Menú
Enrique de Diego

Una legitimidad de origen cuestionable

La legitimidad de un Gobierno se distingue entre de origen y de ejercicio. En el primer aspecto, el actual ejecutivo de Ibarretxe es fruto de unas elecciones democráticas dentro del marco de la Constitución, del que emana el Estatuto de autonomía. Tiene, por tanto, legitimidad de origen. No puede hacerse, sin embargo, esta afirmación en un sentido pleno o sin matices.

Las elecciones en el País Vasco no se mueven, ni mucho menos, en los parámetros de libertad y normalidad exigibles para un resultado limpio. No existe una igualdad de oportunidades para los diversos partidos políticos. Los que, desde la oposición y la alternativa, se oponen al nacionalismo han de ir escoltados. Tienen su libertad seriamente mermada. Corren serio riesgo para su vida. De hecho, varios de ellos, tantos populares como socialistas, han sido asesinados por los pistoleros nacionalistas.

Más aún, en amplias zonas rurales de Vizcaya y Guipúzcoa, esos partidos ni tan siquiera pueden presentar candidaturas electorales en unas elecciones municipales, porque los que son elegidos han sido, en anteriores legislaturas, asesinados. Así, el único concejal constitucionalista de Orio, un socialista, fue muerto por el terrorismo nacionalista. Esos partidos no pueden abrir sedes, pues están son atacadas y destruidas, sin que la policía autonómica haga nada eficaz para protegerlas. Sus representantes políticos no pueden acercarse, ni explicar sus programas, a los electores, porque unos y otros corren riesgo para sus vidas. No puede difundir sus propagandas, ni dar sus mítines. Esta situación hace que un número considerable, próximo a doscientos mil, de ciudadanos vascos constitucionalistas han tenido que emigrar para salvar su vida o para gozar de su libertad en otros lugares.

También en las ciudades los políticos constitucionalistas tienen su libertad muy mermada, pues de la misma manera han de ir escoltados, pero las mayores posibilidades de movimientos de las urbes hacen que esas terribles condiciones aparezca un poco mitigadas. Los datos electorales son concluyentes: el Partido Nacionalista Vasco -un grupo racista- consigue mayorías minoritarias gracias a la presión que generan los matones nacionalistas. En las grandes ciudades ganan los partidos constitucionalistas, a pesar de esos obstáculos. Ganan en la provincia de Álava, y obtienen, a pesar de esa tiranía en las zonas rurales, resultados equilibrados en Vizcaya. Pero los resultados se desequilibran en Guipúzcoa donde esa dictadura totalitaria, ejercida mediante el asesinato, es más fuerte. El PNV no ganaría si no existiera la violencia. De hecho, de continuo, cuando los matones encuentran dificultades, el PNV sale en su defensa, los protege o manifiesta de una manera pública una unidad de acción, por lo que, en rigor intelectual, puede decirse que Ibarretxe –sean cuales sean sus sanas intenciones– gobierna gracias a los asesinatos de sus adversarios políticos.

En España

    0
    comentarios