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Encarna Jiménez

La entrevista a Zapatero

Las continuas referencias a la “conversación”, más que el pacto o el compromiso, los cantos a una Europa idílica, la insistencia en la ilusión y las frases hechas como “unidad en la diversidad” definieron un encuentro televisado

Lorenzo Milá ejerció de anfitrión formal de la primera entrevista en TVE al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, desde que llegó al poder. Cuatro representantes de otros tantos medios de comunicación no rebeldes ni especialmente críticos con él, formularon algunas preguntas sobre los temas establecidos, y todo transcurrió en un clima que no alterará la digestión de una cena familiar.
 
El escenario, palabra que sirve ahora para definir o enmarcar cualquier espectáculo de la política, no podía tener mayor intención de transmitir estabilidad y conformismo. Lorenzo Milá, con canas, peinado hacia atrás, con traje oscuro y corbata seria, introducía los temas con alguna pregunta que marcara la pauta. Zapatero, con traje similar y “corbatón” con pintas blancas, aparecía con un fondo azul claro a juego con los ojos y la camisa. El resto del decorado era algo pobretón y favorecía menos a los participantes.
 
La redundancia, y por lo tanto una cierta pesadez derivada de la repetición de argumentos y frases hechas, fue lo más significativo de esta comparecencia del Presidente a lo largo de una hora. De hecho, Rodríguez Zapatero conjugó el verbo “reiterar” un montón de veces. Los periodistas convocados no tuvieron demasiado protagonismo. González Ferrari, “ex” de TVE, y ahora en Onda Cero, mantuvo una actitud coloquial, pero no se empleó más que en servirle en bandeja al Presidente un hipotético impulso del pluralismo, la apertura y el saneamiento de los medios de comunicación. Nativel Preciado (SER) apenas intervino, Charo Zarzalejos insistió en el tema vasco y José Antich, director de La Vanguardia, formuló algunas cuestiones que parecían fuera de guión aunque formaran parte de la estrategia de conjunto.
 
Dos fueron los temas principales de la comparecencia, más que entrevista: El plan Ibarretxe y la violencia etarra, con su faceta de diálogo y acuerdos con la oposición y la Constitución europea. Rodríguez Zapatero, en el tema vasco, fue cordial y respetuoso con Rajoy, habló de esperanza, pero no se aventuró a decir que hubiera solución a la violencia en perspectiva y se mantuvo, mas que firme, insistente, en el enunciado de frases poco definidas. Esto llevó media hora, nada menos, en las que repitió “estabilidad territorial” varias veces para definir un deseo de paz y sosiego que no es precisamente el panorama español, en el que el debate sobre el modelo de Estado y el futuro de España está en la palestra.
 
Las continuas referencias a la “conversación”, más que el pacto o el compromiso, los cantos a una Europa idílica, la insistencia en la ilusión y las frases hechas como “unidad en la diversidad” definieron un encuentro televisado en el que mandó el Presidente, recurriendo al “talante” amable vestido, o “investido” de formalidad.
 
Pasados los 60 minutos programados, los telespectadores pudieron desconectar con un “spot” de buenas intenciones en el “escenario” de TVE que, una vez más, combinó la actitud pacata y condescendiente de los periodistas invitados con el mensaje institucional.

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