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Emilio J. González

Solbes, Sebastián, Vegara, Zapatero

La designación de Solbes después del 14-M le sirvió a Zapatero para enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados y al mundo económico en general, en el sentido de que el cambio de Gobierno no iba a implicar un cambio de política económica.

La aceptación por parte de Pedro Solbes de repetir como titular de Economía si Zapatero vuelve a ganar las elecciones generales es un síntoma más de la seriedad de las dificultades que aguardan a la economía española en los próximos meses. Solbes se ha ido y ha vuelto sin moverse del sitio.

En principio, y una vez que Solbes anunció su intención de no repetir en el cargo una nueva legislatura, el Gobierno empezó a trabajar en su sucesión. Enseguida entró en escena Miguel Sebastián, que sigue influyendo, y mucho, sobre Zapatero en cuestiones económicas, para proponer como próximo ministro de Economía y Hacienda a su amigo y actual secretario de Estado de Economía, David Vegara. El juego de copar todo el poder económico por parte del clan de Miguel Sebastián volvía a estar encima de la mesa. Y para que el cambio fuera tranquilo y nada traumático, se diseñó una estrategia encaminada a dar cada vez más juego a Vegara, con apariciones públicas y comparecencias de todo tipo. Se trataba de crearle la imagen necesaria para poder asumir la dirección de la política económica.

La crisis crediticia, la subida del precio del petróleo y el encarecimiento de los alimentos, sin embargo, han trastocado los planes de Moncloa. Después de una legislatura sin política económica, la economía española dista mucho de estar preparada para afrontar lo que se avecina, y mucho menos con unos presupuestos de naturaleza expansiva en un contexto de fuerte desaceleración del crecimiento económico. Para complicar más las cosas, el parón de la construcción es evidente y la industria es incapaz de tomar su relevo como impulsor del crecimiento económico y como motor de la creación de empleo, pese a los deseos del ministro de Trabajo, Jesús Caldera. Todo ello está haciendo que se pierda confianza en la economía española, como demuestran las sucesivas encuestas de confianza del consumidor.

En este contexto, Zapatero, si continúa en el Gobierno después de las próximas elecciones, necesita al frente del equipo económico a alguien capaz de devolver la confianza en la economía española y Vegara, hoy por hoy, no es esa persona. Por tanto, sus opciones de suceder a Solbes se han desinflado con celeridad. Pero los socialistas tampoco tienen demasiado dónde elegir, Así es que a Zapatero no le ha quedado más remedio que pedir a Solbes que continúe, pese a que éste ya había anunciado su marcha. La cuestión es si esto servirá para algo.

La designación de Solbes después del 14-M le sirvió a Zapatero para enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados y al mundo económico en general, en el sentido de que el cambio de Gobierno no iba a implicar, ni mucho menos, un cambio de contenido en la política económica. Los mercados se lo creyeron. Pero luego vino la realidad, mostrando que Solbes no mandaba, que las principales decisiones en la materia se tomaban en Moncloa, sin su conocimiento, su consentimiento y su respaldo. Solbes no era más que una operación de marketing para un Gobierno que, desde el mismísimo comienzo de la legislatura, renunció a continuar con las reformas estructurales emprendidas por el PP y se limitó a intervenir en la economía y las empresas de acuerdo con los intereses de Zapatero y sus socios en Madrid y Cataluña.

Ese Solbes, que donde dijo digo ahora dice Diego, no parece ser, por tanto, la persona que necesita este país para afrontar una coyuntura como la que se dibuja en el horizonte, porque implicaría tener que cambiar de forma de ser, mostrarse combativo frente a los designios de Moncloa e imponerse en el Consejo de Ministros. Claro que lo mismo el supuesto retorno de Solbes no es más que otra operación de imagen de cara a las elecciones y, al final, sería otro quien cogiera las riendas de la economía si Zapatero repite. De él se puede esperar cualquier cosa.

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