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Emilio J. González

Los sueños de ZP

Zapatero no dijo ni una sola palabra acerca de cómo vamos a salir de la crisis. Se limitó a demonizar al ladrillo y a señalar que los organismos internacionales se equivocan en sus previsiones sin explicarnos de dónde va a venir la ansiada recuperación.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, nos regaló el pasado domingo un nuevo ejercicio de marketing político: su entrevista en La Sexta. El montaje estuvo a la altura de los mejores propagandistas. La emisión justo después de un amplio resumen del Barça-Madrid para aprovechar el efecto arrastre, el tono de confidencialidad con la presentadora, la forma en que la recibió a la puerta de La Moncloa y su paseo por la misma, sin olvidar la referencia a la sala donde realizó el anuncio de la retirada de Irak de las tropas españolas para hacer un guiño de complicidad a la izquierda recalcitrante... Lo malo fue que el contenido no estuvo a la altura de las circunstancias, al menos en el terreno económico. Su intervención, más bien, fue el traslado a los españoles de sus sueños para que todos entendamos cuán gran líder está en estos momentos al frente de los destinos de nuestro país.

En el campo económico, Zapatero se centró fundamentalmente en dos cuestiones, ambas incluidas en la Ley de Economía Sostenible: la apuesta por las energías renovables y las tecnológicas, excluyendo al ladrillo como motor del crecimiento, y la nueva versión del Plan E. Según ZP, con esto se va a crear mucho empleo y no será necesaria una reforma laboral porque su política es de "fortalecer a las empresas y no debilitar a los trabajadores". La frase, desde luego, tiene mérito, pero en cuanto uno se para un poco a pensar en esto, no hay quien se lo trague, sobre todo en cuanto esas palabras se ponen en el contexto de la actual crisis, de la que Zapatero se mostró seguro de que saldríamos el año que viene y con tasas de crecimiento muy superiores a las que pronostican los organismos internacionales (ya que, según él, siempre se equivocan en los inicios de las recuperaciones y tienden a subestimar las posibilidades de crecimiento). Pues bien, desmontemos sus argumentos.

Las energías renovables no van a ser, ni de lejos, la panacea para el empleo en nuestro país. Pueden crear puestos de trabajo, pero no hay que olvidar que esta apuesta viene acompañada del cierre de las centrales nucleares y en el saldo neto hay que tener en cuenta los empleos directos e indirectos que se perderán por este motivo, como ya saben muy bien en Santa María de Garoña. Y las tecnológicas tampoco van a ser la solución porque no tienen capacidad para crear cinco millones de empleos y porque para trabajar en este sector hace falta una formación de la que muchos españoles carecen y van a carecer a causa de las deficiencias de nuestro sistema educativo. Crear Silicon Valley o convertir en Bangalore a cualquier región española no se hace por decreto. Se requieren mentes brillantes y bien formadas en matemáticas, física, química, etc... que es lo que no sucede en estos momentos, ni va a ser el fruto del sistema educativo que defienden los socialistas.

Así es que olvidémonos de que se vaya a crear mucho empleo con ello, suponiendo, claro está, que Zapatero consiga convencer a alguien de que invierta en tecnológicas o empresas innovadoras sólo porque él sueñe con un país lleno de molinos y de empresas de alta tecnología. Además, ¿de dónde van a salir los recursos presupuestarios para financiar esos 20.000 millones que cuesta este plan? Porque la UE ya nos exige reducir nuestro exagerado déficit público en 1,5 puntos al año, al Tesoro le cuesta cada vez más colocar las nuevas emisiones de deuda y en cuanto el Banco Central Europeo cierre el grifo, los bancos y cajas de ahorros españoles no van a poder seguir financiándola.

En cuanto a la reedición del Plan E, ocurre tres cuartos de lo mismo. Zapatero dice que los proyectos de infraestructuras ligados al mismo van a crear empleo. Será mientras esté en vigor porque los ayuntamientos no tienen un euro para contratar a nadie. Es más, las corporaciones locales van a tener que acostumbrarse a recortar sus gastos, porque los ingresos que obtenían gracias a la burbuja inmobiliaria no van a volver y, sin ellos, esos puestos de trabajo generados artificialmente a base de dinero público no se van a poder mantener. Por no hablar también de dónde van a salir esos 5.000 millones para financiar esta nueva ocurrencia.

Zapatero, en cambio, no pronunció ni una sola palabra acerca de cómo vamos a salir de la crisis. Por el contrario, se limitó a demonizar al ladrillo y a decir que los organismos internacionales se equivocan en sus previsiones sin explicarnos de dónde va a venir la tan ansiada recuperación. De la misma forma que no habló del maltrecho sistema financiero, ni del abultado déficit público que va a enterrar cualquier brote verde que pueda surgir, ni del riesgo de que España pueda seguir el camino de Dubai, ni de dónde van a salir los incentivos de las empresas para contratar trabajadores sin una reforma laboral, ni nada de nada. Claro que eso no forma parte de los sueños de ZP más que para dar por moribunda a una crisis que, por desgracia, sigue viva y coleando. Sus sueños son los de una España ecológica y tecnológica, con pleno empleo y con todo el mundo viviendo maravillosamente bien gracias a él y a sus visiones. Pero, como dijo Calderón, en la vida todo es sueño, y los sueños, sueños son.

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