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"POR AHORA": DIEZ AÑOS DE CHÁVEZ EN EL PODER

"Es el petróleo, estúpido"

Hugo Chávez ganó sus primeras presidenciales, en diciembre de 1998, montado sobre un vistoso carruaje tirado por dos caballos apocalípticos: el de la denuncia de la corrupción del Estado y el de la fustigación de las desigualdades económicas. Diez años después, lo menos que puede decirse es que el presidente venezolano ha agravado el peso de aquellas dos monturas.

Hugo Chávez ganó sus primeras presidenciales, en diciembre de 1998, montado sobre un vistoso carruaje tirado por dos caballos apocalípticos: el de la denuncia de la corrupción del Estado y el de la fustigación de las desigualdades económicas. Diez años después, lo menos que puede decirse es que el presidente venezolano ha agravado el peso de aquellas dos monturas.
Hace seis meses su Gobierno aumentó por decreto un 20% las nóminas de empleados y funcionarios públicos. Desde entonces, el ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez Carreño, cobra un sueldo que supera en más de 5.000 dólares el estipendio mensual del inquilino de la Casa Blanca en Washington. O sea, de George W. Bush, epítome del Mal a la cabeza del Imperio y, como tal, supuesto responsable directo de la pobreza, entre otros muchos "miserables de la tierra", de los venezolanos.
 
Más aún: los sueldos que cobran al menos diez altos cargos del Gobierno de Chávez equivalen hoy a 513 salarios mínimos de sus conciudadanos. ¿Habrá que recordar que esto es así a los turiferarios foráneos del "socialismo del siglo XXI"? ¿O será tan inútil evocar datos como éstos ante los Ignacio Ramonet y Noam Chomsky del momento como lo es el esforzarse en que salgan de la caverna platónica del izquierdismo profesional (y lucrativo) a la lancinante realidad del paraíso socialista cubano los García Márquez, Oliver Stone, Belén Gopegui o Isaac Rosa?
 
Hay que leer y releer el artículo que, con el título "Sembrar el petróleo", publicó Arturo Uslar Pietri en 1936. Éste es, sin duda, el texto de opinión sobre el petróleo y sus efectos en la sociedad venezolana más veces citado en la historia reciente de este país. La expresión "sembrar el petróleo" se convirtió en Venezuela en una consigna desarrollista, muy al gusto de la contraproducente doctrina de la industrialización por sustitución de importaciones fomentada desde la década de 1950 por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Se suponía que iba a bastar con inyectar masivamente la renta petrolera en toda suerte de empresas e industrias del sector público para que, por arte de magia, floreciera la prosperidad en Venezuela.
 
Pero la popularidad del escrito de Uslar Pietri se ha cimentado en un malentendido, como recientemente ha señalado Francisco Toro. Entre otras cosas, porque más que en la economía, disciplina en la que no era un experto, el escritor venezolano analizaba hace setenta y dos años los efectos de la dependencia casi exclusiva del petróleo en la sociedad y en la "mentalidad" de los venezolanos, atreviéndose a predecir lo que podía pasar en Venezuela si, como efectivamente acabó sucediendo, se hacía realidad el "sueño suicida de algunos ingenuos que ven como el ideal de la hacienda venezolana llegar a pagar la totalidad del Presupuesto con la sola renta de minas, lo que habría de traducir más simplemente así: llegar a hacer de Venezuela un país improductivo y ocioso, un inmenso parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable".
 
Uno de los efectos más perniciosos de la dependencia omnímoda del petróleo que acabó haciéndose realidad en Venezuela es lo que puede llamarse el mito del "país rico". Todos los venezolanos conocen y practican este mantra, y no pocos son los que creen con fe ciega que su país es realmente "rico" por el solo hecho de tener en su subsuelo ingentes cantidades de hidrocarburos y otras riquezas minerales. Como si la riqueza de un país dependiera de sus recursos naturales y no de su gestión eficaz y del trabajo de sus habitantes, plasmado en la creación de empresas y el desarrollo de actividades comerciales. El efecto de este espejismo ha sido devastador para el país: del petróleo y el Gobierno que lo administra siempre se espera poco menos que el milagro de los peces y los panes. La cultura empresarial venezolana ha consistido mayoritariamente y durante décadas en extender la mano para recibir del Estado subvenciones y ayudas, otorgadas las más de las veces en función de criterios políticos y clientelares.
 
La industria del petróleo fue nacionalizada hace 32 años, durante el primer mandato de Carlos Andrés Pérez (1974-1979). Desde entonces, el peso de este sector en la economía venezolana no ha dejado de crecer. Más aún: la dependencia de las exportaciones de petróleo se ha agravado desde que Chávez gobierna el país, y además lo ha hecho respecto de Estados Unidos, que sigue siendo destino preferente de los hidrocarburos venezolanos. Y ello a pesar de la caída de la producción nacional de crudo y del aumento del consumo interno. Ramón Espinasa resume en cifras esta situación:
Paradójicamente, y contrariamente a la retórica oficial, Venezuela se ha hecho durante los últimos diez años más dependiente, en su ingreso por exportaciones de petróleo, de las ventas a Estados Unidos. Una fracción creciente de un volumen de exportación decreciente se vende a [EEUU].
 
Las exportaciones de petróleo han caído en la medida en que ha caído la producción y ha aumentado el consumo del mercado doméstico de hidrocarburos. A lo largo de los últimos diez años la producción de petróleo ha caído un 25%, de 3,2 a 2,4 millones de barriles diarios (Mbd). Por otro lado, el consumo del mercado doméstico aumentó un 90%, al pasar de casi 400.000 barriles diarios en 1997 a 750.000 en 2007. En consecuencia, las exportaciones de petróleo cayeron más de un 40%, de 2,8 a 1,65 Mbd, entre 1997 y 2007.
 
Las exportaciones de crudos y productos de Venezuela a Estados Unidos han caído de 1,8 Mbd en 1998 a 1,4 Mbd en 2007, una caída de más del 20%. Sin embargo, medido como fracción del volumen de exportación, las exportaciones a Estados Unidos han aumentado del 64 al 85% entre 1997 y 2007. (Espinasa, entrevista realizada el 26-X-2008).
También hay que saber que Chávez ha restado autonomía a una institución, el Banco Central de Venezuela, que servía de contrapeso a la política económica del Gobierno. Espinasa de nuevo:
La ley aprobada a principios de los noventa aseguraba la autonomía del BCV. Las autoridades eran elegidas de común acuerdo entre el Ejecutivo y el Legislativo. Actualmente el nombramiento de las autoridades del BCV es, en última instancia, decisión exclusiva del Ejecutivo. El BCV ha perdido su autonomía en el manejo de la política monetaria y la administración de las reservas internacionales, con lo cual actuaba como contrapeso a la política económica del Gobierno. Contrapeso más necesario en Venezuela que en muchos otros países, dado el poder que tiene el Gobierno, al manejar exclusivamente el ingreso petrolero.
Por si fuera poco, Chávez ha destruido Pdvsa, uno de los escasos consorcios del país en el que sí había logrado imponerse una lógica empresarial moderna y competitiva, y que antes de la llegada de Chávez al poder se había convertido en un referente mundial en el muy tecnificado y especializado sector de la producción, distribución y comercialización de hidrocarburos. Desde el momento en que asumió el poder, Chávez hizo lo posible por controlar este consorcio. Vale la pena recordar detenidamente en qué ha consistido su desastrosa política en este terreno, el más vital para la economía venezolana, y cuáles han sido sus consecuencias. Espinasa:
La pretensión del Gobierno de asumir el control central de Pdvsa, para dedicarla a actividades que no le eran propias como corporación energética, fue la causa de la tensión creciente entre la gerencia profesional y el Gobierno ya desde 1999, que desembocó en el enfrentamiento abierto a lo largo de 2002, para culminar en la huelga y despido masivo de profesionales a finales de ese año y principios de 2003. (…)
 
[El] despido de más de la mitad de los empleados de la corporación a principios de 2003 significó la destrucción de Pdvsa como corporación energética mundial de primer orden. El despido de empleados no fue homogéneo, sino que se concentró en los cargos técnicos, profesionales y gerenciales. La práctica totalidad de los profesionales especializados no regresaron a sus puestos de trabajo después del conflicto, y con ello Pdvsa, y el país, perdió un activo valorado en miles de años de conocimiento especializado acumulado en esas personas.
 
La exploración, producción y procesamiento de petróleo son actividades altamente especializadas. Llevarlas a cabo no sólo requiere educación formal al más alto nivel técnico, sino la experiencia y la práctica que brinda la continuidad en las operaciones. Los profesionales que abandonaron Pdvsa tenían una antigüedad promedio en la empresa superior a los quince años. El conocimiento formal y la experiencia acumulados en los profesionales que se fueron nunca han sido sustituidos. Ni tan siquiera se ha iniciado, después de cinco años, un plan de formación de técnicos petroleros con una visión de mediano plazo.
 
Finalmente, no sólo Pdvsa perdió el grueso de su personal especializado en la actividad petrolera, sino que el Gobierno expropió segmentos de la industria que eran realizados por empresas privadas, bien mediante contratos o en sociedad con Pdvsa. Con lo cual Pdvsa quedó con menos personal especializado y más actividades que atender. (…)
 
Pdvsa se ha convertido en un brazo ejecutivo del Gobierno central. Aun cuando se ha triplicado el número de empleados después del despido masivo en 2003, ha sido para dedicarlos a actividades que nada tienen que ver con la petrolera. Éstas van desde la procura, distribución y mercadeo de alimentos a través de la filial Pedeval al financiamiento y gerencia de un sinnúmero de programas sociales (Misiones) del Gobierno. Más aún, desde Pdvsa se ha manejado la estatificación de las empresas eléctricas, de telecomunicación y de cemento, a lo largo del último par de años. Sólo como ejemplo anecdótico de la dispersión de actividades a la que es sometida Pdvsa en la actualidad, recientemente el presidente ordenó la apertura de una oficina en Pdvsa para la atención de los atletas olímpicos con miras a las Olimpiadas de 2012.
 
Cabe preguntarse, entonces, si ésta es la situación de la industria, ¿qué ha sucedido con la producción y refinación de petróleo en el país? La producción no ha hecho otra cosa que caer después del fin de la huelga. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, la producción de Venezuela es en la actualidad de 2,3 millones de barriles diarios, frente a los 3 millones de finales de 2002, antes de la huelga. La producción ha caído en forma continua e irreversible, solamente sostenida por la inercia que traía con anterioridad. De igual manera, las refinerías del país están produciendo muy por debajo de su capacidad y los productos no cumplen con las especificaciones de calidad requeridas. Venezuela está importando combustibles para suplir el mercado doméstico.
Así, no contento con agravar esos dos males endémicos de Venezuela que son la corrupción auspiciada por un Estado clientelar sometido a los caprichos del gobernante de turno y las tremendas desigualdades económicas entre venezolanos –unos males, para más inri, que siempre se ha jactado de haber sido designado por los manes bolivarianos y el "soberano" pueblo para erradicar–, Chávez ha liquidado la única empresa moderna de Venezuela, de la que además depende el desarrollo de las actividades económicas del país. Es difícil concebir mayor derroche de incompetencia e irresponsabilidad en un gobernante.
 
Lo que sí ha hecho competentemente Chávez es mantener y aun diversificar la tradicional dependencia de los rentistas del petróleo venezolano respecto del Estado intervencionista y paternalista que lo gestiona. Gracias a la espectacular subida de los precios del crudo registrada en estos últimos años (la tendencia alcista empezó en 2000, poco después de la llegada de Chávez al poder), Chávez ha podido dedicarse a "sembrar el petróleo", y no sólo en su país: su petrochequera es la responsable en última instancia de las alianzas regionales con Cuba o Ecuador y sus largesses con los Kirchner, así como del incremento de los negocios con el Irán de Ahmadineyad, la Rusia de Putin y la China de Hu Jintao. Pero el precio del petróleo ha comenzado a caer. Habrá que ver qué otro conejo piensa sacarse Chávez de la chistera para mantenerse en el poder. "Por ahora", y mientras los venezolanos despiertan a la poco esperanzadora realidad de la gestión económica de su presidente.
 
 
Nota: Las citas no referenciadas son respuestas a cuestionarios que la autora de esta serie ha sometido a venezolanos –periodistas, escritores y especialistas en diversas áreas– en las últimas semanas.
 
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