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Emilio J. González

Por la boca muere Sebastián

Puestos a hablar de los errores cometidos en los nombramientos para la CNMV, suponiendo que el de Conthe lo fuera, el de Carlos Arenillas, el candidato de Sebastián a la presidencia del organismo, sí que lo es, y de bulto.

El gran filósofo Benito Spinoza escribió una vez que lo que dice Pedro de Juan, dice más de Pedro que de Juan. Aplicando la filosofía a la política actual española cabe concluir, siguiendo las enseñanzas de uno de los personajes cumbres del racionalismo, que lo que dice Miguel Sebastián de Pedro Solbes, dice más de Sebastián que de Solbes.

El ex director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno ha arremetido contra el vicepresidente económico por haber nombrado a Manuel Conthe para dirigir la CNMV. A juicio del hoy candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Solbes "no acertó" con Conthe porque "no era la persona más adecuada", para ironizar a continuación diciendo que "ahora seguro que va a acertar" con la elección del nuevo presidente del supervisor de los mercados financieros. ¿Qué nos dice todo esto de Sebastián? Sus palabras hablan por sí mismas.

Sebastián debería haberse callado puesto que si en las actuaciones de Conthe hay cosas bastante criticables, al menos ha tenido la dignidad de defender la necesaria independencia de la Comisión ante los ataques a la misma que han intentado perpetrar tanto el Gobierno en el caso Endesa como el propio Sebastián y los suyos en el intento de asalto al BBVA. Un asalto en el que se mezclaban intereses políticos y cuestiones personales del propio Sebastián, despedido del banco por su presidente, Francisco González, del que intentó vengarse desde el poder. En una democracia, estos comportamientos son del todo punto inadmisibles y Conthe, con todos los errores que pudo cometer en su corta gestión, no lo permitió, se enfrentó con Sebastián y el pasado martes, en el Congreso de los Diputados, dijo alto y claro lo que todo el mundo ya sabía desde hacía tiempo acerca del papel de Sebastián y su grupo de Intermoney en los casos Endesa y BBVA.

Además, puestos a hablar de los errores cometidos en los nombramientos para la CNMV, suponiendo que el de Conthe lo fuera, que, visto lo visto, es mucho suponer, el de Carlos Arenillas, el candidato de Sebastián a la presidencia del organismo, sí que lo es, y de bulto. Conthe se marcha en un arrebato de dignidad y de respeto al cargo que ha ocupado. Arenillas, en cambio, sigue como vicepresidente, sin dimitir, pese a que incurrió en claras incompatibilidades con el asunto de su administración de la sociedad de inversión Tagomago, pese a que aceptó una muy generosa dádiva de uno de los supervisados por la CNMV, Vega Fund, en contra de lo que dispone el código de conducta de la Comisión, y pese a saberse ahora, además, que Intermoney, la sociedad de valores para la que trabajaron entre otros Sebastián y Arenillas dejó de pagar 2,8 millones de euros a Hacienda. Esté sí que es un error y no el nombramiento de Conthe; un error en el que se persiste al no forzar el Gobierno a Arenillas a presentar la dimisión ya que él mismo carece de la altura personal y la dignidad necesarias para hacer lo que exigen las circunstancias actuales en quienes, como él, han puesto en entredicho, con sus actuaciones, al organismo público en el que desempeña un importante cargo.

Eso de que seguro que Solbes acierta ahora también tiene su miga. Sebastián quiso aprovechar la dimisión de Conthe para volver a promover a uno de los suyos, ni más ni menos que al propio Arenillas, cuando el vicepresidente económico tiene otra idea en mente que, desde luego, no pasa por dar juego al clan de Intermoney, o sea, al "sebastianismo". Con esta expresión, Sebastián demuestra, una vez más, no solo una actitud plagada de soberbia y orgullo, sino su mal perder en algo en lo que no tiene nada que decir, como es la política de nombramientos del Ministerio de Economía. Ésta le corresponde, y siempre le ha correspondido, a Solbes, no a un Sebastián que, desde Moncloa y fuera de ella, ha intentado condicionar una y otra vez las actuaciones del vicepresidente económico en todos los sentidos. Éste no se ha dejado manipular y, una vez tras otra, ha derrotado a Sebastián en casi todos los encontronazos, algunos de ellos muy serios, que han tenido a lo largo de los tres últimos años.

Las palabras del candidato a la Alcaldía de Madrid solo destilan bilis y mal perder, así como una incomprensión total de lo que es la política, en la que, le guste o no, hay que respetar ciertas reglas de etiqueta, como lavar los trapos sucios en casa o entender que por muy cerca que se esté del presidente del Gobierno, quien tiene acceso al BOE es Solbes, no él; quien tiene la responsabilidad de la política económica española, para lo bueno y para lo malo, es el vicepresidente segundo, no él. Así, las palabras de Sebastián sobre Solbes se vuelven contra él mismo, como un bumerán, y le ahorcan con su propia cuerda. Ya se sabe, por la boca muere el pez.

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