversos miembros del Ejecutivo nadie habla de estas cosas. Parece que todo se centra en el presupuesto, en políticas de gasto y en si hay dinero o no para acometerlas.

El único que, por ahora, ha empezado a decir algo nuevo ha sido el propio Zapatero, quien ha comenzado a hablar de acuerdos con las organizaciones sociales. La pregunta es qué tipo de acuerdos. En la Comunidad de Madrid, el Gobierno de Esperanza Aguirre ha dado una nueva vuelta de tuerca a la liberalización del comercio, cuyo resultado hasta ahora ha sido la creación de empleo y una inflación por debajo de la media nacional para la economía regional con la mayor tasa de crecimiento de España. Aún así, los sindicatos se opusieron. Con este precedente, y teniendo en cuenta la actitud general de las principales centrales sindicales españolas hacia todo lo que signifique liberalización, lo normal es pensar que el tipo de pactos a los que se pueda llegar jamás van a ir en la dirección correcta.

Además, y para complicar más las cosas, hay que tener en cuenta que los tiempos de crisis son los peores para llevar a cabo reformas estructurales, que son dolorosas a corto plazo pero muy positivas a medio y largo plazo. Aquí hay que reformar muchos mercados de bienes y servicios, así como el mercado de trabajo, pero en unos momentos de aumento del desempleo parece difícil que los sindicatos vayan a estar por la labor.

Por tanto, diga lo que diga Zapatero en su informe, no parece que vaya a cambiar nada en la tendencia al desplome de la economía española, no parece que vaya a haber nada que frene su caída a plomo excepto la propia naturaleza de la crisis cuando llegue el momento, cuando las cosas estén tan mal que resulte imposible que puedan ir a peor. Pero como tarde o temprano el Gobierno tendrá que reaccionar, como la crisis volverá la situación política bastante insostenible para el Ejecutivo y como lo que hay que hacer solo se puede poner en marcha al inicio de una legislatura, y en esta se está perdiendo el tiempo, todo apunta a que la crisis forzará a Zapatero a tener que adelantar las elecciones. Son las consecuencias de dejar que la economía esté en caída libre, por no haber hecho nada en los últimos cuatro años y por no hacer ahora nada más que lo que no se debe hacer.

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