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Eva Miquel Subías

El español no gana por casualidad, no...

Nuestra natación sincronizada, nuestra gimnasia rítmica, nuestro hockey femenino, nuestro balonmano... Son muchas las disciplinas en las que les batimos. Salvo en el rugby, donde España está ausente, tal y como 'L'Equipe' se encargó de señalar

Voy a empezar la columna de hoy con alguna oportuna advertencia. Veamos. Procuraré no caer en lo que tantas veces he reprochado en cuanto a generalizaciones diversas se refiere. Así, intentaré no dejarme llevar en exceso por ninguna pasión de pertenencia a mi patria, ya que no me gustaría parecer que ahora comulgo con  doctrinas nacionalistas. Correré ese riesgo. No es fácil, pero lo asumiré. 

Vaya por delante mi total indignación y hartazgo con el comportamiento de muchos de los medios de comunicación franceses. Y no sólo desde que aprovecharon mezquinamente la crisis del pepino, alegando que las condiciones sanitarias francesas nada tenían que ver con las nuestras, no. Tampoco que se hayan tomado el severo castigo a Alberto Contador como un triunfo personal. Tampoco. Porque ya viene de lejos. Y las menudas, cuando reaccionamos, lo hacemos con furia. Y si somos mujeres, para qué les voy a contar. 
 
Una servidora puede entender que cuando ese país vecino, al sur, te pasa a velocidad de AVE gastronómicamente hablando y las guías gourmet de reputada fama internacional -incluidas las francesas, con sus zigzagueos- se rinden a la evidencia de que los fogones españoles son muy superiores en cuanto a calidad, vanguardismo, explosión de sabores, situando a los tuyos en la cavernas del más puro clasicismo -a pesar de la excelente materia prima- pueda escocer. 
 
También es comprensible que cuando la selección de baloncesto de esos mismos vecinos te vencen para proclamarse campeones de Europa, pueda hacerte fruncir el ceño. O cuando éstos logran el Mundial de Fútbol. O la Copa Davis. O el Tour. Ay, ese Tour. O ese españolito de nombre Rafael y de apellido Nadal que se revuelca en tu tierra francesa, esa tierra batida de Roland Garros, mientras soporta no sólo la tensión asfixiante de una gran final, sino a un público manifiestamente maleducado. No, si lo entiendo, lo entiendo. 
 
Nuestra natación sincronizada, nuestra gimnasia rítmica, nuestro hockey femenino, nuestro balonmano... Son muchas las disciplinas en las que les batimos. Salvo en el rugby, donde España está ausente, tal y como L'Equipe se encargó de señalar, apuntando este dato como un aliciente más a apoyar a Francia en el trofeo de las 6 naciones: "Porque por fin no será España quien gane". 
 
La guindita, tras el bochornoso rapapolvo mediático a Contador en la prensa gala ha sido un videoclip de los guiñoles de Canal + Francia, en el que aparece un caricaturizado Rafa Nadal echando su orina en lugar de gasolina en su vehículo, para salir posteriormente a toda velocidad y que concluye con el lema: "Los deportistas españoles no ganan por casualidad". Gracioso, ¿A que sí?
 
La envidia -eso también lo sabemos por aquí- tiene efectos letales y oscuras consecuencias. Aunque mi recomendación sería la de designar un equipo jurídico, escudriñar cada uno de los gestos, palabras y acciones de estos tipos, y así, mediante un varapalo judicial, reubicarlos en su sitio. Y bien sentaditos, les dejaría. 
 
Quizás así, sólo quizás, pensarán algo más antes de ensuciar con su tinta los periódicos. Esos que dejan pegajosos con sus manos grasientas de tanto manipular hígados de oca. 
 
Bien a gustito que me he quedado. Y sin cantar el "yo soy español". No me ha hecho falta.

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