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Eugenio D´Medina Lora

Nacido el 4 de mayo

Si uno de los problemas de los liberales contemporáneos es que no tenemos mitos recientes, a diferencia de los socialistas, que en muchos casos han "fabricado" ídolos de criminales, el 4 de mayo puede ser el nacimiento de uno, auténticamente popular.

El referéndum del domingo 4 de mayo de 2008 hubiera definido una nueva forma de pensar la política en Bolivia, cualquiera que hubiera sido el resultado. Pero además, al ganar el "sí", representará un punto de quiebre para la lucha contra el verdadero causante de la delicada situación en que se debate la Bolivia de hoy y gran parte de la América Latina: el comandante Chávez y su proyecto totalitario socialista.

El déspota venezolano Hugo Chávez se había construido una aureola de imbatibilidad que fue menoscabada por el resultado de su propio referéndum de diciembre de 2007 en que la mayoría de su país le dijo "no" a sus intentos de eternizarse en la jefatura de gobierno. Pero nadie podía dudar que simplemente, aceptara su derrota. Todo lo contrario, desde entonces él sabe que, si sigue perdiendo batallas, su poder se debilitará e incluso su base clientelar doméstica se irá desgranando poco a poco. Por ello, ha planteado la batalla en Bolivia contra el referéndum.

Para evitar el éxito de la consulta, el Gobierno boliviano, amparado por Chávez, ha emprendido una lucha sin cuartel contra este mecanismo de expresión democrática. Se ha apelado a todo tipo de acciones reaccionarias. Desde la intimidación a la población con desplazamientos del ejército y la descalificación legal a la consulta denominándola "encuesta de opinión", hasta la apelación a la OEA acusando los peligros derivados del conflicto y la grosera intervención del propio presidente Morales esta semana para regalar parte de los ocho millones de dólares puestos por Chávez para los municipios bolivianos en los barrios marginales de Santa Cruz, para la implementación de obras de infraestructura.

Para comprender el verdadero alcance de este referéndum es necesario ponerlo en contexto. Es un error subestimar lo que significa Chávez en América Latina. Un enorme error considerarlo torpe o sólo folclórico. Hugo Chávez es el político más consistente de Latinoamérica. Instauró un régimen socialista en Venezuela llamándolo por su nombre; implementó un régimen de nacionalizaciones y adoctrinamiento marxista en su país; se convirtió en el sucesor de Fidel Castro pero con el añadido de sus petrodólares; patrocinó los proyectos políticos de sus socios ideológicos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y ahora, posiblemente, Paraguay; es amigo declarado de los grupos terroristas marxistas de la región, en especial de Colombia; mantiene una relación cordial con los regímenes socialistas de diversos tonos de Uruguay, Chile, Brasil y Argentina; y apoya a los movimientos desestabilizadores en Perú y México en la persona de los candidatos opositores.

Nada de esto es casual, sino parte de un plan muy bien diseñado. Chávez ha sostenido abiertamente que está dispuesto a crear un Vietnam en Bolivia. Para ello, estaría planeando construir una hegemonía militar. Según algunos analistas bolivianos, hay indicios de que militares venezolanos pueden realizar operaciones en Bolivia amparados en el acuerdo militar de 2006 entre Morales y Chávez. Según la Agencia de Noticias FIDES, se estaría desarrollando un pensamiento estratégico sudamericano entre Venezuela y Bolivia para desarrollar una industria militar combinada. Para complementar lo anterior, la revista Caretas de Perú denunció en marzo pasado que reservistas peruanos, pertenecientes a las huestes armadas del candidato Ollanta Humala –amigo de Chávez– y próximos a las llamadas Casas del ALBA –patrocinadas financiera e ideológicamente por Chávez–, estarían siendo entrenados en instalaciones militares de Bolivia, con los gastos financiados por la Embajada de Venezuela en La Paz. Como complemento final de toda esta estrategia, la cercanía de Chávez a gobiernos como el iraní, pueden llegar –en el colmo del delirio, pero no de lo improbable– a instaurar la variable nuclear en la ecuación geopolítica de América Latina, con impactos impredecibles. Sería un error tomar todo esto como una elucubración carente de sentido y subestimar esta estrategia montada de manera inteligente y consistente para los propósitos de la expansión socialista en la región.

Se ha dicho que el proyecto autonómico es separatista y que, por ello, representa un atentado a la nacionalidad boliviana y a la unidad nacional. Nada más falso. Basta con revisar el primer párrafo del primer artículo del Estatuto del Departamento de Santa Cruz, que dice literalmente que "Santa Cruz se constituye en Departamento Autónomo, como expresión de la identidad histórica, la vocación democrática y autonómica del pueblo cruceño, y en ejercicio de su derecho a la autonomía departamental, reforzando la unidad de la República de Bolivia y los lazos de hermandad y solidaridad entre todos los bolivianos". Pero la reaccionaria actitud del denominado aymarocentrismo ve en la reivindicación de la autonomía de una región que produce las tres cuartas partes del PIB boliviano con una cuarta parte de la población del país altiplánico un proyecto separatista que estaría buscando hacer un nuevo país para una oligarquía privilegiada.

Esto es pura patraña, como lo demuestra un análisis más exhaustivo de los hechos que se vienen produciendo. Los socialistas del continente no se oponen al separatismo, sino a la libertad. Por ejemplo, tanto Morales como Chávez están patrocinando, a través del discurso ideológico y de la financiación, el separatismo del departamento peruano de Puno, de importante presencia aymara, aprovechando los elevados niveles de pobreza ahí existentes. Tan descarada es esta intromisión que la máxima autoridad de ese departamento ha declarado este proyecto abiertamente, así como su militante identificación con el proyecto etno-socialista Morales-Chávez. Aunque esta idea ha recibido una abrumadora oposición de su propia población, Puno es hoy el principal bastión del chavismo en el Perú, apoyado por la cercanía de su socio estratégico alojado en La Paz.

Es cierto que el movimiento autonómico impulsado desde Santa Cruz no tiene bandera política ni es ni puede ser propiedad de un solo partido. Sin embargo, por todo lo anterior y por el contexto en que se desarrolla, que excede las fronteras bolivianas, los amantes de la causa de la libertad lo declaramos nuestro, independientemente de las filiaciones partidarias. Si uno de los problemas de los liberales contemporáneos es que no tenemos mitos recientes, a diferencia de los socialistas, que en muchos casos han "fabricado" ídolos de simples pillos y criminales, el 4 de mayo puede ser el nacimiento de uno, auténticamente popular. Éticamente sustentado en la sagrada lucha y defensa de la libertad y políticamente consistente con las apeladas descentralización y autodeterminación. Que esa fecha marque el nacimiento de nuestro mito de libertad, del "grito de Santa Cruz" que sintetice todos nuestros clamores. De un nuevo hito en esta hora de la lucha por la libertad amenazada por el totalitarismo del petro-imperialismo millonario de quien patrocina el socialismo del siglo XXI y sus políticos asalariados satélites en la América Latina.

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