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Emilio J. González

Lecciones de Portugal y Grecia para los estatistas

Han apostado por el Estado en lugar de por el mercado, por el gasto público en lugar de por la iniciativa privada y por hacer del presupuesto un instrumento efectivo de política económica y social

Portugal y Grecia tienen muchas cosas en común, más de las que parece a primera vista, en lo que a sus respectivas crisis se refiere. De ellas se pueden extraer importantes lecciones para el conjunto de la unión monetaria europea. No se trata solamente de que ambos estén en dificultades, o de que hayan engañado a la Unión Europea en relación con la magnitud de sus déficit presupuestarios, sino también y ante todo de las circunstancias que han conducido a los griegos a tener que ser rescatados por la UE y a los portugueses a que, probablemente, tengan que seguir el mismo camino.

Ambos países tienen un historial en materia de déficit público harto complicado y es que ninguno de los dos ha conseguido controlar la evolución del mismo desde que entraron a formar parte del euro. De acuerdo con las reglas del Pacto de Estabilidad, tenían que haber reducido su ‘agujero’ fiscal hasta el 3% del PIB y, después, haber avanzado hasta el equilibrio o, incluso, el superávit. Ninguno de los dos lo ha hecho en todo el tiempo que llevan dentro de la unión monetaria. Grecia lo ocultó a base de engaños; Portugal, en cambio, fue apercibido por la Comisión Europea. En cualquier caso, lo importante es que ambos estados se han caracterizado por su constante indisciplina fiscal, pero no por casualidad.

Las políticas económicas de ambos países son las más izquierdistas de toda la Unión Europea. Con ello quiero decir que han apostado por el Estado en lugar de por el mercado, por el gasto público en lugar de por la iniciativa privada y por hacer del presupuesto un instrumento efectivo de política económica y social. De aquellos polvos vinieron estos lodos y hoy ambas naciones tienen que pagar las consecuencias de sus errores. Ninguno de los dos países entendió que las restricciones que impone el renunciar a la soberanía monetaria para participar en una moneda única son incompatibles con las políticas de expansión permanente del gasto público y del papel del Estado en la economía que han estado llevando a cabo; de la misma forma que tampoco comprendieron que no se puede vivir dentro del euro con un déficit permanente, no porque lo diga el Pacto de Estabilidad, sino porque crea desequilibrios permanentes que cuando llegan los momentos de crisis llevan a situaciones de quiebra y hacen más duro el ajuste a las mismas. Dicho de otra forma, las políticas estatistas tradicionales son incompatibles con el euro. Portugal y Grecia se empeñaron en mantenerlas contra viento y marea, por razones ideológicas, sin entender que o abandonaban las mismas y reformaban sus economías o iban a sufrir de lo lindo. Y como no lo entendieron, ahora les pasa lo que les pasa. Esperemos que otros países, u otros gobiernos, entre ellos el de ZP, aprendan la lección y eviten cometer los mismos errores porque su coste en términos económicos y sociales es demasiado elevado.

En Libre Mercado

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