Celia Villalobos prodigó sus apariciones en televisión antes de ser ministra de Sanidad. Antena 3, a través de Hermida, la tuvo en nómina, y parte de su popularidad se la debe a esa cadena. Después de resolver con éxito la gestión de la alcaldía de Málaga, su paso por el Gobierno no fue digna de ser recordada y su salida algo agria. No parece que se sintiera muy complacida con su cese, y tampoco ha mostrado un gran afecto por Ana Pastor, que la ha sustituido en el cargo. Como es una persona inquieta a la que Andalucía se le ha quedado pequeña y lejana, es comprensible que empiece a comparecer ante las cámaras a propósito de temas de índole social que le permiten volver a jugar un papel de tertuliana y polemista.
Ana Rosa Quintana, en su todavía resistente “Sabor a ti”, la convocó esta semana para discutir sobre embriones congelados, malos tratos y otros asuntos sociales enfrentándola a Rosa Díez, que también precisa tribunas para desahogar sus inquietudes. El “match” tuvo su interés porque las dos son bravas y, aunque coincidan en muchas cosas, están ligadas a partidos que se ven obligados a enfrentarse. Rosa y Celia representan el duelo PSOE-PP, pero añaden un plus de perso-nalidad y de ejercicio dialéctico que puede animar los magazines. La vuelta de Celia Villalobos a televisión puede ser una salida para una mujer que, en cuanto se le quite el mal gesto que se le puso cuando perdió la confianza de José María Aznar, dará juego.
De paso, Ana Rosa Quintana se desmarca de los programas que sólo cuentan en nómina con los restos de “Gran Hermano”, y le permiten desarrollar esa vertiente de mujer concienciada y solidaria que compensa el lado comercial y frívolo de los programas que produce.
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