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Eva Miquel Subías

Dime que me quieres, aunque sea mentira

El espejito Cataluña ya se ha manifestado a favor de que el presidente Zapatero no pise demasiado aquellas tierras, donde no hace tantos meses le aclamaban en todo tipo de polideportivos.

Pensaba una en cómo se sentiría José Luis Rodríguez Zapatero en estos días en los que los bellezones de Sienna Miller y Jude Law han vuelto a la carga repletos de pasión por tercera vez, los mismos días en los que otro bellezón, nuestra internacional y más que sugerente Elena Anaya ha puesto a toda España al borde de un ataque cardíaco entre las paredes de una habitación de un hotel romano, por aquello de compensar un poco la tardía llegada de la primavera.

Y lo pensaba, no porque mi mente sea algo caótica y primitiva, que también, sino porque intento imaginar a nuestro presidente frente al espejo, cara a cara con su rostro, intentando sostener la mirada consigo mismo y lamentando lo poco que le quieren fuera de nuestras fronteras.

Quería inicialmente centrarme en la consulta popular que el Ayuntamiento de Barcelona está llevando a cabo en mi ciudad con el objetivo de ver si se reforma o no la Avenida de la Diagonal. Ya ven, es que –como en alguna otra ocasión les advertí– allá vamos por libre, a nuestras cosillas varias, porque palabras como déficit, paro, deuda o ajuste no se consideran lo suficientemente cool ni trendy para convivir con ellas, así que de reformitas estamos. Lo que les decía, que lo descarté en cuanto un queridísimo amigo, cuyo nombre prefiero obviar por temor a que deje de serlo, me tildó de caer en provincianismos, algo que, por otro lado, suele hacer con preocupante frecuencia en los últimos tiempos.

En pleno proceso de "espejito Bruselas, dime quién es el más guay", en el que una mayoría de los ministros de Finanzas de la Unión Europea le ha hecho saber a nuestro gobierno lo poco relevante del recorte presupuestario instándole a presentar un plan más riguroso y significativo de cara a la próxima reunión del Ecofin y donde el "no habrá más recortes" de Zapatero, se ha convertido en el ya tan habitual sí, bueno, pero, que tan bien describe la acción gubernamental española, hace entrada en escena el barómetro del CIS.

El sondeo, realizado curiosamente en el momento más calentito de la trama Gürtel, pone en evidencia el tan sólo punto y medio que separa al Partido Popular del PSOE en cuanto a intención de voto, así como la escasa valoración de sus líderes, en claro descenso y pasando a ocupar el primer puesto como el político mejor valorado Josep Antoni Duran i Lleida. 

Ante las críticas de los populares por el paso del sondeo por los fogones o por los mejores salones de belleza, como ustedes gusten, sale al paso el portavoz parlamentario socialista, el imbatible Alonso para enarbolar la bandera de la independencia del organismo y tildar a los populares de malos perdedores, quienes, al parecer, no hacen otra cosa que culpabilizar a los árbitros.

Y así, entre nosotros, querer demostrar a estas alturas la independencia del actual Centro de Investigaciones Sociológicas es como si Fernando Sánchez Dragó intentara convencer al mundo de su repentina castidad. Poco probable, me aventuro a pronosticar, aunque no del todo imposible.

El espejito Cataluña ya se ha manifestado a favor de que el presidente Zapatero no pise demasiado aquellas tierras, donde no hace tantos meses le aclamaban en todo tipo de polideportivos y el espejito Ferraz empieza a contemplar caras nuevas en el horizonte, donde antes tan sólo existía la mirada de ojos verdes y simpática sonrisa de quien por el momento sigue instalado en La Moncloa.

Francamente, la historia de España sabría agradecerle a quien ahora intenta fijar el rumbo de nuestra embarcación, que recogiera sus bártulos, soltara cabo y admitiera que le faltan más de dos tardes para ser capitán de yate. Se lo agradeceríamos profundamente y quién sabe, años más tarde podría incluso llevarnos de paseo, pero sin dejar nunca de ver tierra, por si acaso.

Ahora toca otra cosa y si no queremos ver el rostro cada día más dibujado de José Blanco al otro lado del espejo, la oposición en bloque debería prepararse a conciencia para zarpar y si no les consideran atractivos, deberán convencerles de la confortabilidad, seguridad y prosperidad que pueden ofrecer. A cada uno le toca jugar con las cartas que le han tocado en vida.

En España

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