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Eva Miquel Subías

Y yo que pensaba…

Se mostró francamente preocupado por el auge de los populismos en Europa, pero muy en especial por el auge de Podemos en España.

Les escribo estas líneas desde la noche cerrada e intensamente luminosa de Shanghai. Asuntos de trabajo me han traído de nuevo a esta tan apasionante como singular ciudad.

Un octogenario suizo fue mi partenaire en la cena central del motivo que hacía que aquí nos diéramos cita unos cuantos de varios países. Lo cierto es que tengo la suerte de que la compañía de gente mayor no sólo no la rehuyo, sino que me resulta de lo más agradable. Así que todos contentos.

El señor, con un inglés con acento marcadamente alemán y con tantos espolones y cintura como la ironía que lo vestía, hizo que pasara un rato de lo más entretenido.

Canas relucientes, gafas de pasta, corbata inmaculada, manos perfectamente dibujadas con manchas incorporadas que nos cuentan tantos momentos vividos y un color de piel ligeramente tostado.

Y en un momento dado, en plena entrega de premios y menciones, va y me suelta: "¿Te has fijado en que todos y cada uno de ellos tienen, de una manera o de otra, un regalo o una mención? No te engañes. Eso es la pura esencia del socialismo."

Me hizo gracia. Entre otras cosas porque la estampa que veía me recordó a una escena de tiempos pasados, muy pre muro berlinés, pero con locales alrededor de lo más cool y chinos a mitad de camino entre un hipster y el sobrino de mi vecino Rodolfo.

De ahí nos fuimos a otras cosas y cómo no, recalamos en España. Estuvimos comentando cómo había afectado la crisis, cómo se estaba solventando y qué consecuencias políticas estaba teniendo.

Y yo no tuve más remedio que confesarle cuánto me había equivocado.

El suizo y yo comentábamos lo que una crisis puede afectar a un cambio de mentalidad. Y yo, honestamente le apunté que en su momento había llegado a pensar que una de las pocas cosas racionales que podríamos obtener tras atravesar un periodo como el vivido por nosotros sería precisamente ese. Que nuestra manera de enfocar los problemas, nuestro día a día sería mucho más sensato, austero y siendo sabedores de que no podríamos gastar más de lo que tuviéramos. Básicamente. Algo que, más allá de muchas situaciones dramáticas vividas, creemos que tenemos perfectamente interiorizado.

Sin embargo, los acontecimientos han tenido un giro inesperado. Ahora nos encontramos con mucho español que no es que no quiera que se gaste más de lo que entra, sino que desea que se gaste directamente de donde no hay. Españoles que están comprando el mensaje del partido que puede convertirse en la segunda fuerza política en nuestro país. Subida de impuestos a los que contribuyen a la dinamización de la economía y del empleo, y sueldos básicos para todos. Y así estamos. España divida en dos bloques. En dos mentalidades.

Aparcó Martin la ironía y se puso serio. Se mostró francamente preocupado por el auge de los populismos en Europa, pero muy en especial por el auge de Podemos en España. Sin disimulos. Y me deseó suerte, mucha suerte.

Para acabar diciéndome. No permitáis que lo que tanto os ha costado construir se venga abajo con la utilización de unos del sufrimiento de otros. Porque no sabes cómo os arrepentiréis.

Ya. Bien. ¿Y cómo se hace eso? Porque la Historia ya no se estudia como antes o simplemente no se quiere recordar y me temo que ya ha calado que lo confortable es la mención y el regalo de los que antes habíamos hablado.

Y nos despedimos con un apretón de manos y un par de besos.

En España

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