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Eva Miquel Subías

Color humo, tendencia de otoño

Según el Índice de Percepción de la Corrupción –centrado en el sector público– nuestra querida España desciende tres puestos en la clasificación, pasando del 25 al 28 y dejando a los malvados Estados Unidos en la decimoctava posición

Me he propuesto no alterarme. Complicado, pero no del todo imposible. Así, desde que he regresado de mis vacaciones estivales, leo los periódicos, escucho la radio y veo la televisión acompañada siempre por una pelotita de esas anti-estrés. Ayer mismo me lesioné mi dedo meñique de tanto apretarla pero creo que ambas sobrevivimos.

Ver a nuestro presidente pisando fuerte por la primera avenida neoyorquina, a punto de lanzarse al East River con el rostro coloreado y entonando aquello de "a por ellos, oeeh"; escuchar a una desafiante Magdalena Álvarez emplazando a su interlocutor a verse las caras en el exterior del hemiciclo (y no precisamente con un florete dialéctico, sino con un tono más propio de un oscuro garaje suburbial); y leer cómo un impasible vicepresidente económico asegura sin el más mínimo pudor que nunca se ha negado desde el Ejecutivo que España estuviera sumida en una creciente crisis han acabado con mi relajación mental y con mi esfera juguetona, que se la he regalado al cachorro de mi vecina para que la acabe de devorar.

Y mientras retomo mis clases de Pilates para afrontar el prometedor avance otoñal, he decidido leer el informe de Transparencia Internacional presentado esta misma semana para ver si me aliviaba un pelín, aunque francamente, sin grandes resultados.

Según el Índice de Percepción de la Corrupción –centrado en el sector público– nuestra querida España desciende tres puestos en la clasificación, pasando del 25 al 28 y dejando a los malvados Estados Unidos en la decimoctava posición en armoniosa compañía de los nipones. Por cierto, les sugiero a los responsables de TI España que, además de realizar un estudio sobre el estado de los ayuntamientos (que ya sé que lo elaboraron) hagan lo propio con las Comunidades Autónomas. Ansiosa estoy de ver el resultado.

Bien, yendo a las últimas páginas del documento podemos ver cómo se define el concepto corrupción, detallándolo como el abuso del servicio público para el beneficio particular. Pues si nos ceñimos a estos criterios, no quiero ni pensar cómo deben funcionar las instituciones de los países que se encuentran a partir de número 50.

No me sorprende, por otro lado, los nombres de los países que ocupan los primeros puestos. Y un apunte frívolo, si me permiten. ¿Creen que tendrá algo que ver que en Dinamarca, Suecia o Nueva Zelanda no celebren a diario un acto, festejo, homenaje, aniversario, acontecimiento deportivo, ideológico o cultural, de esos que tanto nos gustan y en los que las supuestas salas VIP –siglas, por cierto, que siempre me han parecido bastante ordinarias– suelen ser cinco veces más grandes que las de acceso general?

Así que en lugar de estar leyendo propuestas de cómo fortalecer nuestras instituciones, de qué manera podemos contribuir a su independencia, de cómo una sociedad civil sólida y autónoma puede ayudar a desengrasar las enquistadas administraciones o cómo lograr unos marcos legales más estrictos para evitar ciertos abusos, creo que esta vez el Gobierno me ha convencido y me voy a apuntar a ese color humo que todo lo difumina y que tan bien les sienta.

Además, acabo de ver un cárdigan tono ceniza de temporada que pienso adquirir con permiso del Euribor.

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