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Emilio J. González

La osadía del ignorante

Señor Sebastián, cuando habla de esta forma, más que hacerlo con toda la autoridad que se le debería suponer por su experiencia profesional y su calidad de ministro, parece más bien que lo hace desde la osadía del ignorante.

Este Gobierno, aparte de no tener ni la menor idea de economía, tiene todavía menos idea de historia y de esta forma se permite muchas veces hablar con la osadía del ignorante. Así, a falta de políticas reales y eficientes para sacarnos de una grave crisis económica que el zapaterismo ha hecho tanto por profundizar y prolongar, de unos días a esta parte no hacemos más que escuchar propuestas de ciertos ministros, a cada cual más disparatada, para afrontar la que está cayendo. Y si el titular de Trabajo, Celestino Corbacho, propuso la semana pasada combatir el paro con más ayudas públicas y con subidas del salario mínimo interprofesional, su colega de Industria, Miguel Sebastián, no ha querido ser menos y acaba de poner sobre la mesa que los españoles dejen de consumir productos extranjeros, por una cantidad equivalente a 150 euros cada uno, y sustituirlos por otros made in Spain con el fin de evitar la destrucción este año de 120.000 empleos; supongo que para que no se pueda acusar al Ejecutivo de terminar este ejercicio con más de cuatro millones de parados.

Parece mentira que Miguel Sebastián, como profesor de Economía que es, haya realizado semejante propuesta que, por disparatada, mueve a la risa, aunque las cosas no estén para bromas. Vamos a ver, señor Sebastián, ¿es que usted, a estas alturas de la vida, todavía no se ha enterado de que propuestas como estas, de proteccionismo y nacionalismo económico, fueron uno de los principales factores que dieron lugar a la Gran Depresión y condujeron a la Segunda Guerra Mundial? ¿Es que, después de tantas décadas de trabajo de reconstrucción de las relaciones económicas internacionales para fomentar la prosperidad a través de la cooperación y el comercio y evitar un nuevo conflicto bélico global, ahora tenemos que destruir todo lo logrado sólo para que un Gobierno que no quiere meter mano a la crisis pueda salvar ligeramente la cara a través de su política de marketing? Porque, no se llame a engaño, señor Sebastián, una medida como la que usted propone daría lugar a que nuestros socios comerciales actuaran de la misma forma, algo que se supone que usted también debería saber, puesto que ya lo advirtió allá por el s. XIX David Ricardo, uno de los pensadores económicos más importantes de la historia, al formular su teoría del comercio internacional; algo que se estudia desde hace décadas en las facultades de Ciencias Económicas.

Pero es que además hay que tener en cuenta un segundo elemento en y es que la economía española –se lo recuerdo, señor Sebastián– es la más abierta de toda la OCDE después del Reino Unido, o sea, aquella en la que la suma de las importaciones y exportaciones en porcentaje del PIB es más alta, superior al 60%. Pues bien, eso se debe a que nuestras empresas han aprovechado las dos últimas décadas para internacionalizarse y, de esa forma, crear empleo y bienestar en nuestro país. Si adoptamos esa actitud y los demás países hacen lo mismo con todo lo fabricado en España, ¿a quien le vamos a vender nuestros productos? Pues a nadie. Y eso ya sabe qué consecuencia tiene: que la facturación disminuye y hay que ir a nuevos EREs o a quiebras empresariales. Por cierto, usted que tan preocupado está por el sector del automóvil, al que califica como estratégico, ¿cómo piensa que va a sobrevivir si su propuesta se lleva a la práctica cuando un porcentaje muy elevado de su producción se destina a la exportación? Y ya puestos, ¿de dónde espera que venga el impulso a la recuperación económica si la construcción ha saltado por los aires, el turismo está en recesión y, de acuerdo con lo que usted propone, nos podemos encontrar con que otros países se cierren a nuestras exportaciones?

Asimismo, usted debería saber que, como miembros que somos de la Unión Europea, debemos cumplir con lo estipulado en el Tratado de Roma, que consagra la libertad de circulación de bienes como uno de los pilares básicos del proceso de construcción europea. Lo que usted propone significa saltarse a la torera ese precepto, que enrarecería, y mucho, las relaciones con nuestros socios de la UE en unos momentos en los que se está cuestionando, y cada vez más, si España puede y debe permanecer en la Unión Monetaria Europea. ¿Cuánto tiempo cree que tardarían en echarnos del euro, lo que supondría un verdadero drama de dimensiones gigantescas en nuestras circunstancias económicas actuales, si nos tomáramos su receta en serio?

No dudo lo más mínimo, señor Sebastián, de que si cuando usted dice cosas como las que dice, lo hace con la mejor de las intenciones, incluso si se trata de salvarle la cara al Gobierno. Pero usted, que se supone que por su trayectoria académica y profesional sabe bastante de economía, debería pararse dos minutos a pensar antes de realizar semejantes comentarios porque seguro que así no diría cosas como ésta. Cuando habla de esta forma, más que hacerlo con toda la autoridad que se le debería suponer por su experiencia profesional y su calidad de ministro, parece más bien que lo hace desde la osadía del ignorante. Y esas son cosa que –nos las tomemos en serio o a chanza– no son precisamente las que se necesitan para restaurar la confianza en la economía española, una de las piezas clave para superar la crisis; especialmente cuando vienen de un miembro del Gobierno, porque su descrédito a la postre afecta a todo el Ejecutivo y, por ende, al país en su conjunto.

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