Menú
Eva Miquel Subías

A propósito de los apellidos vascos

El éxito de la película es, en gran parte, debido a los años de crisis y agotamiento. Y les explico rápidamente por qué.

Les diré que hoy me siento francamente agotada. Y con la tensión muy bajita. Bien saben ustedes que no suelo comportarme quejosamente, pero qué le voy a hacer. Es lo que va teniendo el exceso de confianza.

Y al hilo de mi agotamiento físico y mental, no quiero flagelarme más de la cuenta entrando en análisis diversos sobre el trío soberanista desplazado a la capital de España para darlo todo en la Cámara Baja. Ya me perdonarán hoy. Aunque me temo que tampoco les sorprendería mi visión al respecto.

Así que voy a centrarme en los motivos por los que en nuestro país se ha producido un arrollador éxito taquillero de un largometraje español, no sabemos si previsto o no.

A estas alturas, no dudo de que todos ustedes ya conocerán a fondo el tema que aborda la comedia 8 apellidos vascos, con lo que voy a aventurarme y dar por hecho que ya están familiarizados con el muchacho de Sevilla que se enamora de una niña vasca y emprende un viaje acompañado del manual Euskera para torpes en busca de la que cree que, a pesar de las diferencias culturales, puede ser un amor al que no debe dejarse escapar.

Y así, de entrada, la determinación del chaval ya me gusta. La gracia del mismo al enfocar los archimanidos tópicos, también. Luego ya, a medida que la película avanza, las sonrisas van adoptando otras formas, pero en definitiva, se trata de una cinta simpática, con un guión histriónico pero efectivo y lo más importante, ha conseguido llegar a un gran público sin apenas daños colaterales.

Nos recuerda mucho, a pesar de las diferencias argumentales, a la comedia francesa Bienvenidos al Norte y su posterior versión italiana Bienvenidos al Sur, aunque éstas sean mucho más sutiles y mucho menos descarnadas, entrando algo más a fondo en la cuestión.

Me encantaría decir que el éxito se debe a nuestra madurez democrática y a nuestra capacidad de autocritica y análisis a través de un enorme sentido del humor que se ha apoderado de nosotros de manera repentina.

Pero no. El éxito es, en gran parte, debido a los años de crisis y agotamiento. Y les explico rápidamente por qué.

A ver. Cierto es que los españoles, un poco cachondetes, sí que somos. Y que ante cualquier situación la emprendemos con una sarta de chistes encadenados con chiquitocalzadas tonos es un hecho evidente.

Pero también les digo que, de la misma manera que el período de crisis ha ayudado a aumentar el consumo de realities y ha contribuido a un incremento de comportamientos infieles, el público demanda, cada día más, momentos de relajación, de higiene mental, de no pensar demasiado y de desengrasar un poco los problemas que a diario nos acechan. Sean éstos de tipo económico, personal, o de identidad nacional.

Efectivamente. Leí no hace mucho un estudio que así lo respaldaba y otro que había realizado la web de contactos Ashley Madison al respecto. Aunque, a mi juicio –fuente: mi intuición– habrán aumentado los flirts, los coqueteos y tonteos varios, pero la materialización de los mismos es lo que justamente la crisis económica no habrá permitido llevar a cabo.

En fin, sea lo que fuere, lo que intento decir es que hay una buena parte de ciudadanos que necesitan distracción, estímulos diversos y momentos en los que la mente no está estresada y ocupada en problemas varios. Y la comedia 8 apellidos vascos lo ha sabido ofrecer. No sé si es el momento justo de madurez en los que uno puede ya hacer chascarrillos varios con la kale borroka y demás asuntos espinosos. Pero lo cierto es que ha funcionado.

Me cuentan que se está preparando la versión catalana. Y una cosa les digo. Que la hagan por el bien de Cataluña y del resto de España. Aunque ya les advierto que va ser mucho más complicado el enfoque, que van a tener que hilar, en definitiva, mucho más fino, pero si ésta se hace bien, yendo más allá de los tópicos que todos imaginamos, podría ser mucho más efectiva que cualquier debate en ningún Parlamento.

Así que venga, manos a la obra.

En España

    0
    comentarios