Las navidades han sentado muy mal al Partido Socialista. El PSOE ha iniciado el año 2003 atragantado todavía por el pavo y por el turrón de las pasadas fiestas. Aunque ciertamente, los socialistas no han cogido la onda de la política desde la "cantada" de Jesús Caldera frente a Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados durante la Comision del Prestige. El PSOE desde entonces está desnortado, no ha sabido recuperar la iniciativa y ha perdido la imaginación. Hasta los golpes de efecto de José Luis Rodríguez Zapatero han pasado a la historia. El PSOE ha vuelto a perder una gran oportunidad para demostrar su verdadera capacidad de ser un partido de Gobierno. Ciertamente el Gobierno tiene la obligación de gobernar, pero lo oposición debe de demostrar que puede ser una alternativa seria y creíble a las políticas del Ejecutivo de turno.
Ahora mismo el PSOE ha perdido pie, ha perdido pulso y se encuentra naufragando entre sus propios errores, sus "mentiras" parlamentarias y sus "juegos" infantiles. Ahora mismo han perdido el nivel de credibilidad que habían conseguido atesorar en estos últimos meses. El Gobierno de Aznar, durante los meses de noviembre y diciembre, ha pasado su peor momento desde que llegara al poder en el año 96. La gestión de la crisis del Prestige nos ha ofrecido una imagen de un Ejecutivo amuermado e incomunicado. Pero poco a poco el Gobierno del PP ha comenzado a recuperarse, mientras que el PSOE se iba hundiendo entre las constantes e insustanciales propuestas de Rodríguez Zapatero, las "pifias" del portavoz Caldera y las estrategias simplonas de José Blanco. Los errores socialistas han facilitado, sin duda, en gran parte la reacción del Gobierno. El PSOE ha perdido su gran oportunidad y en estos momentos ofrece una imagen de un partido arrumbado en el anonimato y sin ninguna capacidad para reaccionar.
Estan desinflados y sin ninguna dirección definida. El Gobierno va a más, mientras los socialistas van a menos. Ya no hay golpes de efecto que valgan. El PSOE tienen un escape de aire, y pierden altura a un ritmo infernal.
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