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ARGENTINA

Qué quiere ocultar Cristina

Hace poco Paul Krugman puso a la Argentina como modelo para salir de la crisis: "Una notable historia de éxito, que guarda lecciones para la Zona Euro". Interesante comentario de un premio Nobel sobre un país gobernado de una manera tan desvergonzada que se llega a intervenir el instituto nacional de estadística para retocar las cifras incómodas.


	Hace poco Paul Krugman puso a la Argentina como modelo para salir de la crisis: "Una notable historia de éxito, que guarda lecciones para la Zona Euro". Interesante comentario de un premio Nobel sobre un país gobernado de una manera tan desvergonzada que se llega a intervenir el instituto nacional de estadística para retocar las cifras incómodas.

Esto seguramente es poco importante para Krugman, ya que a él solo le interesa mostrar un país que tenga éxito usando su consabida receta para salir de la crisis: gastar, gastar y gastar aún más. Pero a los argentinos, especialmente a los más pobres, sí que les interesan las mentiras de su Gobierno: simplemente porque los niega, los elimina de las estadísticas, para mayor gloria de la señora presidenta.

Veamos esto un poco más de cerca, ya que también nos dice qué es lo que Cristina Kirchner quiere ocultar con sus aspavientos nacionalistas.

En una medida sin precedentes, a comienzos de 2007 el Gobierno de Néstor Kirchner intervino el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). El objetivo primario de esta operación era manipular el índice de precios al consumidor, que sirve, entre otras cosas, para ajustar el monto y con ello el costo de la deuda pública indexada. Se trataba, en otras palabras, de maquillar estadísticamente un robo descarado.

La manipulación de este índice tiene consecuencias que van mucho más allá de encubrir el robo ya comentado. Permite, por ejemplo, inflar los éxitos del Gobierno haciendo aumentar ficticiamente el PIB (cosa que Krugman debería haber advertido al presentar el diagrama que exhibe como prueba irrefutable del éxito argentino). Pero el caso de la pobreza es el más ilustrativo sobre los efectos de la manipulación kirchnerista:

  • Número oficial de pobres (finales de 2010): 3,97 millones.
  • Número de pobres según la consultora Equis: 8,26 millones.
  • Número de pobres según el Banco Ciudad de Buenos Aires (BCBA): 8,95 millones.
  • Número de pobres según SEL Consultores: 9,03 millones.
  • Número de pobres según el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra): 9,19 millones.
  • Número de pobres según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica de Buenos Aires (UCA): 10,27 millones.

Como se ve, entre 4,3 y 6,3 millones de pobres desaparecen de la estadística oficial gracias a la contabilidad creativa de los Kirchner. ¿Será esto lo que Krugman tiene en mente cuando habla de ejemplo para la Zona Euro?

La persistencia de la pobreza es reconocida incluso por institutos adictos al Gobierno, como el ya mencionado Cifra, que concluye lo siguiente en su balance de mayo de 2011 sobre el desempeño del modelo kirchnerista:

Si bien se verificó una notoria disminución de la pobreza y la indigencia entre los años 2003 y 2006, desde el año 2007 el nivel de dichas variables disminuyó sólo levemente. A fines del 2010, la pobreza alcanzaba al 22,9% de la población y la indigencia al 6,1% de la misma, tras ocho años de intenso crecimiento económico (...) indicando que el aumento en el ritmo de variación de los precios está afectando con intensidad a los sectores de menores recursos.

La razón de la persistencia de la pobreza es más compleja e interesante que el mero aumento (negado oficialmente) de los precios. A partir de 2007-08 se nota un agotamiento del efecto rebote de la profunda crisis de 2001-02, lo que ha debilitado fuertemente la creación de empleo, en particular entre "los humildes", como decía Eva Perón. De hecho, de 2003 a 2007 el empleo creció un 16,6%, mientras que de 2007 a 2011 solo lo hizo en un 4,1%, y hay que apuntar que este modesto debe mucho al gran incremento del empleo público: en las empresas públicas el empleo creció nada menos que un 67,1% (para eso, entre otras cosas, se expropia YPF). La prestigiosa consultora SEL es clara sobre este triste regreso de la empleomanía del Estado argentino:

El sector público es un empleador destacado. Sus tres jurisdicciones (nacional, provincial, municipal) ocupan a 2,4 millones de personas. Esto significa que en uno de cada cinco hogares el empleo público es la fuente de ingresos, si no siempre única, principal en una elevada proporción de los casos. Los ocupados en el sector público constituyen, además, un tercio del empleo asalariado en blanco.

La pérdida de capacidad de la economía argentina para generar empleo ha tenido un impacto directo sobre los sectores más vulnerables (que, evidentemente, no son los que consiguen los codiciados empleos públicos), cuya tasa de empleo era en 2010 apenas superior a la de un año tan crítico como 2003: 52,2% frente a 51,4% (datos del informe del Cifra El mercado de trabajo en la posconvertibilidad, de 2011). Más aún, en tales sectores se observa un marcado descenso de la población activa, que contrasta con lo ocurrido en los sectores medios y altos. Esta caída, de nada menos que 5,1 puntos porcentuales entre 2003 y 2010, es la prueba más patente de las consecuencias destructivas del modelo kirchnerista-clientelista de apoyo a los sectores más pobres: de hecho está destruyendo su potencial laboral y con ello condenándolos a una creciente exclusión definitiva del mercado de trabajo y una dependencia permanente de las dádivas estatales. En suma, eterniza la relación patrón-cliente, básica para todo caudillismo.

La fuerte disminución de la población activa hace, además, que la caída de la tasa de desempleo entre "los humildes" sea, en lo fundamental, pura ilusión estadística. Esto es lo que, más allá de la retórica, representa el populismo para aquellos sectores sociales a los que dice proteger. Esto nos recuerda lo que recientemente dijo el intelectual estrella del kirchnerismo, José Pablo Feinmann, en La Nación:

Es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático, y que te hablan del hambre.

Por estas razones, y porque la explosión de gasto fiscal (subsidios y más subsidios) se ha hecho insostenible, es que se advierte un gran aumento de la conflictividad social en Argentina. Las huestes kirchneristas, como bien lo muestra el conflicto abierto con el secretario general del poderoso sindicato CGT, Hugo Moyano, se están volviendo menos controlables. Después de todo, nunca han estado con el régimen por amor sino porque podía pagar, cosa hoy cada vez más difícil.

Es por todo esto que Cristina Fernández de Kirchner saca a bailar al espectro del patrioterismo. Pobre Argentina, tan proclive a la ilusión y tan cercana al desencanto.

 

MAURICIO ROJAS, autor de HISTORIA DE LA CRISIS ARGENTINA (2003) y de ARGENTINA: BREVE HISTORIA DE UN LARGO FRACASO (de próxima aparición).

bibliotecademauriciorojas.wordpress.com

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