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Enrique de Diego

La víctima del centro débil

¿Quién ha indultado a Javier Gómez de Liaño? Más parece que se trata de una conjunción de los astros que de una decisión de Gobierno. De los cientos de indultos decididos con motivo del Jubileo, sólo éste ha resultado más que polémico, un auténtico via crucis personal. No lo fue el de los condenados por el caso Filesa, ni lo ha sido el trato exquisito concedido por personas condenadas por secuestro que han sido amablemente despedidos de la cárcel. El Pacto por la Justicia tiene una excepción cultural. La cuestión de fondo es la existencia de poderes fácticos en España con ramificaciones e influencias en el Poder Judicial. Sobre ese escándalo grave, que sí afecta a las bases del sistema, se pasa de puntillas o se soslaya.

Podría decirse que Aznar ha ganado a los puntos el pulso echado al ejecutivo desde el judicial por Polanco, con el concurso del PSOE, una de las empresa del hólding Prisa, pero como esta historia tiene mucho de paradigmática, la cuestión no está tan clara. No sólo por la peculiar moratoria, Gómez de Liaño sigue siendo víctima de un centro débil, pastelero y flojo en sus convicciones, también lo es en cuanto a las reacciones, porque resulta indignante que el PSOE haya hablado, por boca de Jesús Caldera, de “maniobra indignante”, mientras el PP haya respondido con el tono melifluo esperable pero no deseable. Que el PSOE cuestione la independencia del Tribunal de Conflictos con groseras acusaciones a los jueces mientras el PP se ha mantenido y se mantiene en el limbo respecto al hecho de que nuestro Poder Judicial sigue siendo una herencia del asalto socialista a la división de poderes, sólo cabe entenderse ante imágenes tan curiosas como que se haya presentado como pacto de Estado lo que no es otra cosa que una cesión del PP en el único punto regeneracionista en el que quedaba un margen de esperanza.

La contradicción del momento puede entenderse aún mejor con la imagen reciente de José Barrionuevo y Rafael Vera entrando y saliendo en horas de la cárcel, con un evidente e injustificable trato de favor, salvo la solidaridad de casta o el compadreo bajo mano, sin luz ni taquígrafos, elevando a la máxima expresión la idea de que la Justicia –y el cumplimiento de las penas– no es igual para todos, aunque en lo de las penas hace tiempo que Aznar incumplió su propuesta de cumplimiento íntegro de las penas por los terroristas.

Lo que convierte en víctima a Gómez de Liaño es precisamente su indefensión. La misma incapacidad del PP para responder a un PSOE, al que se le salva de manera constante y gratuita de la ignonimia. Es el centro como pensamiento débil, no como ámbito de moderación pero también de compromiso con las libertades y los ideales de Justicia. Más parece que ha sido Gómez de Liaño el que se ha indultado a sí mismo y arrastra por el Supremo tal decisión, mientras aún está fresca la imagen de un Barrionuevo –ese sí indultado por el Gobierno– proclamando su inocencia y la injusticia con la que era tratado mientras abandonaba la prisión tras ser sentenciado por secuestro.

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