Menú
EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

El libertario victorioso

Según todas las encuestas realizadas tras el magno debate del pasado 3 de mayo entre los aspirantes a hacerse con la candidatura del Partido Republicano para las presidenciales de 2008, el ganador no fue McCain, ni Giuliani, ni Romney. Fue, como me ha insistido con firmeza un amable lector de Seattle, Ron Paul. Un tal Ron Paul, podría decirse, dado el desconocimiento que fuera de Estados Unidos existe sobre él y el escaso eco que su victoria ha tenido en los medios de comunicación tradicionales.

Según todas las encuestas realizadas tras el magno debate del pasado 3 de mayo entre los aspirantes a hacerse con la candidatura del Partido Republicano para las presidenciales de 2008, el ganador no fue McCain, ni Giuliani, ni Romney. Fue, como me ha insistido con firmeza un amable lector de Seattle, Ron Paul. Un tal Ron Paul, podría decirse, dado el desconocimiento que fuera de Estados Unidos existe sobre él y el escaso eco que su victoria ha tenido en los medios de comunicación tradicionales.
Ron Paul.
Pues bien, Ron Paul es un liberal de verdad, de esos a los que en Estados Unidos llaman libertarios. Está a favor de la restauración del patrón oro, siendo como es un seguidor estricto de los economistas austriacos. Quiere suprimir, entre otras muchas agencias gubernamentales que juzga inútiles y perjudiciales, la Agencia Tributaria (el IRS), así como el impuesto sobre la renta. Más aún, aspira a revocar la decimosexta enmienda a la Constitución, que estableció el impuesto sobre la renta en su forma actual.
 
Paul es favorable a lo que denomina una política internacional no intervencionista, que consiste en retirar a Estados Unidos de cualquier empresa bélica exterior que no sea estrictamente defensiva. Incluso votó en contra de que se concediera la Medalla de Oro del Congreso a Rosa Parks y a Juan Pablo II.
 
Así las cosas, Paul parece uno de esos ideólogos típicos del Partido Libertario. De hecho, se presentó a las presidenciales de 1988 bajo la bandera de esa formación. Obtuvo 431.750 votos. En otras palabras, nadie en su sano juicio debería considerar a Paul un candidato serio.
 
Dicho esto, hay por lo menos dos elementos que hacen de él un candidato más serio de lo que parece. El primero es la crisis de los demócratas. Se dirá que viven un momento de gloria, con la crisis de Irak. Puede ser, pero no debería ser ésa la idea de fondo. Festejar como una victoria política la aprobación en el Senado de una rendición militar en Irak es signo de una muy grave patología política y moral.
 
El burro demócrata.Los demócratas se han convertido en el partido de la derrota y han demostrado que han perdido cualquier ápice de conciencia, tal vez incluso de dignidad. Llegarán a la Casa Blanca y no sabrán qué hacer con esa victoria, que será el acta de una derrota de la que habrán sido agentes, causantes y protagonistas. A su lado, Paul, el único republicano que votó "no" a la invasión de Irak –y a la Patriot Act en 2001–, resulta un modelo de consistencia.
 
El segundo es la crisis del Partido Republicano, con la ruptura de la gran coalición social que dio la victoria a Bush en 2000 y 2004. Se podría pensar que Paul representa precisamente una de las piezas sueltas de esa alianza hoy pulverizada, la más liberal, la que menos gusta de la intervención del Gobierno en la vida de la gente.
 
Es cierto, pero Paul representa algo más. Nacido en 1935, médico de profesión, es un hombre afable, sonriente, ajeno a cualquier exceso retórico. Tiene al mismo tiempo veteranía y algo de aparente ingenuidad juvenil, como si este iconoclasta no hubiera roto un plato en su vida. Esta primera impresión de hombre común, sensato, ajeno a las elites, resulta significativa de por sí: es una tradición clásica, y muchas veces ganadora, en la tradición política norteamericana.
 
La imagen de ciudadano honrado y extraño a los enjuagues de Washington disimula una carrera larga y fecunda. Paul, nacido en Pennsylvania, es congresista desde hace diez años por un distrito costero e industrial de Texas, con la ciudad de Galveston como gran centro urbano. Como casi todo Texas, era territorio demócrata desde tiempos inmemoriales, hasta que en los 80 el electorado se hartó de los presuntos defensores de los pobres y decidió pasarse en masa al republicanismo. Lo hizo hasta tal punto de que en 2006 Paul ganó por un 20% de diferencia a su rival demócrata. En 2004 nadie –literalmente– se atrevió a presentarse contra él.
 
En el Congreso lo llaman Doctor No por la cantidad de veces que se ha opuesto a las medidas legislativas que estaba llamado a votar. Además de las ya conocidas, se ha opuesto a la ampliación de los programas médicos, a la ley Sarbanes-Oxley (que quiso meter en cintura a las grandes corporaciones), a la nueva ley sobre financiación de partidos, patrocinada por McCain. Se opuso incluso a la legislación que permitía a los padres vigilar los contenidos de internet al alcance de sus hijos.
 
George W. Bush.A Paul lo han cortejado los demócratas por su oposición a la permanencia de Estados Unidos en Irak, pero no se sabe qué harían con un hombre tan escandalosamente antiintervencionista. Antes de que anunciara su candidatura circularon rumores de su posible presentación por un tercer partido. Las negó entonces, y la presentación de su candidatura en C-Span ha corroborado la negativa.
 
Y es que Ron Paul reclama para el Partido Republicano la herencia liberal pura. Se ha dado cuenta de que hay ahí un campo que, tal vez paradójicamente, ha abierto el desprestigiado conservadurismo compasivo de Bush. Y no sólo negativamente, por haber protagonizado éste un aumento excesivo del gasto y del intervencionismo, sino, tal vez, por haber puesto (o repuesto) la moral en el centro de la vida pública.
 
En contra de lo que pudiera parecer, Doctor No es uno de los legisladores más prolíficos. Hasta 2004 había presentado 68 proyectos legislativos y ocho enmiendas constitucionales. No ha conseguido que se aprobara ninguna de sus iniciativas, pero ha seguido en la brecha. Y es que sus propuestas, tan inaceptables para los dos grandes partidos, no siempre resultan descabelladas, y suelen tener un fundamento bien meditado.
 
En cuanto al matrimonio gay, Paul rechazó, como era de esperar, la enmienda constitucional con que se pretendía proscribirlo, pero, en una línea republicana muy clásica –la misma que Cheney–, remitió el asunto a la legislación estatal. En la cuestión clave del aborto, es un inequívoco "pro vida". Propone que la cuestión vuelva adonde nunca debió salir: la legislación estatal, y además presentó un proyecto de ley, llamado "de santidad de la vida", que habría retirado de la competencia del Tribunal Supremo cualquier competencia sobre casos de aborto. La sentencia del caso Roe versus Wade, que lo legalizó, quedaría anulada en la práctica.
 
En contra de lo que pudiera pensarse, y de lo que algunos de sus fans libertarios esperaban de él, Paul se ha revelado un intransigente en lo relacionado con la inmigración ilegal, y, por una vez, votó a favor de levantar un muro en la frontera con México. Entonces se le relacionó con el radical Tom Tancredo, algo negado de inmediato por Paul.
 
Hay en Ron Paul elementos interesantes acerca de cuáles serán las claves sobre las que habrá de apoyarse el futuro candidato a la presidencia por el Partido Republicano. De importancia no del todo menor es que el dinero para su campaña proceda íntegramente de donaciones individuales. También está consiguiendo un gigantesco éxito en internet, allí donde se ponen a prueba tendencias que luego, aunque no siempre, pasan al gran debate público. El silencio con que se ha acogido su éxito en el debate entre los candidatos republicanos resulta, en cualquier caso, significativo.
 
 
Pinche aquí para acceder a la web de JOSÉ MARÍA MARCO, autor de LA NUEVA REVOLUCIÓN AMERICANA.
0
comentarios