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Enrique de Diego

Efectos políticos de la polémica

El Plan Hidrológico Nacional ha traído consigo un encrespado debate entre algunas comunidades autónomas. Aragón, por un lado, y Comunidad Valenciana y Comunidad Murciana, por otro, viven una situación de tensión que subirá a raíz de la manifestación, que partiendo de Zaragoza culmina el día 24 en Valencia.

Para esas tres comunidades, y en el horizonte políticamente inmediato de las elecciones municipales y autonómicas, se trata de la gran cuestión. El PSOE de Aragón, con el presidente de la autonomía, Marcelino Iglesias ha hecho bandera de la oposición al trasvase. Mientras, el PP de la Comunidad Valenciana y de Murcia lo han hecho bandera de todo lo contrario. El último episodio de la polémica han sido unas declaraciones de Jaume Matas anunciando que se prohibirá legalmente la utilización del agua del trasvase para regar campos de golf. Esta postura, probablemente inducida por el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, mentor de Matas, ha sido mal recibida en Murcia, donde los propios populares acusan al ministro de demagogo.

El PSOE aragonés, aguijoneado por los regionalismos con tendencias nacionalistas, de la Chunta Aragonesista y del Partido Aragonés Regionalista, ha adoptado la postura que en la doctrina política se conoce como nacionalismo de las “fronteras naturales”. La consideración telúrica de la propiedad absoluta sobre tales bienes. Ha hecho una lectura, en clave de fronteras, de las autonomías, reivindicando, en el fondo, a Aragón como nación sobre la base identitaria del Ebro.

La macroencuesta del CIS da pistas de cómo les está resultando a cada uno de los actores su postura en la polémica. Según el CIS, el partido más votado en Aragón sería el PP con un 35,1 por ciento. Esto ha sorprendido mucho porque se suponía un desgaste mayor —desciende algo— ante su soledad frente al cúmulo de manifestaciones y actos realizados por las plataformas antitrasvase. El PSOE no es quien rentabiliza la oposición. Sólo sería la segunda fuerza con el 33,1 por ciento de los votos. Quienes sí mejoran posiciones son la Chunta Aragonesista, que se va hasta el 15,3 por ciento, y el PAR, situado en expectativas del 10,7 por ciento. La Chunta en las pasadas elecciones generales, que es cuando emerge, obtuvo el 12,78 por ciento de los votos en Zaragoza, y porcentajes muy bajos en Huesca y Teruel, 5,52 y 3,36, respectivamente.

El PAR estaba en proceso de claro retroceso: su mejor posición fue en Teruel con el 9,84 por ciento de los sufragios, con un escuálido 4,36 por ciento en Zaragoza y un 5,52 en Huesca. Según la encuesta, IU, a pesar de su compromiso ecologista, desaparecería del panorama político aragonés. Sería la gran sacrificada.

La estrategia de Marcelino Iglesias está resultando fallida. Es probable que pueda mantener el poder a través de los pactos, pero a costa de alimentar un partido nacionalista a su izquierda, lo que será negativo para su partido en el futuro y, sobre todo, de cara a las generales. El ejemplo para entenderlo está en Galicia, donde el Bloque Nacionalista Gallego, en el espacio de la izquierda, fue ascendiendo a costa del PSOE, partido éste que sólo en las últimas elecciones autonómicas ha conseguido invertir una tendencia, que, en algunos momentos, pareció iba conducirle a la marginalidad y que todavía le sitúa en la tercera posición. El Bloque representa una competencia indeseable para el PSOE en las generales, como seguramente lo será la Chunta Aragonesista. Iglesias está haciendo un flaco favor a Zapatero.

En España

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