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Enrique de Diego

Periodistas vips y lacayismo

Una de las escasas novedades del XIV Congreso del Partido Popular ha sido un esquema de funcionamiento para los periodistas distinto y distante de los anteriores. Vaya por delante que se ha mejorado mucho en los aspectos técnicos, de forma que no ha habido dificultad ninguna. Pero se ha vetado la presencia de los periodistas en el Plenario, rompiendo la abierta costumbre anterior, y en las Comisiones donde se debatían las Ponencias, sin precedente tampoco. La modificación conceptual entraña la pérdida de sensaciones en caliente y barreras notables para el trabajo periodístico en lo que tiene de más noble: la obtención de exclusivas, la búsqueda de la primicia. Eso ha conllevado cuestiones técnicas curiosas como el bloqueo de los ascensores o un clima escrupuloso en los servicios de orden respecto a las acreditaciones y sus privilegios de estancia en cada una de las plantas. Algunos dicen que eso es un modelo a la americana. No lo sé. Lo desconozco. Hay otros modelos, menos idílicos, con los que cabría también establecer semejanzas, al menos retóricas. Desde el punto de vista conceptual, el esquema seguido es una forma como otra cualquiera de control de la información, porque los canales de su suministro han sido básicamente los oficiales. Luego, sí, las interpretaciones libres.

Dentro de ese buen trato técnico, el cuarto sótano del Palacio de Congresos –la zona de reclusión– contaba con una cafetería de servicio gratuito, junto a una sala aneja para periodistas vips. Esto de los periodistas vips es nuevo. Resulta halagador, pero confuso. Vips era, por ejemplo, Julio Fuentes que murió en Afganistán o cualquier periodista que consiga una exclusiva. Ese clasismo, punto hortera, me parece relacionado con el lacayismo cortesano que azota –he asistido a alguna escena propia de las películas de los hermanos Marx– a la profesión periodística. Curioso es que los cortesanos lo eran, si mal no recuerdo, también del socialismo y de Felipe González. Lo peor es que han perfeccionado el esquema. Lo grave, es que el PP lo acepta y se siente a gusto con la adulación en corto, en directo, en papel prensa y en producción bibliográfica. No es extraño que en estos aires falsatamente versallescos lo extraño suene a normal y a nadie le choquen las restricciones a su libertad informativa.


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