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Emilio J. González

Un castigo que ZP se ha buscado

S&P no se cree ni de lejos las previsiones de fantasía del Gobierno, sino que pronostica un largo periodo de estancamiento, con altos niveles de paro, con un déficit público muy superior a lo que dice el Ejecutivo y con problemas en el sector financiero.

Se dice que a perro flaco todo se le vuelven pulgas, pero hay quien se las busca deliberadamente. Es lo que le ocurre al Gobierno español con la rebaja de la calificación de nuestra deuda pública que acaba de aplicar Standard & Poor’s, advirtiendo, además, de que en el futuro podrían avecinarse nuevos recortes, cosa que no me extrañaría nada que sucediera si Zapatero continúa con su política de brazos cruzados, o, mejor dicho, caídos.

Esta rebaja nos va a pasar factura no sólo por lo que va a implicar de encarecimiento de la financiación del déficit público sino porque, con ello, los temores de los mercados acerca de la solvencia de España, manifestados estos días en los desplomes que vive la Bolsa y en la ampliación del diferencial de tipos de interés con Alemania, empiezan a verse justificados. Y esto no es una conspiración internacional contra quienes quieren reformar el sistema financiero mundial, como dijo el pasado invierno Zapatero en un alarde medio de victimismo, medio de megalomanía. No. Esto es la realidad pura y dura, la respuesta a los engaños permanentes de ZP y su Gobierno acerca de la situación de la economía y de los planes para salir de la crisis.

Zapatero sigue empeñado en que la recuperación de la economía española empieza a manifestar sus primeros signos vitales. Esta misma semana, en su comparecencia en el Congreso de los Diputados, se ha atrevido a pronosticar un crecimiento ligeramente positivo en el primer trimestre. Sin embargo, hay analistas privados que hablan de estancamiento y otros que estiman una caída del 0,1%. Así es que la tan deseada recuperación ni está ni se la espera, porque ni se produce la reactivación de las economías europeas con que sueña ZP para que le saque las castañas del fuego, ni los tímidos brotes verdes que pudieran aflorar ahora van a durar mucho porque la subida del IVA en julio los va a segar de raíz para devolvernos de nuevo a las amarguras de la recesión.

La rebaja que nos acaba de aplicar S&P, no obstante, podría haberse evitado. No era, ni mucho menos, algo ineludible si se hubieran hecho las cosas que hay que hacer, esto es, una reforma laboral y una verdadera política de moderación y posterior contención del gasto público, lo cual, dicho sea de paso, nos hubiera acercado a la recuperación. Pero Zapatero y los sindicatos no están por la labor. El primero pretende justificar lo injustificable alegando que su preocupación es la protección social a las víctimas de la crisis para dar a entender que no puede hacer más de lo que hace, cuando la realidad no es que no pueda, sino que no quiere, salvo que por "poder" entendamos que la onerosa hipoteca que ha adquirido con los sindicatos para evitar que le convoquen una huelga general le impide desplegar las políticas que se necesitan en estos momentos. Los segundos, que también son para darles de comer aparte, siguen insistiendo en que se está haciendo lo correcto, en que el gasto público disparado y disparatado está funcionado, y eso lo dicen cuando se ha conocido que la tasa de paro llegó al 20% en el primer trimestre de este año. Pero claro, ni con ZP ni con las centrales sindicales vale la lógica porque ellos actúan bajo el dictado del socialismo más rancio y siguen pensando en más gasto público y en que lo paguen los ricos, olvidando que esas actitudes constituyen un billete de primera clase para la pobreza, que aquí quienes soportan los impuestos son las clases medias y que una fiscalidad confiscatoria no es que ahuyente el ahorro, que lo hace, es que provoca que las inversiones salgan de estampida. Además, de poco sirve tirar de chequera con la alegría con la que lo ha venido haciendo este Gobierno desde 2007 si luego, como está ocurriendo, el sector público no paga a las empresas los miles de millones de euros que ya las debe, condenándolas a la desaparición o, en el mejor de los casos, a despedir trabajadores para poder sobrevivir. Así no salimos de la crisis ni aunque ocurra un milagro.

Esa es la cuestión clave para S&P cuando habla de perspectiva negativa para la deuda española, la salida de la crisis. Sus analistas, como muchos otros, no se creen ni de lejos las previsiones de fantasía del Gobierno, sino que pronostican un largo periodo de estancamiento, con altos niveles de paro, con un déficit público muy superior a lo que dice el Ejecutivo y con muchos problemas en el sector financiero, todo lo cual se puede arreglar haciendo lo que hay que hacer y entonces no tendremos problemas ni con las agencias de calificación ni con los mercados. Pero para ello hace falta voluntad política, ideas claras y visión de futuro, que son tres cosas de las que este Gobierno está pero que muy necesitado. Con lo cual, no me extrañaría nada que la tormenta contra España que se ha desatado en los mercados sea el preludio de algo mucho peor, con nuevas rebajas de la calificación de la deuda incluidas. Vamos, que marchamos con el acelerador a fondo hacia la argentinización de España.

En Libre Mercado

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