Menú
Emilio J. González

¿Son conscientes los políticos de esta grave crisis?

¿A quién le preocupa, entonces, la grave crisis económica? A los ciudadanos, desde luego, porque la sufrimos en nuestras propias carnes. A los políticos, en cambio, parece que ni lo más mínimo.

Uno lee las noticias en busca de algún rayo de luz en esta tremenda crisis económica que estamos padeciendo y, cuando termina, se le cae el alma a los pies. No es que nadie proponga cosas sensatas para superar el profundo abismo en el que nos sumergimos un poco más cada día. No. Lo cierto es que los periódicos de papel y los diarios on line rezuman de análisis, opiniones y comentarios sobre lo que hay que hacer, algunos de ellos desatinados, otros equivocados y bastantes acertados en todo o en parte. Ideas y propuestas sobre lo que hay que hacer, por tanto, no faltan. Por desgracia, ninguna de ellas aparece recogida en las propuestas de nuestros políticos ni en las medidas que toman, con algunas excepciones como la del Gobierno regional de Madrid.

Joaquín Almunia, por ejemplo, acaba de decir que España necesita medidas específicas para superar la crisis. Eso ya lo sabemos y no necesitamos que venga el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios a decírnoslo. Todos tenemos muy claro que el estallido de la burbuja inmobiliaria ha acabado con el modelo de crecimiento, que el fuerte endeudamiento de las empresas y las familias es insostenible, con crisis financiera o sin ella; y que hay que poner coto a los desmanes presupuestarios del sector público, autonomías incluidas. Lo que queremos escuchar es qué hay que hacer para salir de esto, pero Almunia, como buen socialista que es, por lo visto no quiere poner en un brete al Gobierno de Zapatero y se limita a recordar la tan manida expresión de reformas estructurales sin especificar cuáles son las que, en su opinión, necesita la economía española. Menudo guirigay se montaría si Almunia hablase de abaratamiento del despido, de reducción de las cargas sociales que padece la empresa o de recortar el salario mínimo interprofesional. Si Bruselas utilizara esas palabras dejaría en evidencia a los socialistas en el poder y a los sindicatos, pero Almunia, llegados a ese punto, se calla. Quizá le asusta un poco el ver cómo se ponen las centrales sindicales cada vez que el Banco de España habla de reforma laboral, quizá es que no quiere perjudicar a sus correligionarios, pero lo cierto es que no dice nada nuevo.

Vayamos ahora al Gobierno. Zapatero está demostrando todos los días que esto de la crisis le importa un bledo, que él lo que de verdad quiere es poner en marcha un verdadero programa socialista, caiga quien caiga, y, a causa de ello, están cayendo muchos. Pero él, sin inmutarse un ápice. No tenemos más que ver lo que sucede con el carbón. Nuestro ZP se apunta a la bandera del ecologismo y la enarbola bien alto con esa idea suya tan abstracta de la ley de economía sostenible, con tanto apoyo a las energías renovables y con tanto cierre de centrales nucleares. Y luego cuando las eléctricas, en cumplimiento del Protocolo de Kioto y de lo que se espera de él, dejan de producir electricidad con carbón, que es una fuente altamente contaminante, para reducir sus emisiones de CO2, viene el amigo ZP y les obliga a comprar y consumir carbón nacional para salvar a un sector al que la lógica económica condenó hace décadas y que no llega a emplear ni a 10.000 personas. Será porque sin minería del carbón no podría volver a celebrar todos los años la fiesta de Rodiezmo, porque lo que es por interés nacional, no hay medida más disparatada que esa. La electricidad se está poniendo por las nubes porque Zapatero decide acabar con la única fuente barata y de abastecimiento seguro –la energía nuclear– y ahora quiere aumentar todavía más el recibo de la luz con las ayudas al carbón, que se suman a las ingentes cantidades que reciben las renovables vía tarifa –porque no son rentables ni de lejos– y a las consecuencias del ‘parón’ nuclear decretado por Felipe González que todavía se están pagando, cómo no, también vía tarifa. Y esto en una economía que necesita ser competitiva y que paga la electricidad que consume mucho más cara que la de nuestros socios europeos, que no se andan con bobadas y están volviendo a la nuclear a pasos agigantados. Por no hablar de la forma en que recorta una y otra vez la capacidad de consumo de los españoles obligándoles a pagar cada vez más por lo que podría resultarles mucho más barato y reduciendo, de esta forma, su capacidad de gasto en otros bienes y servicios. ¿Le preocupa a Zapatero la crisis? Ni lo más mínimo.

Pasemos, por último, a la oposición. El pasado fin de semana, el PP celebró su convención para mayor gloria de Rajoy, que es lo que se pretendía. ¿Y qué nos dijo allí el Partido Popular acerca de cómo piensa sacarnos de esta crisis si es que alguna vez consigue llegar a La Moncloa? Pues nada de nada. Todo declaraciones genéricas, sin contenido concreto, y con cosas como profundizar en el Estado del bienestar que son imposibles porque con todo lo que se ha gastado Zapatero y con todo lo que está endeudando a España, ya no hay margen alguno en los presupuestos para políticas sociales ni para nada que no sea el pago de intereses de esa deuda. Pero a Rajoy y los suyos eso les suena bien y, con ello, pretenden evitar que los socialistas les critiquen por no tener política social. Lo que no tienen los del PP es ni estrategia ni principios con los que dotarla de contenido y así les va, porque quien carece de estrategia está a merced de la de su rival y, por ello, los socialistas están haciendo lo que quieren de los populares, a los que nos les preocupa nada más que el cortoplacismo.

¿A quién le preocupa, entonces, la grave crisis económica? A los ciudadanos, desde luego, porque la sufrimos en nuestras propias carnes. A los políticos, en cambio, parece que ni lo más mínimo. Y luego se extrañan de la creciente desafección de la sociedad hacia ellos y lo que representan. Mientras tanto, entre los unos y los otros, aquí la casa sigue sin barrer a pesar de toda la suciedad que ya se ha acumulado.

En Libre Mercado

    0
    comentarios