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Eva Miquel Subías

L'anxaneta Montilla

Montilla le ha dicho a ZP que ojito, que va quedando menos para agotar el plazo de diálogo sobre la financiación autonómica, al tiempo que le ha ofrecido su amor a cambio de regalitos, ya sea en especie o en cash.

Sabía yo que no podíamos encarar las vacaciones estivales sin otro congreso. Y menudo cónclave, oigan. Me encantan estos chicos del PSC. De entrada, organizan un parque temático dejando el Epcot Center de Orlando a la altura de un chiqui park. Así, quien quisiera desconectar de algunas de las apasionantes ponencias podía escoger entre sesiones de taichi, danzas Bollywood rollito "La Boda del Monzón", degustaciones diversas de vitamínicos zumos de frutas y repostería árabe, e incluso un shopping tour de rebajas por la Ciudad Condal.

Perdonen que me detenga más de lo necesario, pero no podía pasar por alto la sección de souvenirs, con esa magnífica tostadora que deja incrustada en la rebanada de 8 cereales sin corteza las siglas del partido, donde, por cierto, si untas mantequilla en la P y en la C, puedes decorar la S con mermelada de cítricos y... et voilà, bonita bandera española que te zampas cada mañana. ¿Y qué me dicen del "pack aroma", con el frasco "fragancia socialista" como protagonista? ¿A qué olerá?

De todas formas, llámenme antigua, aunque entonces, ¿a qué se va a un congreso? ¿Es que ahora ya no se debaten informes, principios ideológicos y líneas estratégicas a seguir? Me temo que tendré que ponerme al día rápidamente en materia de conferencias políticas mientras reflexiono sobre el olor de las nubes.

Reciclado en el más feroz de los nacionalistas y en un incipiente como desconocido "picarón", Montilla le ha dicho a ZP que ojito, que va quedando menos para agotar el plazo de diálogo sobre la financiación autonómica, al tiempo que le ha ofrecido su amor a cambio de regalitos, ya sea en especie o en cash.

Arropado por todos los delegados, el president ha dicho en voz alta y con la mano en el corazón cuatribarrado que no permitirá que nadie le dé una sola lección de catalanismo y que sólo aceptará, en todo caso, lecciones de lengua catalana. Algo bien curioso cuando algunos catalanes, sin tan siquiera requerir un solo repaso a la gramática catalana (que dominamos perfectamente, para enojo de muchos), hemos dicho que no aceptaríamos que nadie nos dijera de qué manera teníamos que amar nuestra tierra. Recuerdo una ocasión en la que, participando en un coloquio de un programa de TV3, la centralita se colapsó y me llamaron de todo menos bonita por decir algo similar.

El Congreso del PSC ha sido como un sólidocastelldonde la base del mismo, la piña, ha sido fundamental para permitir al tronco alzarse sin temblores, y por donde l´anxaneta (el niño o niña que sube a lo alto del castillo humano verificando con el brazo alzado que la torre está debidamente cargada) Montilla ha trepado. Al llegar a la cima, y sin quitarse la barretina, le ha dicho a Zapatero: mis veinticinco y yo somos invencibles. Tú mismo.

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