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Encarna Jiménez

Goya y los rojos

Pocas sorpresas hubo en la ceremonia de entrega de los premios Goya. Rosa María Sardá, maestra de ceremonias y directora de orquesta, sigue idéntica a sí misma: Con tablas, pero apoyada en un guión que habla poco de cine y abusa de los guiños “progres”. En un escenario más amplio y mejor diseñado que en otras ocasiones, con música en directo y el tiempo medido para que encajara en la programación de TVE, se desarrolló una ceremonia que resulta bastante pesada para los telespectadores y larguísima para los que asisten en directo a la gala.

Este año la novedad fue la elección del color rojo para decorar los mejores sueños del vestuario de los que salían a escena. Desde la camiseta de la presentadora hasta el modelo de Marisa Paredes, presidenta de la Academia de las Artes y las ¿Ciencias? Cinematográficas, todas las actrices que entregaron premios se tiñeron del mismo color. Era una manera de tener un hilo conductor que uniera más que un guión que tuvo pocos momentos brillantes.

Como es tradición en “los Goya” los premiados se extendieron en agradecimientos familiares y anduvieron escasos de ingenio. Aunque Almodóvar, Wyoming y Santiago Segura estuvieron más simpáticos y naturales, pocos se prepararon dos frases de impacto. A falta de mayores emociones, con una aplastante victoria de Amenábar, la sexy aparición de Paz Vega con pecho al aire como por descuido fue el dato sugerente de la velada.

De los cuatro directores que se disputaban los premios, Julio Medem se llevó dos “cabezones” sonados, el de Paz Vega y el de Alberto Iglesias por la música, lo que le dejaría bastante satisfecho. Agustín Díaz Yanes no pilló ni uno, pero tampoco es para lamentarlo, Vicente Aranda le volvió a dar una alegría a Pilar Pérez de Ayala, pero se abstuvo de ir, y Amenábar se llevó ocho premios sin que tuvieran que recogerlos actores de habla inglesa. Las lágrimas de la familia Bardem pusieron el toque sentimental, aunque se echó en falta la presencia de Berlanga, que siempre aporta algún comentario estimulante.

No se puede decir que TVE no estuviera a la altura de las circunstancias, pero no hay más cera que la que arde. Ya hemos aprendido a vestir unos premios que han dejado la boina atrás, aunque no hayan llegado a construir una puesta en escena que signifique un avance respecto a anteriores ediciones y elimine una visión entre patriótica y “progre” que cansa de tanto repetirse.


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