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Eva Miquel Subías

La política y sus mayúsculas

Más allá del "no todo es economía", me gustó escuchar una reivindicación de la "política con mayúsculas". Porque hoy es más necesaria que nunca.

Pensar a largo plazo no acostumbra a ser sencillo. Y dependiendo de los zarpazos que esta vida nuestra haya podido darnos, la visión del mismo puede variar su medida en una gran dimensión. Una servidora, sin ir más lejos, cada vez planifica menos. Intenta organizarse como puede, pero los plazos que me establezco son cada vez más inmediatos.

Por no hablar de Paco el quiosquero, al que hace tiempo que no veo y cuya visión del tiempo se circunscribe al pago de IVA trimestral. Y ya, a partir de ahí, lo hablamos –me indica siempre–. He echado de menos verle el día de San Esteban, casi tanto como los canelones que se toman en mi tierra en esta fecha. Esta vez me he quedado sin su certera visión y su lectura atinada del mensaje navideño de S. M. el Rey.

Sola y desamparada, pues, me dispongo a ello.

Suele decir Paul Auster que para los que no tienen creencias, la democracia se ha convertido en su religión. Y quizás sea por este motivo, entre otros, por el que no pocos españoles siguen confiando en el sentido común y la capacidad estabilizadora que ejerce una institución como la Monarquía en España.

Cuando hay una parte de este gran país que está siendo gobernada por unos políticos que han decidido por su cuenta y riesgo que ha llegado la hora de emprender nuevos rumbos, en uno de los ejercicios de más clara y grave irresponsabilidad política e institucional de los últimos tiempos –cuya constatación de la misma será más que palpable–, muchos son los ciudadanos que esperan escuchar de ese Monarca, refrendado y fortalecido tras una Constitución votada allí no hace tantos años, palabras de aliento y serenidad.

Y lo cierto es que lo hizo. Con unas sutilezas no aptas para muchos, pero logrando un equilibrio y una templanza que auguran cierta esperanza en que nuestra Carta Magna pueda marcar caderas.

Más allá del "no todo es economía", me gustó escuchar una reivindicación de la "política con mayúsculas". Porque hoy es más necesaria que nunca. Y sí, estoy de acuerdo en su contundente recordatorio. Jamás se había producido por parte de la población tal desprecio por las instituciones y por algunos de los que las representan.

De hecho, hay muchos jóvenes que acaban de votar por primera vez que ni siquiera sabrán a qué me refiero. Porque esa mayúscula apenas la han conocido. Consonantes sueltas y pequeñitas, en todo caso, con alguna vocal y una tilde que haya podido despuntar en un determinado momento seguida de algún sugerente punto suspensivo, a lo más.

Ahora bien, el Rey don Juan Carlos no debe pensar a corto plazo, debe hacerlo pensando en las generaciones venideras, algo que tampoco resulta fácil y que la pasada Nochebuena nos dejó bastante claro que así debía de ser.

El nuevamente investido President de la Generalitat no tuvo tiempo de escuchar el mensaje de S. M. el Rey. Al parecer estaba enfrascado en la nueva composición del Gobierno que hoy dará a conocer. Sin embargo, casi el 58% de la población catalana sí tuvo tiempo de verle y escucharle.

Y si yo fuera Artur Mas habría reservado 8 minutos de mi preciado tiempo para prestar atención. Prestar atención a lo que dijo y especialmente a lo que no dijo, con un fosforito en una mano y un roller en la otra.

Porque de proseguir en su tozudo empeño, se avecinan tiempos convulsos y necesariamente las mayúsculas van a tener que salir del armario y echar mano de un coraje que no parece estar de moda, pero es más necesario que nunca.

Y ya si eso, el próximo año lo seguimos viendo. Aunque tengamos que marcar el punto y aparte para ver emerger forzosamente alguna de esas mayúsculas.

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