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Federico Jiménez Losantos

Ayudemos a Venezuela contra Chávez

Va para dos meses ya la huelga general pacífica de la gran mayoría de los venezolanos contra Chávez. Pese a los quebrantos cotidianos que la escasez de casi todo provoca en los huelguistas, éstos mantienen su pulso contra el gorila colorado, que amenaza ahora con cerrar los medios de comunicación privados que respaldan a la ciudadanía contra el déspota. Por supuesto, Chávez se cree con derecho a utilizar los medios públicos que pagan todos los venezolanos para injuriar a la mayoría que protesta, pero se niega a admitir que los medios que no controla puedan funcionar como en una democracia. Es sólo un botón de muestra de la escalada represiva de un monigote sanguinario y ridículo, rehén de sus compromisos con la cleptocracia militar y la dictadura castrista, que los venezolanos llevaron irresponsablemente al poder y que, ahora, mucho más responsablemente, están sudando sangre para sacarlo.

Desde ese sindicato de mandamases corruptos llamado OEA y desde algunos medios progres de los EEUU y la Internacional Socialista se pretende fletar un “grupo de amigos” para mediar en un conflicto que tiene fácil remedio. Basta con que Chávez acepte el referéndum que legalmente debería celebrarse el mes que viene para, de perderlo, salir del poder. ¿Cabe otra mediación que esa consulta pacífica e inmediata al pueblo de Venezuela? Pero como eso sería respaldar a los huelguistas, tan razonable salida no es la que defienden los “amigos”, que lo son de Chávez tanto –al menos– como de los venezolanos que apalean y asesinan sus matones de los “círculos bolivarianos”. La situación en Venezuela ya no admite más demoras interesadas ni más paños calientes. La postura de los USA es sencillamente miserable, porque lo subordina todo al petróleo y a la relación con Lula, uno de los dos padrinos de Chávez; el otro es Fidel Castro, claro.

Pero España –ya que de los países hermanos de Iberoamérica poca ayuda pueden esperar los demócratas venezolanos, como poca tienen los colombianos y ninguna han tenido los cubanos–, debería al menos hacer público su respaldo a la oposición y pedir a Chávez, todo lo finamente que se quiera, pero pedirle, que se someta al referéndum. Oficialmente, no podemos hacer más. Moralmente, no debemos hacer menos.

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