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Eva Miquel Subías

In Zapatero We Trust... or not

Me conformo con que Zapatero haya podido constatar que el país al que tanto ha despreciado en su juventud, sólidamente apoyado con los lemas típicos de adhesivo de pastelito, goza de la libertad, entre ellas la religiosa, más amplia de todo el mundo.

Hoy voy a faltar a mi palabra. Les dije que esta vez me emplearía a fondo con el caso de la vigorosa Mrs. Robinson, pero lo voy a dejar para otro momento. Porque sobreexcitada sigo con la invitación al presidente de turno de la Unión Europea, a la sazón José Luís Rodríguez Zapatero, para viajar a los States, mantener una cordial entrevista y participar en el National Prayer Breakfast.

Desde hace más de cincuenta años la organización internacional The Fellowship, también conocida como The Family, viene organizando grupos de oración por todos los Estados Unidos, incluyendo el Presidential Prayer Breakfast, rebautizado más tarde como Desayuno Nacional de Oración, donde los presidentes norteamericanos han asistido sin interrupción llegando a institucionalizar ese día, fijado en el primer jueves de febrero.

A nadie se le escapará que el aroma que desprende esta asociación es esencialmente conservador y, de hecho, conocidos son sus estrechos lazos con las organizaciones más fundamentalistas de corte evangélico.

El poderoso lobby cristiano ha escogido a través del Congreso de los Estados Unidos a nuestro querido presidente, laicista confeso y practicante, para que participe en tan energético desayuno, de la misma manera que en anteriores ocasiones se ha procedido a contar con personajes de diversas confesiones. Ante este hecho, José Luís Rodríguez Zapatero aludió a la "grandeza democrática" y a la tradición de EEUU de acoger a "personas de distintas convicciones". ¿Qué les parece? Todo un ejemplo a seguir, por parte de quien ante el desfile de la bandera que representa esa "grandeza democrática" se quedó bien reposado en su asiento poniendo cara de "mirad, mirad, qué chulito soy y cómo me zampo las barras y las estrellas de los malones americanos".

No les voy a negar que me pirraría por estar allí y poder ver al presidente del Gobierno español relatar con todo lujo de detalles ante una nación cuyo uno de sus lemas es "In God we trust" su particular cruzada en contra de todo simbolismo religioso, como la paulatina retirada de los crucifijos en las aulas escolares o el intento de suprimir éstos en las tomas de posesión de los altos cargos. Con un par, presidente. Adelante, demuestre su arrojo. No nos lo ponga fácil y no nos haga decir que con tal de hacerse una foto con Barack Obama, tanto le da una reunión eucarística como un encuentro con los balleneros de las costas de Nueva Inglaterra o su participación de una edición de American Idol.

¿O no es así, Mr. President? Porque claro, se trata de algo mucho más fácil y cómodo –aunque menos ejemplarizante– ser implacable con los débiles y dorarle la píldora al fuerte, aunque tenga que dejar sus "convicciones" a las que en tantas ocasiones se refiere en un cuenco aparte mientras cocina otro plato de difícil digestión pero de gran colorido y magnífica presentación.

De todas maneras, una servidora se conforma simplemente con el hecho de que José Luis Rodríguez Zapatero haya podido constatar que el país al que tanto ha despreciado en su juventud, sólidamente apoyado con los lemas típicos de adhesivo de pastelito, goza de la libertad, entre ellas la religiosa, más amplia de todo el mundo, en la que alguien como él cabe sin más como tantos otros, porque precisamente en eso consiste esa libertad -en la que entra también la de no creer–, sin que en ningún momento puedan tambalearse sus cimientos, puesto que éstos están más que solidificados. Y no estaría de más que importara esa idea a nuestro país, donde día a día la demagogia y el sectarismo se han instalado cómodamente en nuestras instituciones. 

Lo que ya no sé es si, a estas alturas, In Zapatero we can trust. Mucho me temo que no, que confianza, lo que se dice confianza, la justa. Por lo menos por mi parte.

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