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Enrique Navarro

Choque de trenes en el PSOE

Hoy se demuestra que la mayoría que derrotó a Sánchez en aquel comité federal sigue siendo mayoritaria en el partido.

Hoy se demuestra que la mayoría que derrotó a Sánchez en aquel comité federal sigue siendo mayoritaria en el partido.
Pedro Sánchez, este martes | EFE

Desde que Pedro Sánchez fue elegido en su congreso Secretario General del PSOE teníamos la impresión, una vez más, que el líder socialista había vuelto a desaparecer de vacaciones confiado de que controlaba un partido que nunca se recuperaría, especialmente los susanistas, de su victoria en las primarias. Sin embargo, en una semana toda esa supuesta realidad se ha derrumbado, y ahora Pedro Sánchez se encuentra en un nuevo callejón de salida, para el que no le van a valer los lamentos que le sirvieron para ganar las últimas primarias.

Si hay alguien camaleónico en la política española, es sin duda el líder socialista, capaz de pasar del fondo nacional al totalmente rojo según lo demande el guión. Dispuesto a defender la nación española y lo contrario, la podemización del partido y el acercamiento al PP, el incremento del gasto y el ajuste fiscal. Sin duda, Groucho Marx tenía una visión de los principios muy cercana a la del actual líder del PSOE, pero en apenas una semana la realidad le ha golpeado de una manera que va a tener que cambiar de estrategia cuando apenas comenzaba a desarrollar la inicial. Cuando todavía sus votantes no salían de su asombro de ver cómo el renovado Secretario general mantenía una maratoniana reunión con Mariano Rajoy, aquél al que iba a echar en las siguientes cuarenta y ocho horas de su elección. Nada comparado con aquellos despectivos encuentros que tanto espoleaban a una militancia ávida de un protagonismo supuestamente perdido. En estas apenas dos semanas varios acontecimientos le han dado una dosis de realismo al líder socialista que pueden marcar su futuro electoral.

Mi primera tesis es que ni el PSC ni Pedro Sánchez tienen ni idea de qué hacer con Cataluña y son incapaces de ofrecer un discurso coherente. Si pretende resolver el problema catalán con más inversiones a costa de reducirlas en otros lugares de España con muchas más necesidades, y vendiendo la moto de la nación cultural cuando en el fondo no es más que volver a los Juegos Florales, es que no se ha enterado del problema. Al final deberá optar por estar con el gobierno contra el referéndum o adoptar una decisión ambigua que le conducirá al desastre. Pensar que llegados a este extremo todo se resuelve con diálogo, es un buenismo inaceptable que sólo pretende esconder la falta de ideas y de iniciativa para asentar una identidad española. La nación de naciones supone que los catalanes rupturistas ahora serán adalides de la nación española, y eso es ridículo para todos. Cuando el gobierno español disuelva el Parlamento catalán y convoque nuevas elecciones autonómicas, la quiebra del socialismo en Cataluña será inevitable.

La segunda tesis es que la derrota de todos los Sanchistas en las primarias regionales demuestra que no venció la tesis Sanchista de podemización y nacionalista, sino que fue derrotada Susana por su ausencia de programa, y una iniciativa basada en la folklorizacion del partido, inasumible al norte de Despeñaperros y con el lastre de una alianza con Ciudadanos que al interior del partido no parece un activo muy vendible. Pedro Sánchez ha vencido a Susana, pero no se ha ganado al partido y hoy se demuestra que la mayoría que había en el comité federal que le derrotó sigue siendo mayoritaria en el partido.

La tercera tesis es que el acuerdo entre el PSOE de Castilla La Mancha y Podemos es un ataque a la línea de flotación del Sanchismo. Nadie hizo menos por ese acuerdo que Pedro Sánchez, cuando se trata de un acuerdo que supone un golpe político de indudables consecuencias ya que el pragmático presidente castellano manchego le ha dado un golpe en el costado que más le duele, el izquierdo. Además, hoy se está preguntando qué poco le costó a Emiliano conseguir involucrar a Podemos en su gobierno frente al excesivo precio que le puso Pablo Iglesias. Sin duda el exceso de personalismo le perdió en aquellos momentos, pero difícilmente va a perdonar que el ahora su barón más significado haya conseguido lo que él fue incapaz de conseguir para cumplir su anhelado sueño de ser presidente.

Para Pablo Iglesias, porque el acuerdo pone a Podemos en la misma posición en la que estuvo Izquierda Unida los anteriores cuarenta años, la muletilla del PSOE. Sin embargo, las mismas razones que llevaron a Pablo Iglesias a torcer la voluntad de su dirección regional de apoyar los presupuestos para perjudicar al Susanismo, ahora le han llevado a desear ese acuerdo a cualquier precio. Unas elecciones con una segura y enorme derrota frente a Pedro Sánchez, aunque el candidato no fuera precisamente un Sanchista, podría suponer el declive definitivo de la coalición morada. La aspiración actual de Pablo es dejar a Pedro lejos de Congreso, liderar la oposición de la izquierda frente a los tristes portavoces actuales del PSOE y aguantar a ver qué pasa con Cataluña a ver si ahí consigue el aire que las urnas le negarían a favor de su principal contrincante político, Pedro Sánchez.

Con este acuerdo, Emiliano García-Page integra a una organización entrenada para dominar la calle, en el gobierno, sin capacidad para alardes de barricada cuando hay que resolver problemas concretos, y además no le da opción para la negociación o la petición desmesurada. Un acuerdo cocinado en Toledo y para la región que sin duda permitirá desbloquear el gobierno y continuar con la gestión del día a día en una región donde hay poco margen para los eslóganes fáciles o los discursos rupturistas o populistas. La concesión de consultar a las bases no debe interpretarse como una derrota del actual presidente, sino como una operación de marketing de la ejecutiva federal para justificar su inacción en la elaboración de este acuerdo. Claro que todavía las bases están esperando la consulta a la toma de posición en la moción de censura de Podemos.

Además, con este ofrecimiento que debe ser ratificado por las bases de Podemos, ese concepto tan etéreo, Emiliano se guarda la carta de la convocatoria de elecciones si Podemos no lo aprueba, siendo entonces éstos los responsables directos de unas elecciones anticipadas que a día de hoy tendrían un claro favorito que es el actual arrendatario del palacio de Fuensalida, aunque ya se sabe eso de "anticipes elecciones y las pierdas". España no está para nuevas elecciones, y menos una región donde el presupuesto de unas elecciones sería un coste enorme para la región, sino para acuerdos y éste era realmente el único posible, guste o no guste.

La cuarta tesis es que si el acuerdo con los poco fiables de Podemos da sus frutos y la Legislatura aguanta hasta el final, lo que es de interés de las dos partes, el presidente de Castilla La Mancha estará mostrando un camino muy interesante al Partido Socialista para retornar al gobierno nacional, lo que nunca conseguirá de la mano de Pedro Sánchez.

Este socialismo pragmático que es capaz de integrar a Podemos sin perder un ápice de los principios estructurales del PSOE, la igualdad entre territorios, la aceptación sin ambages de la economía de mercado y de la racionalidad fiscal, y la defensa de la nación española, perfectamente compatible con una política social avanzada, demuestran que existe una alternativa ideológica coherente al saltimbanquismo de Pedro Sánchez.

Nada en política es posible sin riesgos, y mucho menos gobernar contra el criterio de las urnas, que son al final las que marcan las rutas hacia el gobierno. Todo lo demás es un ejercicio de irrealismo político al que pretenden conducir unos acuerdos imposibles como los de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, un canto a sol para su propia supervivencia política, que lamentablemente para ellos va a ser muy corta. Este Podemos colaborador y pragmático acabará con el pablismo y los anticapitalistas, que volverán al lugar de donde no debieron salir, y llevará a la izquierda comunista a las tesis que tanta relevancia política le dieron durante la transición. No existe otra opción para la amalgama podemita; pasarse la vida en la calle sin gobernar es tarea de gigantes y esta no es la característica de Pablo Iglesias y su equipo más cercano.

Se puede criticar mucho al presidente castellano manchego por alcanzar acuerdos con una formación tan poco fiable como Podemos, pero ¿acaso son más fiables o honestas las cesiones de Rajoy a los nacionalistas vascos y canarios? Sin duda vamos a vivir muchos años con pactos y debemos acostumbrarnos a verlos de muy diversa naturaleza y condición. Incluso en Cataluña, donde ya ha empezado el proceso autojustificador de la no celebración, una vez más del referéndum, para continua frustración de los secesionistas, que acabaran desconfiando de cualquier salva patrias catalán para resolver sus aspiraciones, veremos acuerdos que hoy nos parecen imposibles. Especialmente después de las nuevas elecciones plebiscitarias, una nueva tomadura de pelo del nacionalismo catalán a los catalanes.

Frente al pesimismo generalizado unamuniano, debemos coincidir que se abre un periodo que será fructífero; el problema catalán quedará superado para una generación gracias a la inacción de Rajoy, cualquier otra cosa que hubiera hecho, hubiera sido peor. Ciudadanos se afianzará como una fuerza de cohesión entre los dos grandes partidos y forzará al Partido Popular a un permanente acto de contrición para que siga siendo el partido vertebrador del centro derecha español, donde está su verdadera ubicación, que nunca debió abandonar.

Pero para beneficio de la democracia española es necesario que vuelva el Partido Socialista ganador, porque es la única alternativa política real y coherente al Partido Popular y como decía Unamuno "progresar es cambiar". Alguna vez Mariano y el PP dejarán el gobierno y será imprescindible no romper con la continuidad y la estabilidad constitucional para continuar avanzando y eso no lo garantiza el PSOE de Pedro Sánchez, pero sí un partido que no se pierda en los lenguajes populistas, ni renuncie a sus principios y que ello no sea óbice para alcanzar acuerdos con otras fuerzas, porque esa es la esencia de la democracia post bipartidista. Si antes decíamos que el PSOE estaba partido, ahora podemos decir que hay partido al interior del PSOE y eso es una buena noticia para España.

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