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Emilio J. González

Sólo nos queda resistir

Lo triste de esta situación es que por malos que sean los datos económicos, Zapatero va a seguir en sus trece. Él quiere ser socialista y hacer políticas de izquierdas. Así le va a la economía española: a sus empresas y a sus trabajadores.

Cuando el pasado martes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, decía que su Plan E, en lugar de contribuir a crear empleo iba a servir para contener en parte la escalada del paro, posiblemente ya conocía los datos que acaba de publicar el Banco de España sobre el crecimiento económico en nuestro país durante el primer trimestre. Unos datos demoledores, que no dejan lugar a dudas acerca de la gravedad de la crisis, porque cuando una economía cae a ritmos del 2,9%, como estima el banco que sucedió en España entre enero y marzo, es que el problema es muy grave. Y cuando se recuerda que en el mismo periodo del año anterior la tasa de crecimiento se situaba en un nada despreciable 2,7%, probablemente no hay palabras para definir la situación excepto términos como dantesca y similares.

Ningún Gobierno del mundo hubiera permanecido con los brazos cruzados y dejar que le sucediese a su país lo que está pasando en España; ningún Ejecutivo, tampoco, seguiría sin hacer nada tras conocer dichos datos. Aquí, sin embargo, nuestro Zapatero no sólo sigue a lo suyo, sino que insiste una y otra vez en que no va a cambiar el rumbo de su política económica. ¿Qué piensa hacer, entonces? Pues posiblemente esperar a que escampe un poco, ya que la mayor parte de los analistas coinciden en que lo peor de la crisis tendrá lugar a lo largo de la primera mitad de 2009 y luego los ritmos de caída de la economía y de destrucción de empleo se moderarán, aunque seguirán siendo negativos en 2010. Probablemente, cuando se produzca dicha moderación, tratará de vender a los españoles que es fruto de su política económica cuando la realidad es que está en la naturaleza de las cosas que esa desaceleración se produzca. Aún así, con eso no se van a arreglar las cosas.

De la misma forma que los analistas pronostican que la crisis pueda tocar suelo más o menos por estas fechas, también estiman que después le espera a España un largo periodo de bajas tasas de crecimiento y altas, muy altas, tasas de paro, en contra de lo que dice el Gobierno, que sigue insistiendo en que a la dramática recesión que estamos viviendo le seguirá una fuerte recuperación. Eso quisiéramos todos, porque todos, en mayor o menor medida, sufrimos las consecuencias del desastre económico. Pero la realidad es que no hay razones para pensar así, sino todo lo contrario. Tomemos, por ejemplo, el déficit público. Los analistas estiman que puede superar este año el 8% del PIB e, incluso, llegar hasta el 10%. ¿Eso cómo se va a financiar? Pues con tipos de interés muy, pero que muy altos y consumiendo todo el ahorro que necesitan las empresas para financiarse. Así, ni se estimulará el consumo, ni la inversión, ni el crecimiento, ni el empleo, ni nada. ¿Y cómo va a crear puestos de trabajo sin reforma laboral? Porque incluso quien fue el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas, le pide a Zapatero que abarate el despido mientras que éste insiste una y otra vez en que ni despido más barato, ni recortes sociales, ni nada de nada que haga que los trabajadores tengan que asumir el coste de la crisis. Pues ya lo están haciendo, precisamente porque la crisis hubiera sido mucho más corta y menos profunda si, desde el primer momento, el presidente del Gobierno hubiera cogido el toro por los cuernos y actuado en consecuencia, en vez de negarse a tomar las medidas que hay que tomar.

Lo triste de esta situación es que por malos que sean los datos económicos, Zapatero va a seguir en sus trece. Él quiere ser socialista y hacer políticas de izquierdas. Así le va a la economía española: a sus empresas y a sus trabajadores, a quienes lo único que nos queda es resistir como buenamente podamos hasta que se produzca un cambio... un cambio de política o un cambio de Gobierno.

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