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HEMISFERIO OCCIDENTAL

Las elecciones en EEUU y América Latina

Latinoamérica ha figurado muy poco en la campaña electoral norteamericana. En el primer debate presidencial, aunque el tema central era la política exterior, la región sólo mereció un par de ligeras menciones. No oímos nada acerca de los acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá, ni sobre la cada vez más violenta guerra contra las drogas en México, ni de impulsar la cooperación económica con Brasil y otras naciones importantes del área. Tampoco escuchamos nada relativo al fomento de la transición en Cuba.

Latinoamérica ha figurado muy poco en la campaña electoral norteamericana. En el primer debate presidencial, aunque el tema central era la política exterior, la región sólo mereció un par de ligeras menciones. No oímos nada acerca de los acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá, ni sobre la cada vez más violenta guerra contra las drogas en México, ni de impulsar la cooperación económica con Brasil y otras naciones importantes del área. Tampoco escuchamos nada relativo al fomento de la transición en Cuba.
Esta ausencia se explica, en parte, por los graves retos que enfrentará el próximo presidente estadounidense en Irak, Afganistán, Irán, Pakistán, Corea del Norte, Rusia, China y otros sitios estratégicos en el esquema de la seguridad norteamericana. Salvo que estalle una crisis regional, el Hemisferio no será una prioridad para la próxima Administración, con independencia de quién sea el vencedor. Los ataques terroristas del 11 de Septiembre empujaron la región hacia la penumbra en la política exterior estadounidense, y ni siquiera la presencia ruidosa y beligerante de Hugo Chávez ha cambiado eso. Ni Barack Obama ni John McCain alterarán la orientación fundamental de la misma, que tiene por eje principal el Medio Oriente y Asia.
 
Sin embargo, cabe concluir que América Latina no será ignorada por completo. Los candidatos tienen diferentes visiones sobre la región, especialmente con respecto al comercio. McCain ha respaldado el libre comercio durante toda su carrera, y apoya los pactos bilaterales con Colombia y Panamá que esperan la aprobación del Congreso. En julio visitó Cartagena de Indias para demostrar su apoyo al presidente Uribe y urgir la aprobación del acuerdo comercial. Obama se opone a ambos tratados (como la mayoría de los demócratas en el Congreso), votó contra el acuerdo con Centroamérica y la República Dominicana e incluso ha sugerido que trataría de renegociar el TLC de Norteamérica, vigente desde 1993. También ha amenazado con cargar de impuestos a compañías que trasladen puestos de trabajo al exterior, es decir, que inviertan en operaciones realizadas fuera de Estados Unidos.
 
Barack Obama.Aun así, son muchos los que en Latinoamérica parecen esperanzados con que un Obama presidente aumente la ayuda económica. Él ha prometido que su Administración aumentaría "sustancialmente" la ayuda a las Américas. Pero, dada la magnitud del paquete destinado a la emergencia financiera y los planes del demócrata para gastar más en salud, educación y energía, es dudoso que América Latina fuera a ver un aumento significativo en dicha cooperación. El Congreso estadounidense, además de su celo proteccionista y tradicionalmente adverso a la ayuda exterior, tiene en la mira gastos internos que considera más urgentes.
 
¿Y la inmigración? McCain y Obama han expresado anteriormente su apoyo a una reforma integral de la política migratoria, tema sumamente polémico en ambos partidos. Si el vencedor de los comicios presionase por una reforma migratoria integral al principio de su mandato, asumiría un riesgo político grande.
 
En relación con Venezuela, McCain ha criticado a Obama por prometer reunirse con Chávez sin condiciones previas. Esa idea fue imprudente, y Obama, aunque intentó rectificar, ha pagado por ello. Pero no está claro si alguno de los dos podría hacer mucho para variar la política exterior venezolana. En tanto el precio del petróleo no baje significativamente, lo cual, probablemente, no sucederá muy pronto, Chávez continuará nadando en petrodólares y podrá seguir financiando a sus camaradas de la región.
 
Terroristas de Hezbolá.El presidente venezolano también ha cultivado cálidas relaciones con Rusia e Irán. Moscú y Caracas crearon recientemente un consorcio para explorar, extraer y vender petróleo y gas no sólo en Venezuela, donde ya lo hace, sino en Ecuador y Bolivia. Asimismo, Rusia y Venezuela pueden empezar a colaborar en el ámbito de la energía nuclear.
 
Por otro lado, hay evidencias de la vinculación de Chávez con el grupo terrorista Hezbolá, apoyado por Irán. En junio, el Departamento del Tesoro estadounidense denunció que Venezuela "emplea y provee refugio a operativos y recaudadores de fondos de Hezbolá". Esto sucedió a pocos meses de la última exposición de los lazos chavistas con las terroristas FARC de Colombia.
 
Por fortuna, Chávez no representa a la izquierda latinoamericana más amplia. Durante los últimos años, líderes de centro-izquierda responsables y pragmáticos han asumido el poder en Brasil, Uruguay, Chile y Perú. Entre tanto, reformistas de centro-derecha gobiernan en Colombia y México. Gracias a esos esfuerzos, la región en su totalidad ha avanzado bastante bien.
 
En efecto, la gran mayoría de los países latinoamericanos ha podido establecer economías más sólidas, disminuir la pobreza y consolidar la democracia. A la espera de lo que ocurra con la conmoción financiera, que podría desencadenar una profunda recesión mundial, la mayoría de América Latina parece seguir una ruta relativamente estable de desarrollo económico y maduración democrática. Los Estados Unidos pueden y deben apoyar significativamente ese proceso, aun cuando sus principales prioridades de política exterior estén, lamentablemente, orientadas hacia otras regiones.
 
 
© AIPE
 
JAIME DAREMBLUM, director del Centro de Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute (Washington DC).
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