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Emilio J. González

Triunfo incierto y riesgo de traición

El futuro de Endesa aún está por decidir, incluso dentro del Gobierno, en cuyo seno continúan las diferencias entre un Pedro Solbes más partidario de cumplir la legislación europea y un Joan Clos abrazado la idea de preservar la españolidad de Endesa

¿Quién va a salvar a Endesa de sucumbir ante la OPA de E.On? El Gobierno español trata de hacer lo posible y lo imposible para preservar la nacionalidad y el control españoles sobre la primera empresa eléctrica del país, pero sus actuaciones pasadas y presentes en todo el asunto de las OPAs sobre la compañía que preside Manuel Pizarro despliegan ante sí todo un mar de dudas acerca de las posibilidades reales de que el Ejecutivo, finalmente, se salga con la suya.
 
El Gobierno parece haber encontrado un inesperado caballero blanco que le salve la cara en la persona de Acciona. Sin embargo, aunque la constructora controlada por la familia Entrecanales está dispuesta a hacerse hasta con un 25% del capital de Endesa y parece decidida a formar un núcleo duro de inversores españoles, la viabilidad de la maniobra está en entredicho. Uno de los principales actores de esta representación, La Caixa, se siente traicionada por el Gobierno. Hace unas semanas, el presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, comentó en una cena con un grupo de periodistas que tanto la entidad financiera catalana como la propia compañía gasista controlada por ella se sentían traicionadas por el Ejecutivo, tras los acuerdos que Zapatero había alcanzado con la canciller alemana Ángela Merkel respecto a la OPA de E.On. Este sentimiento ha derivado en el reciente anuncio por parte de La Caixa de abandonar sus inversiones industriales para centrarse en los negocios de banca y seguros. Por consiguiente, uno de los principales contendientes acaba de arrojar públicamente la toalla y, al hacerlo, ha enviado un mensaje de advertencia a quienes estén considerando embarcarse en una aventura alocada de final incierto.
 
Asimismo, el Gobierno ha decidido mantener el pulso con la Comisión Europea después de la decisión de la Comisión Nacional de la Energía de dejar tal cual las 19 condiciones impuestas a E.On para autorizar su OPA sobre Endesa, pese a que Bruselas ha dicho que el Ejecutivo no podía ampliar las competencias de la CNE para decidir en este asunto como lo ha hecho y a pesar, también, de que buena parte de dichas condiciones van en contra del Derecho comunitario de obligada aplicación en los Estados nacionales. El conflicto entre España y la Unión Europea en este asunto, por tanto, está servido, lo que introduce un doble componente de inseguridad para los potenciales aspirantes a formar un núcleo duro español en Endesa. Por un lado, pueden encontrarse con que la batalla jurídica que ha empezado a librarse como consecuencia del dictamen de la CNE acabe muy probablemente con la derrota del Ejecutivo; por otro, Alemania todavía no ha dicho su última palabra al respecto y su peso político en el seno de la UE es más que considerable. En consecuencia, nada garantiza que el equipo de Zapatero vaya a salir airoso de esta nueva contienda en la que se ha embarcado y más cuando E.On ha manifestado en repetidas ocasiones su predisposición a la paciencia y a esperar todo el tiempo que sea necesario hasta salirse con la suya. Hoy el Gobierno defiende su posición, pero la firmeza con que lo hace está en entredicho y quien confíe en él podría encontrarse con sorpresas desagradables más adelante, como consecuencia de serios reveses en la escena europea.
 
La maniobra de Acciona, por otra parte, ha encarecido sobremanera la formación de ese núcleo duro español. La constructora compró a 32 euros por acción, encareciendo de esta manera la entrada en el capital de Endesa, y E.On respondió casi al instante con una mejora de su oferta hasta los 35 euros, dificultando con ello todavía más la formación de dicho núcleo duro. Sin embargo, el problema principal no es el precio sino las dudas suscitadas entre los inversores potenciales por el propio Gobierno. Sobre su ánimo pesan tanto la forma en que el Ejecutivo se ha comportando con La Caixa como lo incierto del resultado del pulso que está entablando con la Unión Europea y Alemania. En consecuencia, muchas de las entidades con las que están contactando tanto Acciona como el Ejecutivo para formar ese núcleo duro español están dando la negativa como respuesta. Al mismo tiempo, quienes tenían participaciones accionariales en el capital de Endesa aprovecharon las altas cotizaciones alcanzadas la semana pasada por las acciones de la eléctrica para vender y realizar beneficios. En este contexto, el deseo de formar un grupo de control español dentro de la compañía que preside Manuel Pizarro parece enfrentarse a múltiples dificultades derivadas tanto de la forma en que el Ejecutivo viene actuando en este asunto desde su mismísimo inicio como de la reacción que cabe esperar de la Comisión Europea y de Alemania.
 
El futuro de Endesa, por tanto, aún está por decidir, incluso dentro del Gobierno, en cuyo seno continúan las diferencias entre un Pedro Solbes más partidario de cumplir la legislación europea, guste o no guste, y un Joan Clos abrazado con entusiasmo a la idea de preservar a cualquier precio, contra viento y marea, la españolidad de Endesa, tal y como propugnan Montilla y Zapatero. En esta triste historia todavía quedan muchos ríos de tinta por correr y no es fácil adivinar quién se subirá al carro de Acciona en la formación de una mayoría de control en Endesa con DNI español, cuando la mayor parte de los paladines potenciales están dando la espalda al Ejecutivo.

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