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Eva Miquel Subías

El valor de la seniority

Un país dinámico y emprendedor como los EEUU, lo tiene claro. Barack Obama ha basado gran parte de su éxito en los juniors, pero las tareas de mayor responsabilidad en la Administración van a ser confiadas a personas de la talla de Lawrence Summers.

En esta época que vivimos donde las generaciones españolas en el ámbito de la vida política se fulminan de un plumazo de par en par, merece la pena dedicarle siquiera unos minutos a repasar el perfil de las personas que se van configurando como principales colaboradoras del recientemente elegido presidente de los Estados Unidos de América.

Dejando a un lado al joven y creativo David Plouffe, artífice junto al top adviser David Axelrod del magistral y excelente diseño de la campaña electoral de Barack Obama, el resto de colaboradores y cargos futuribles son nacidos alrededor de los años 40 y 50, con amplia y reconocida experiencia y los lomos curtidos por el frío seco de los inviernos en política.

No sé si habrán tenido la oportunidad de ver la miniserie que HBO le ha dedicado a John Adams. El que llegó a ser el segundo presidente de los Estados Unidos –soberbia interpretación de Paul Giamatti–, hombre independiente, de inamovibles principios, con un sólido compromiso con la ley y la defensa de la libertad individual, apoyó sin fisuras la Independencia del país y fijó las bases del futuro republicanismo.

Asistir a los interesantes y profundos debates entre los representantes más que solventes de las diferentes colonias, ver cómo se van tejiendo los valores que todavía hoy perduran y seguir de cerca el curioso marcaje y los sabios consejos de la esposa de Adams en referencia a su visión de la sociedad y en ocasiones a su comportamiento algo arrogante, es simplemente apasionante.

Dos siglos más tarde, el espíritu de esa gran nación sigue vivo. Y Obama tampoco ha querido estar al margen de aquél.

Pero hay un hecho innegable. La auténtica revolución, más allá del charme, la infalible seducción o la impoluta comunicación visual del candidato demócrata, es la que se ha producido en las redes sociales. Los denominados grassroots se han organizado de manera impecable y su traslado a todos los rincones de internet ha sido garantía de éxito. Así, la coordinación entre Youtube, MySpace, Facebook o Twiter y la movilización de numerosos jóvenes motivados a través de éstos ha sido una apuesta segura y eficaz.

Los demócratas han sabido conjugar la innovación, la juventud, un espíritu aparentemente rompedor, con la perspectiva de los políticos seniors y la reivindicación de las convicciones de antaño pero estéticamente recicladas.

Desde la celebración de las primeras elecciones democráticas, hemos visto cómo en España se han amortizado hasta tres generaciones de políticos. ¿Puede, un país como el nuestro, permitirse el lujo de lanzar por la borda a personas de demostrada capacidad y solvencia? ¿Es inteligente prescindir de ellas por unas "cuotas" implícitas o explícitas, que imponen llevar consigo un DNI post Vittorio di Sica y su Ladrón de Bicicletas ?

Desde luego, un país dinámico y emprendedor como los Estados Unidos, lo tiene claro. Barack Obama ha basado gran parte de su éxito en los juniors, pero las tareas de mayor responsabilidad en la Administración van a ser confiadas a personas de la talla de Lawrence Summers, quizá a los gobernadores Bill Richardson, Janet Napolitano o Deval Patrick y John Kerry o Richard Holbrooke, todos ellos nacidos entre 1941 y 1957. Seniors de los pies a la cabeza.

Es obvio que no se deben confundir con algunos de nuestros españolitos de cualquier tendencia ideológica que llevan años sin dar un palo al agua paseándose de un cargo a otro, más conocidos comosurvivors. El conceptosenioritycomo tal, lleva consigo de manera tácita una seriedad, responsabilidad y solidez que muchos de los anteriormente mencionados ni las huelen.

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