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A tenor de su voto negativo contra la ilegalización de Batasuna, la banda terrorista es quien marca la estrategia de conjunto del movimiento nacionalista. El PNV incluso se ha adelantado al comunicado de la banda terrorista. Hasta el momento, el PNV ha venido funcionando como si mandara en Eta, como si tuviera la legitimidad originaria nacionalista y una estrategia clara, dentro de la que entraría de alguna forma –el árbol y las nueces– la violencia de Eta, aunque, en momentos determinados, fuera especialmente inoportuna.

Desde la ruptura de la tregua, en efecto, es Eta quien quiere mandar sobre el PNV y marcar la estrategia de conjunto del movimiento, pero la ilegalización de Batasuna está empezando a resquebrajar algunos esquemas. Porque los batasunos se enfrentan a un horizonte inquietante, mientras los peneuvistas se presentan para ellos como los acomodaticios beneficiarios de la violencia. La condena de los atentados de ETA, por un lado, y el chantaje al Gobierno de la nación, por el otro, puede no servir, ni como cinismo, pues el Gobierno vasco tendrá que afrontar el cumplimiento de la legalidad cuando los etarras reclaman, ante las horas difíciles, una adhesión inquebrantable.

Puede que el PNV quiera seguir cosechando votos en la bolsa de Batasuna, pero los dirigentes proetarras ya están lanzando algunos mensajes de confrontación y resentimiento, dentro del esquema de pacto interno iniciado en Estella, para arrastrar al PNV hacia su orilla y que se establezca una unidad de acción secesionista. Sin embargo, aunque el PNV amague, no puede echarse al monte, pues Ajuria Enea podría terminar como Perejil.

Es difícil predecir qué importancia tendrán estas fisuras a medio plazo, pero es claro que la ilegalización de Batasuna ha empezado a tener un efecto ético de clarificación, con un Pujol desacreditado por su equidistancia entre las víctimas y los verdugos. Es relevante en ese sentido la nueva postura del obispo de Bilbao, Luis Blázquez, infinitamente más moral que la inmunda pastoral conjunta a favor de Batasuna y ETA. No debería ser noticia que un obispo recordara la importancia del mandamiento no matarás, pero así están las cosas, y cabe felicitarse porque los amenazados, por primera vez, se sientan amparados por un obispo. Algo es algo.

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