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Enrique Navarro

Nos vamos a bajar los pantalones con el separatismo

Cataluña es una aldea de pequeños burgueses más preocupados por el canut que por las señas de identidad.

Cataluña es una aldea de pequeños burgueses más preocupados por el canut que por las señas de identidad.
Carles Puigdemont, el pasado viernes | EFE

¿Quién nos iba a decir que sería el Gobierno de España el que más acabaría colaborando para alcanzar un acuerdo con el separatismo, y que sería el independentismo quien más haría para matarlo?

Van a ser los soberanistas los que pasen la factura a Puigdemont y a su banda por haber hecho un ridículo tan monumental. Fracasado el referéndum, la estrategia es la huelga general y la toma de la callepor las turbas ¿En Cataluña? ¿Pero es que no conocen a su pueblo? Para hacer una revolución hace falta mucha hambre y mucho revolucionario y Cataluña es una aldea de pequeños burgueses más preocupados por el canut que por las señas de identidad. El fracaso de los independentistas es su incapacidad para movilizar al pueblo en su enfrentamiento contra el estado, Los apenas miles de personas que han salido a la calle son ridículas; cualquier evento festivo moviliza más gente en nuestro país que Puigdemont y su esperpento nacionalista. Siempre pensamos los castellanos que sería un catalán el que acabaría con el independentismo, pero que el autor sea el abanderado del secesionismo es algo por lo que nunca estaremos bastante agradecidos. Gracies Carles, has suicidado al independentismo.

Los catalanes pueden querer ser independientes o no, pero no quieren ser Albania, y ya han percibido que un proceso de enfrentamiento sólo conduce al desastre. Al resto de españoles nos iría mal, pero a los catalanes ni les cuento. Sólo la salida de la banca catalana del Banco Central Europeo provocaría tal colapso que sería necesario un corralito de meses y la nacionalización de la banca. Si el día dos de octubre hubiera una teatralización de la declaración de independencia, todos los bancos salen ese mismo día para Madrid encabezados por la Caixa para no quedarse enfangados.

Pero lamentablemente existe el convencimiento de que el referéndum o la negociación es inevitable; el gobierno y la oposición en su perenne buenismo, prefieren un mal acuerdo a un enfrentamiento a una tensión que nos condene a una inestabilidad de pésimos resultados para nuestra economía.

Un escenario de conflicto en Cataluña sería una recesión para una economía que basa su crecimiento en el turismo y en las exportaciones de las empresas propiedad de multinacionales y que compra casi todo en el exterior, superior a la reciente crisis. Una reducción del turismo de un 20% y una retirada de las inversiones españoles nos llevarían a Cataluña a la quiebra, y a España al rescate. Pero no sería el peor escenario.

Por eso hay que entender que no sólo se la juega Cataluña en todo esto, lo que está en juego es la supervivencia de España y de nuestro nivel de vida conseguido con el esfuerzo de generaciones.

Los que apuestan todo a elecciones, como Ciudadanos, se están cavando su tumba, porque ¿Qué pasará cuando haya un nuevo Parlamento con mayoría soberanista incluyendo a los Comunes? Si le damos tanta relevancia a unas nuevas elecciones y se pierden las habremos convertido en plebiscitarias y estaremos derrotados.

Existe el convencimiento generalizado de que no es posible una marcha atrás en la deriva que el gobierno de España ha ido creando en estas décadas que nos han conducido a esta situación que es irreversible, porque vamos a seguir pensando que tenemos que ceder más para evitar el chantaje, y lo haremos.

Hasta en el Partido Popular tienen asumido que habrá que negociar para otorgar más concesiones. Es decir, frenar hoy el conflicto, dándole una patada hacia delante. No nos equivoquemos, España se va a bajar los pantalones con el soberanismo. Tendrán su referéndum pactado, antes o después, y mientras les daremos más privilegios a los separatistas. Hasta en Moncloa admiten que Cataluña acabará teniendo cupo fiscal y selecciones deportivas. Cualquier entendimiento que evite el conflicto es la solución más cómoda para economía y el bienestar de los españoles, eso es lo que piensan en todos los partidos. Claro que si en una hipotética negociación cambian cupo y selecciones deportivas por mossos e inmersión lingüística, se lo firmaba ahora mismo, pero ya se pueden olvidar; a más a más tendrán todo lo de ahora más el cupo más el reconocimiento nacional que implica en el fondo la soberanía exclusiva y excluyente de Cataluña.

Pero incluso en este modelo de estado asociado al que nos encaminamos de forma inexorable con el beneplácito y casi el fervor de todos los partidos españoles, los españoles no catalanes seremos los mayores perjudicados y por eso Mariano no se trata de Cataluña sino de España. Las consecuencias de un modelo pactado de secesión amenazan de forma implacable a nuestro modelo económico y social, mientras que una secesión no pactada tendría una gran perjudicado, Cataluña que quedaría aislada, sin banca, con fronteras, en definitiva, un estado fallido y paria por la gloria del catalanismo.

Hasta el Partido Popular empieza a calibrar las ventajas de un modelo pactado de estado asociado. España sufriría un golpe económico mayor que el de la última crisis, pero tendría fundamentos para sobrevivir, aunque con un empobrecimiento que haría mella especialmente sobre las clases trabajadores y pensionistas que verían como el estado de bienestar y de protección social sufre un varapalo brutal. Sin embargo, una España sin Cataluña le garantiza al PP un predominio electoral en el resto del territorio español para los próximos siglos.

Es decir, que ahora que el Gobierno tendría en la mano los resortes para exterminar el soberanismo y reconducir la autonomía a unas bases de convivencia perdidas hace treinta años, cuando el descrédito del independentismo permitiría al gobierno establecer las bases para una autonomía más recortada y devolver competencias abusadas como la seguridad y la educación, más se va a empeñar Mariano en volver a la táctica de la concesión gratuita para mantener una convivencia que sólo tendría una perjudicada, la nación española. En este escenario el PSOE se inmola; Ciudadanos pierde su razón de ser y Podemos como adalid del independentismo queda marginado. España pierde, pero ¿Quién obtendría el rédito electoral? Los afiliados del PP deben rebelarse contra esta estrategia que atenta contra la esencia de los padres fundadores del centro derecha español sólo para mantener el gobierno de Mini España.

Es decir que todo lo que han perdido los soberanistas en este proceso lo van a recuperar gracias a la bajada de pantalones del gobierno de España. Van a perder esta batalla y le vamos a dar la victoria en una mesa de negociación con el aplauso de todos desde el jefe del estado y príncipe de Cataluña hasta los líderes políticos, de los medios de comunicación y del gran capital. Ellos serían los beneficiados de este acuerdo; los perjudicados los españoles que atónitos observan como son ninguneados en las decisiones que les afectan de una manera tan gravosa. Negar a los españoles la capacidad de decidir sobre esta cuestión es una sedición mayor que la que se produce en Cataluña.

Una vez más veremos cómo los catalanes nos expolian nuestros recursos y trabajadores con el beneplácito y concurso de Madrid; ya lo llevamos viendo hace siglos, por mucho que aleguen lo contrario; nosotros sí sabemos la verdad. No hay más que pasearse por los pueblos de La Mancha o Extremadura y viajar a Cataluña para darse cuenta dónde se llevaron nuestra riqueza. Los soberanistas no son más trabajadores sino unos piratas que nos han saqueado con la perenne amenaza del conflicto, ésta es la realidad.

Todos estos economistas que con buenas intenciones pretenden demostrar que el gran perjudicado de la secesión es Cataluña, nos engañan. Solamente una "Albanialuña" sufriría una recesión de siglos, pero ya verán que no va a ser así y en lugar de acabar con el independentismo o dejarlos a su suerte en un conflicto perenne, les vamos a hacer un regalo que ni merecen ni se han ganado; una vez más.

La cesión pactada va a suponer una pérdida de decenas de miles de millones para España; una reducción del PIB per cápita de España desde los 24.100 euros actuales a 20.635 euros frente al catalán de 28.590 euros. Es decir, perderíamos un 20% de nuestra riqueza actual lo que haría insostenible todo el modelo social y de bienestar y dejaría en una situación muy débil a nuestras finanzas. El incremento de la tasa de desempleo desde el 17,22% actual a nivel nacional al 18,46% frente a una Cataluña con el 13,20%, muestra el inmenso impacto sobre la economía española de una independencia o de modelo de soberanía pactada.

España quedaría con un PIB de 806.607 millones de Euros como Holanda, apenas tan grande como Ciudad Real; y un impacto sobre las inversiones extranjeras brutal. El sistema de pensiones sería inviable; nuestra deuda sobre el PIB se dispararía más de 10 puntos sólo en el primer día y necesitaríamos de un rescate de urgencia. Claro que para deuda, Cataluña que arrancaría peor si asumiera toda la deuda del estado que le corresponde, que habrá que verlo, pero apenas diez puntos más que la actual con un PIB per capital un 30% superior al español, es decir con mayor resistencia. Mariano no se quieren independizar nos quieren sablear.

Todo esto sin contar con el efecto del descrédito de la imagen de España, un país incapaz de dominar a cuatro sediciosos y de mantenerse unido; y a la espera de que otros sigan el ejemplo. El gobierno se va a bajar los pantalones para gloria de Cataluña y ruina de España. Amén.

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