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Eva Miquel Subías

A vosotros os pido

En primer lugar, me gustaría que velarais por la permanencia de los valores occidentales.

"Hay momentos en la vida en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una obligación. Un deber civil, un desafío moral, un imperativo categórico del que uno no se puede evadir"(La rabia y el orgullo. Oriana Fallaci).

Mis queridos Reyes Magos;

No recuerdo cuándo fue la última vez que os escribí. Pero sí recuerdo que cuando lo he hecho, he tenido la fortuna y el privilegio de ser una de aquellas personas a las que habéis correspondido en gran parte a lo que os demandaba. Es por ello que, en base a aquella lejana tradición, recupero la ilusión epistolar para plantear una serie de peticiones.

Veamos. En primer lugar, me gustaría que velarais por la permanencia de los valores occidentales. Aquellos que garantizan que una sociedad sea libre, acorde al imperio de la ley heredado de Roma, los mismos que han respetado la libertad individual, los que han hecho que las naciones prosperaran, los que fomentan una igualdad de oportunidades, no así de resultados, aquellos que, en definitiva, nos han permitido saber diferenciar la línea gruesa y visiblemente clara entre el Bien y el Mal.

Al hilo de lo anterior, os pediría que mantuvierais cierto orden internacional, que no se resquebrajara demasiado el mapa mundial y que podáis protegernos y garantizar nuestra seguridad. Sé que este asunto es verdaderamente challenging, como diría un moderno marketiniano, pero quizás sea el que pueda hacer derrumbar el sólido pilar que sostiene la civilización occidental.

Siguiendo con mis deseos, queridos Reyes Magos, sería altamente reparador y gratificante que en mi país, España, y a pesar de que es una tendencia generalizada, pudiéramos escapar a la asfixia de lo políticamente correcto y cualquiera, en especial los que se dedican a la política y los que dirigen las instituciones económicas y sociales, pueda expresarse sin temor a que un grupo auto erigido en el garante de la moralidad y la corrección política le linchen al amanecer en las redes sociales.

La demagogia tan rudimentaria y ordinaria instalada gracias a lo anteriormente comentado, es algo que también sería altamente recomendable eliminar. O, en su caso, suavizar. Sería francamente estimulante y refrescante que pudiéramos emitir libremente nuestra opinión sin tener que seguir la caligrafía socialmente impuesta e incluso se pueda razonar y debatir desde el mínimo respeto a las reglas de juego. O todos futbolistas o todos jugadores de rugby. Pero, en términos que utilizaría un amigo mío que practica tan noble deporte, no puede salir un zaguero a correr junto a futboleros.

La Justicia, por otro lado, debería centrarse en proteger al inocente y al débil frente a los abusos de cualquier otro, así como, por ejemplo, el derecho a tu propiedad y que en el caso de que unos intrusos invadan tu hogar, la Ley te proteja a ti y no al que ha invadido tu sagrado espacio.

Me haría inmensamente feliz que todos mis paisanos catalanes pudieran sentirse igualmente españoles y gozaran, como antes lo habían hecho, de ese gran privilegio que supone pertenecer a una nación tan rica y diversa, pero aquí me planto. No os lo voy a poner más difícil, que bastante trabajo os estoy dando.

Y ya de paso, si nos dejáis un poco de buen gusto y educación, os prometo que seré buena niña.

Como también –atendiendo a una petición muy personal– que cualquier español que acuda a nuestras playas se cubra el torso con una simple camiseta al ir a tomar algo al chiringuito o que no desaparezca el imperativo, tan maltratado por esa letal R del infinitivo.

Pero vamos. Haced lo que podáis.

Con cariño y afecto.

Eva Miquel Subías

En España

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