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Federico Jiménez Losantos

5. El PP ha traicionado a su base social

Los publicistas del PSOE andan tan ayunos de imperativos éticos que hasta ahora se han entretenido con los ribetes esperpénticos del Caso Gescartera, que presentan como una especie de aquelarre de la derecha eterna: curas, ciegos, guardiaciviles y banqueros timándose unos a otros. Es tan irreversible el abandono por parte de la Izquierda de todo compromiso moral con la nación que no apelan, como el PP en su día, a una regeneración ética de las instituciones ni piden austeridad, probidad y transparencia absoluta en el manejo del dinero público. No hace falta que nos recuerden que Zapatero votó en contra de todas las comisiones de investigación parlamentaria pedidas por el PP en los grandes casos de corrupción del PSOE. Tampoco ahora se le ve moralmente dolido sino más bien regocijado ante el enfangamiento de las instituciones que deberían velar por la legalidad en materia económica.

No se es felipista impunemente: Zapatero está encantado por la corrupción del PP mientras que el PP en la Oposición estaba –o decía que estaba– horrorizado por la corrupción de España. Aquel PP prometía una renovación ética de la política; este PSOE no propone nada, salvo echar al PP. Sin embargo, nadie votó al PSOE por razones éticas, sino a pesar de ellas. Al PP, todo lo contrario. Y la derecha sociológica es implacable cuando la derecha política la traiciona. Recuérdese a Suárez.

En rigor, a los huérfanos de la Guardia Civil ya los estafó Roldán; Defensa, a través de Narcís Serra, participó en los episodios más sórdidos de la corrupción a través del CESID. La ONCE fue también pieza esencial de grandes enjuagues de corrupción en el felipato –Tele 5 y El Independiente entre otros. Faltaba el cura de Cuenca, que sin embargo, como un padre Brown al revés, es el símbolo de la corrupción de Gescartera y de algo mucho más hondo: la traición de la derecha política a la derecha sociológica. Ese es el gran borrón de Aznar, esa es la tacha de fondo del PP: con el PSOE, a la Iglesia se la solía insultar. Con el PP, se le puede robar aprovechando su buena fe. Diferencia notable, digna de meditación.

Cuando se proclama “centrista”, la derecha política no exhibe moderación sino indiferencia moral ante los compromisos que su base social le exige. Cuando Aznar “pasa página” lo que hace es cerrar el libro de reclamaciones que diez millones de votantes enarbolaban al echar a González. Si Aznar quiere tener un futuro político personal, tendrá que volver al compromiso ético con su base social. Política e ideológica, que lo es también electoral. Pero si –a costa de cortar muchas cabezas– le creen en su propósito de enmienda, será como concederle una oportunidad a un marido infiel. Nada que ver con la ilusión de la boda. Y es que cuando se traicionan las principios éticos se ha traicionado también toda ilusión.

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