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Eva Miquel Subías

Te amaré eternamente hasta mañana por la mañana

El líder de Unió ha actuado acorde a lo que la situación política demandaba, lo ha hecho además con un discurso sólido y claro.

Semana de gran intensidad política. Agotamiento, resignación, victoria amarga de unos, derrota más amarga todavía de otros, rostros que se saben al final de la travesía, rostros de ¿habremos hecho lo correcto? y caras de "vamos a demostrarles de lo que somos capaces".

Quiero contarles algo. Y lo quiero hacer antes de pensarlo varias veces, porque no quiero restarle espontaneidad a lo que, equivocada o no, creo en estos momentos y a pesar de que mi ímpetu no sólo no ha sido en ocasiones mi mejor consejero sino, más bien, mi más fiel enemigo, correré el riesgo.

Escenario: Congreso de los Diputados. Asunto: Debate del Real Decreto-Ley 8/2010, de 20 de mayo, que supone la adopción de medidas extraordinarias para rebajar el déficit público español y lograr así la petición de Bruselas.

Desenlace: El Grupo Popular, Partido Nacionalista Vasco, Esquerra Republicana de Catalunya, Izquierda Unida y Grupo Mixto deciden votar en contra de la propuesta del Grupo Socialista. CiU, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro ofrecen su abstención permitiendo así al Gobierno sacar adelante el decreto-ley.

Estrategia: Los populares no están dispuestos a hacer ningún tipo de concesión a quien consideran el responsable último de la situación de extrema gravedad que atraviesa España, con lo que no quieren contribuir a que el presidente del Gobierno siga llevando las riendas de un caballo desbocado por su propia culpa. Los nacionalistas vascos, tras la negativa a sus peticiones de trueque político para la no paralización de las obras del AVE en el País Vasco, deciden votar también en sentido contrario. Sin embargo, los convergentes –espero que nadie se moleste por no apearme en cada uno de los grupos para ir al grano– deciden sentarse, hacer sus números, cotejar el calendario y salir a escena con el fondo y la forma perfectamente diseñados, los gestos escogidos al milímetro y un Durán i Lleida más entregado que nunca a su papel de sabio consejero preocupado, casi indignado, al que no lo queda más remedio que apelar a la responsabilidad, que coincide por fortuna con su táctica.

CiU ha decidido hacer el "boca a boca" a José Luís Rodríguez Zapatero al tiempo que le pide elecciones anticipadas, pero no ahora, justo después de las elecciones autonómicas catalanas, si no le importa y avisando de antemano que no apoyarán los Presupuestos Generales del Estado. Eso lo sabemos todos y no es ninguna sorpresa. Sabemos también que los nacionalistas catalanes podrían enseñar a otros muchos cómo se manejan los tiempos. Pero fueran sus motivos los que fueran, el líder de Unió ha actuado acorde a lo que la situación política demandaba, lo ha hecho además con un discurso sólido y claro y ha hecho saber a España que van a estar todos para arrimar el hombro, gusten más o menos las medidas a adoptar o sean éstas más o menos suficientes, que no lo son, y lo sabemos también.

Conclusión: Soledad de Zapatero, sus vicepresidentas en horas bajas saltando obstáculos cada vez más complicados, un Gobierno más que tocado, un líder de la oposición que –aún entendiendo sus motivos– deja escapar la oportunidad de convertirse en el protagonista de ese cambio que muchos esperamos, pero desde la grandeza de sentarse con humildad a remar al lado de quien consideras un auténtico irresponsable en aras de una cierta estabilidad que te permita, desde ella, arrancar tu proyecto.

Durán i Lleida, con su full de ases y ochos, no ha necesitado tirarse ningún farol y muchos se han dejado seducir por él, sabiendo lo que pasará al día siguiente, pero mientras, ha proporcionado una velada que era necesaria –a sabiendas de que ambas partes son conocedoras del papel desempeñado–, pero una de esas que, al fin y al cabo, le recordarán con el paso de los días la gran faena que hizo en el ruedo.

Veremos pues cómo arranca esta semanita y veremos cómo encaramos los próximos meses, esos en los que viviremos conscientes del poco aire que nos queda, racionando los víveres y con la navaja de los nacionalistas catalanes bien afilada para cortar la cuerda en el momento de máxima tensión, justo en los últimos metros antes de fer el cim.

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