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Encarna Jiménez

La entrevista de Ana Botella

Carlos Dávila ha sido el encargado esta semana de llevar a Ana Botella a TVE para hacerle una entrevista política. El programa de “La 2”, titulado El tercer grado —nombre que en tantas ocasiones resulta inapropiado— era la primera plataforma televisiva “semioficial” en la que los telespectadores de toda España tenían la oportunidad de ver cómo se comportaba una mujer a la que siguen los focos más que a cualquier otro candidato.

Desde que anunció su decisión de formar parte de las listas a la alcaldía de Madrid junto a Ruiz Gallardón, la expectación ha sido enorme, de modo que sus opiniones, no sólo sobre los asuntos sociales de la ciudad de Madrid, sino de los grandes temas que afectan al Gobierno del Partido Popular, tengan una gran trascendencia y sean analizadas con lupa.

Quizá esa responsabilidad sobre el eco de sus palabras hizo que Ana Botella estuviera un poco más insegura que en otras ocasiones. La mujer del presidente del Gobierno, a la que la política no le viene de nuevas, estuvo especialmente cauta y prudente cuando se le preguntó por la crisis del “Prestige” o la polémica sobre las opiniones de Jiménez de Parga sobre las comunidades históricas. Asumió que se podían haber cometido errores en la gestión del problema gallego y no quiso dar la cara por las manifestaciones del presidente del Tribunal Constitucional.

Como pretendiente a ocupar la concejalía de Asuntos Sociales, mostró que manejaba documentación y que desarrollaba un discurso humanista muy acorde con la idea del estado benefactor con los marginados, sean ancianos, mujeres maltratadas o inmigrantes con problemas de integración. Se ha señalado que Ana Botella iba a la conquista de un sector conservador que se le escapa a Ruiz Gallardón, pero sus declaraciones estaban a medio camino entre las enseñanzas de Concepción Arenal y la defensa de las políticas económicas y sociales de tinte liberal. La consigna de no ofender y mostrar un lado maternal pero enérgico era el principal mensaje.

Aunque una gran parte del programa se dedicó a difundir propuestas sociales de gestión municipal, el telespectador estaba más pendiente de sus respuestas sobre política general. Lo que interesa de Ana Botella sigue siendo su posición sobre asuntos de estado, en los que casi se encuentra más segura que hablando de las ayudas a las madres o la teleasistencia a los mayores.

La entrevista con Carlos Dávila resultó como una especie de ensayo general de su papel en la campaña. Sobre ella trabajarán los expertos en comunicación política para ver qué gestos y mensajes pueden tener más impacto, porque la entrevista, aun siendo amable, no representó una gran exclusiva que acabara de situar a Ana Botella en la órbita de los políticos más claros y audaces.

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