Menú
Enrique de Diego

El nacionalismo es el problema

Llevan razón los nacionalistas cuando señalan que la ilegalización de Batasuna no significará el final del terrorismo. Ellos lo saben mejor que nadie, pues ellos son los que, en diversos grados, participan de sus beneficios. Nacionalistas son los que lo practican, y en nombre del nacionalismo. El terrorismo funciona objetivamente como los matones del movimiento nacionalista. Por ende, los nacionalistas no van a terminar con una estrategia abyecta, corruptora y asesina que les ha dado buenos réditos. Gracias a ella gobiernan. A los datos me remito. Y lo demás es comentario.

Esta reflexión no es simplemente teórica. Tiene consecuencias prácticas. Implica, por ejemplo, que la Ertzaintza seguirá sin detener etarras. Y que la ilegalización de Batasuna no será respetada por el gobierno vasco ni por la policía autonómica, con lo que su eficacia será importante, pero limitada. Hay zonas del País Vasco donde el “Estado español” no existe.

La cuestión que se va a plantear, se quiera o no se quiera, es si en el País Vasco hay Estado de Derecho y en qué proporción. La legalidad de que el gobierno autónomo es representante en una determinada parte geográfica de la indisoluble e indivisible unidad de España (por citar los conceptos de la Constitución) se ha roto. De manera tácita, desde hace tiempo. Pero de forma expresa, con el acuerdo secesionista del Parlamento vasco. Lo de menos es que haya sido con la abstención de Batasuna, como reitera el Gobierno, aferrado a un discurso demasiado deudo de la ausencia de un análisis profundo sobre el nacionalismo. Lo de más es que se ha ejercido un acto de soberanía estableciendo un ultimátum respecto a “otro” Estado soberano, cuando la soberanía nacional sólo reside en el Parlamento nacional.

La idea de que el PNV ha de aclararse y volver la espalda a los violentos es tan inocente como la especie, reiterada con clima casi eufórico, de que el PNV ha abandonado su ambigüedad, como si lo primero fuera posible y lo segundo no fuera una constante de hegelianismo chusco, para andar por el batzoki. Esta especie de bromas, que se reiteran sin cesar, tratan de hurtarse al análisis crítico de la Transición y lo que en ella ha habido de cesión constante respecto a los nacionalismos y también respecto a las obligaciones que comporta la representatividad popular en el Gobierno de la nación.

Aunque ahora se está respondiendo con fortaleza, y parecen claras las convicciones, se ha seguido yendo detrás de los acontecimientos, como cargándose de razón, como si fueran necesarias más víctimas para que cada una de ellas aportara su dosis de legitimidad. O se ve de una vez que el nacionalismo es el problema –lo que debería llevar a una improrrogable reforma de la ley electoral, para evitar los chantajes nacionalistas– o se seguirán repitiendo mensajes que confunden de continuo los deseos con la realidad.

La ilegalización de Batasuna no es una meta, sino un punto de partida. El inicio del rearme moral del Estado de Derecho. ¿Se llega demasiado tarde? He ahí la cuestión.

En España

    0
    comentarios