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Encarna Jiménez

Maldita la hora

El único secreto que tenía el programa de Máximo Pradera se ha desvelado. El título, que se había convertido en el enganche de una publicidad desmedida, ya sabemos cuál es, y no es malo. “Maldita la hora” ganó a “Max attacks” por varia razones y no es la menos importante que indique que, en la hora de las brujas, no hay quien pueda con los marcianos de Javier Sardá. Este puede ser el grito de los jefes que han confiado en las artes de un señor que se vende demasiado bien.

Antena 3 ha echado el resto en el fichaje de Máximo Pradera para hacer un magazine que compitiera con “Crónicas marcianas”, pero a la vista de su primer programa no tiene mucho que hacer. Ya veremos el resultado que arrojan los números sobre la audiencia, aunque el día del estreno siempre son algo mejores que a lo largo de la semana, pero, en estos momentos, la veteranía de Javier Sardá y la maquinaría de Gestmusic puede con Máximo, su equipo de Canal Plus y los servicio de la productora Zeppelin. “Maldita la hora” es un programa bien realizado, su presentador trabaja duro las dos horas, sin embargo, parte con muchos elementos en contra: los seguidores de Máximo son una minoría, y es difícil que pueda arrastrarlos con el cambio de empresa, y su actuación resulta bastante timorata para un espectáculo de Late night. Poniendo en paralelo la entrevista a Francis Lorenzo, o las de Ana Belén y Víctor Manuel con el vocerío de Sardá con Coto Matamoros, Sandoval, Boris Izaguirre, Enrique del Pozo y otros freakies se pudo constatar la ventaje que le lleva Sardá.

Máximo es un púgil débil al que, posiblemente, Antena 3 esté dispuesta a darle oxígeno durante una temporada, pero puede acabar en fracaso a poco que le aprieten Tele 5 y TVE. Y es lo que van a hacer, como lo han hecho en las mañanas, donde Juan Ramón Lucas está cosechando cifras decepcionantes emparedado entre Maria Teresa Campos y Manuel Torre Iglesias.
Antena 3 tiene un chico con desparpajo y sin grandes ideas que resulta ingenuo a la hora de enfrentarse con un cínico profesional como Javier Sardá y su experimentado equipo de agitadores de la noche. Por más que el plató luzca y Máximo cante y baile, no hay color entre el morbo que pueda crear la tropa de Tele 5 y las entrevistas de un Máximo que sólo consigue mínimos.

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