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Emilio J. González

Trichet, buenas sensaciones

Algo empieza a cambiar en el Banco Central Europeo, que ahora parece mucho más serio que durante la presidencia de Wim Duisenberg, y probablemente lo sea. Al menos esas son las muestras que está dando Jean Claude Trichet al inicio de su mandato.
 
Trichet llegó al cargo precedido de la fama de banquero central serio, ortodoxo y que no se dejaba influenciar ni por el poder político ni por los mercados financieros. Esa reputación se la ganó en los años que pasó al frente del Banco de Francia y, por lo visto el jueves 8 de enero, quiere hacer honor a ella como presidente del BCE. De momento, ha empezado con buen pie.
 
El primer desafío importante de todos los que tendrá que afrontar al frente del banco se ha presentado en forma de debilidad extrema del dólar frente al euro, motivada en gran medida por los movimientos especulativos contra la divisa estadounidense. Y hasta ahora lo está haciendo bien.
 
Hay gobiernos de la zona del euro que están presionando para que el BCE baje los tipos de interés, situados actualmente en el 2%, con el fin de frenar la carrera alcista del euro y, de esta forma, ver favorecidas sus exportaciones fuera de la eurozona por una mejora del tipo de cambio de la divisa. Sin embargo, Trichet no sólo no se ha dejado influir por estas presiones, a las que sucumbió Duisenberg desde el momento en que nació la Unión Monetaria Europea en 1999, sino que, además, ha contraatacado diciendo que el precio oficial del dinero se queda donde está porque el posible efecto negativo sobre las ventas al exterior de la subida del euro se compensa con el aumento de la demanda internacional derivado de la recuperación económica. Pero lo más importante de todo es el mensaje de fondo: en el BCE manda Trichet, no los políticos, como sucedía con Duisenberg.
 
La noticia fue bien recibida por los mercados financieros, en forma de subida de las bolsas europeas en el instante en que se supo que el BCE no tocaba los tipos de interés. De haberlo hecho como pide parte de la clase política europea, el banco hubiera enviado una mala señal, la de que la economía no se recupera, lo que hubiera causado inquietud en los mercados de valores.
 
Trichet, de todas formas, no ejecuta la política monetaria pensando en los mercados. Es lo mejor que puede hacer porque un anuncio de recorte de tipos para tratar de frenar la apreciación del euro hubiera dado alas a los especuladores para seguir presionando a favor de la moneda europea y en contra del dólar, debido a que semejante decisión hubiera sugerido que el BCE estaría dispuesto a intervenir en el mercado comprando dólares. En esas circunstancias, los especuladores harían lo contrario y al contar en conjunto con más recursos que el BCE hubieran agudizado la crisis del dólar para recoger después más beneficios cuando la depreciación de la divisa estadounidense acabara y empezara su recuperación.
 
En su primer toro difícil, Trichet ha hecho una buena faena y ha transmitido buenas sensaciones. Quizá ahora el euro tenga el presidente del BCE con la calidad y seriedad que necesita.

En Libre Mercado

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