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Eva Miquel Subías

Palabra de catalana

El mantenimiento de la palabra dada era algo también muy característico del carácter catalán. No he leído nada acerca de este rasgo desde hace tiempo pero intuyo que este concepto se habrá visto también alterado en los últimos años.

Les confesaré, a modo de anécdota, algo confesable. Antes de instalarme en Madrid solía venir a pasar muchos fines de semana junto a mi querida Natalia. Exposiciones, teatro, cenas interesantes, alguna copa inesperada, en fin, lo propio supongo de un par de chicas solteras. Reservaremos lo que no es revelable. O, por lo menos, poco conveniente.

Algo muy común a muchos catalanes al pasar por la capital es pretender invitar a todo el mundo a todas horas, por aquello de contrarestar la mala fama que tenemos, sobre todo en cuanto a tacañería se refiere. Ahora, me temo, hay cosas peores que han superado a ésta. Pero entonces era el tópico del agarradete lo que más se comentaba. Así que teníamos más que asumido que regresaríamos siempre con los bolsillos bien limpios. Y con cara de pringadillos, digámoslo también.

El paso de un catalán por Madrid nunca cae en saco roto. Vean, si no, a Duran i Lleida, que hasta los de la Sexta consiguieron que se echara al monte y acabó describiendo el color de su ropa interior. Sí, han leído bien, la de él. En cuanto a la de la periodista, lo único que sabemos es que el político democristiano se preguntaba si llevaría o no algún tipo de sujeción pectoral.

Y si a esto le sumamos que según la miniserie que Telecinco ha realizado sobre el noviazgo y posterior desenlace de los Príncipes de Asturias –cuyo duelo de audiencias con Antena 3 resultó ser victoriosa para ésta– donde nos muestran a Su Majestad desayunando mientras lee La Vanguardia y viste chándal en tonos gris topo, pues nada, a relajarnos toca.

Así que en esas estamos. Tras subirse Artur Mas a La Noria de Jordi González y conceder una entrevista a todo color a la revista del cuore Lecturas, le tocó el turno a José Montilla quien accedió gustamente a subirse también a ella, a modo de publirreportaje. Suavecito, suavecito. Aunque probablemente a los responsables de tan tierna conversación les traicionó el subconsciente y le trataron del mismo modo que tratas a alguien especial al decirle adiós en una estación de tren, olvidando cómo se comportó en diversas ocasiones, porque las despedidas conservan siempre ese sabor a cierta indulgencia.

Y de hecho, los obsequios escogidos así lo demuestran. Al líder convergente le regalaron un ejemplar de Las flores del mal y otro de Le Petit Prince, de Saint-Exupéry que le permitió mostrarnos su fluidez con el francés. Il Principe de Nicolás Maquiavelo lo tienen reservado a la espera de que acuda Rubalcaba. Sin embargo, al todavía president, le obsequiaron con una edición especial de la wagneriana DieWalküre, así como con un par de entradas de palco para disfrutar de la ópera el próximo mes de diciembre en el Teatro alla Scala.

Más que evidente la desproporción de los presentes y obvia la conclusión de que Montilla podrá, ya en diciembre, disfrutar de su tiempo libre.

Mientras, la sociedad catalana, al tiempo que el resto de los que conforman el agónico tripartito apuran sus horas acariciando los tapices de Palau, muestra su recelo –en un 44%– a que ningún partido pueda solucionar los temas que más preocupan a la ciudadanía y que pasamos a recordar tot seguit.

Según la muestra más reciente realizada por la emisora del Grupo Godó, la economía y los asuntos relacionados con la inmigración son, por este orden, las principales cuestiones sobre las que los candidatos a la Generalitat deberían prestar especial atención, aunque una buena mayoría de los encuestados considera que no hay ningún partido en Cataluña que esté en condiciones de ofrecer ninguna solución al respecto. Muy alentador.

La educación y la sanidad ocupan el tercer y cuarto puesto en el ránking de preocupaciones, así como un incremento de la seguridad ciudadana, con lo que la "desafección" de la que tanto hablan los políticos y periodistas catalanes, así como las consecuencias del Estatut, no parecen importar demasiado, a juzgar por las últimas encuestas. Sin embargo, ahora hay más de un 50% que han mostrado su conformidad a la prohibición de las corridas de toros.

Siguiendo un poco con los tópicos con los que he iniciado esta columna, el mantenimiento de la palabra dada era algo también muy característico del carácter catalán. No he leído nada acerca de este rasgo desde hace tiempo pero intuyo que este concepto se habrá visto también alterado en los últimos años.

Veremos pues cómo se fraguan los pactos postelectorales, la intensidad del soberanismo según convenga, la reedición –si ésta fuera posible– de un tripartito negado y renegado, las promesas de reducción pesebrística y de transparencia institucional, o la persecución de corruptelas instaladas y olvidos notariales.

En una reciente visita de Scarlett Johansson a Barcelona cuya cena transcurrió sentada a la izquierda de Artur Mas, éste le dijo al despedirse de ella: "Si vuelves y soy el Governor, llámame". Apuesto todo lo que dejé en rondas nocturnas que esto sí es de palabra.

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