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Sólo la hipocresía redomada y la criminal estupidez que impregna a los medios de comunicación izquierdistas, progres o a la moda de los tiempos, multiculturalista y mema, explican el escándalo organizado contra unas declaraciones de Silvio Berlusconi proclamando la superioridad de la cultura occidental, especialmente en sus rasgos políticos y sociales, sobre otras culturas y muy señaladamente sobre la islámica. Berlusconi tiene razón cuando dice que sólo en nuestras sociedades occidentales -de raíz romana y cristiana, que es lo que molesta a la Izquierda- se respeta y proteje legalmente al extranjero y al disidente, al menos en mayor medida que cualesquiera otras. Porque, efectivamente, sólo Occidente ha creado una civilización de la libertad. ¡Ojalá los países islámicos respetaran hoy los derechos individuales, la dignidad de la persona como suelen hacer los occidentales! ¿Puede alguien negar que lo que dice Berlusconi es esencialmente verdad? ¿Cuántas democracias existen en países cuya religión mayoritaria sea el Islam? ¿Hay algún país libre en el mundo que no sea occidental o que no haya copiado las instituciones creadas por Occidente a lo largo de los siglos?

Berlusconi dice lo que piensa la mayoría de los europeos sensatos, lo que deberían proclamar todos sus líderes y lo en el fondo respaldan todos sus pueblos, aunque sólo el norteamericano, incluso en los dramáticos momentos que vive, sea capaz de identificar públicamente su existencia política con la causa de la libertad. Y es lo que piensan también –o así lo demuestran- todos los que se juegan la vida cruzando ilegalmente el Estrecho para malvivir en España o en cualquier país de Europa antes que en sus países de origen, generalmente pero no por casualidad, islámicos. Es curioso que el prototipo de político-golfo europeo, Silvio Berlusconi, haya demostrado más valor y más conciencia que la infinita tribu de tercermundistas con visa oro que ha instaurado en los medios educativos y de comunicación ese comisariado de la “cultura de la queja”, que consiste básicamente en la demolición de los valores de Occidente por el procedimiento de rebajarlos al nivel de cualquier civilización, la musulmana incluída.

Pues bien, precisamente eso que diferencia a la civilización occidental de las otras, lo que la hace moralmente superior, políticamente preferible y económicamente incomparable es lo que debería enseñarse en las aulas y los periódicos en estos momentos gravísimos para todo Occidente, empezando por su principal potencia económica y escudo militar que son los Estados Unidos de América. En lugar de administrar ese rancho teórico cretinizante que iguala por abajo todas las culturas, todas las lenguas, todas las tradiciones y todas las costumbres; en vez de esta permanente campaña periodística liberticida, cómplice de cualquier violencia contra el sistema que les da de comer y la libertad que no merecen, los políticos y los periodistas occidentales deberían explicar diariamente las razones por las que vale la pena defender con la propia vida esta civilización de la libertad, que es la occidental, frente a los criminales islamistas –porque no son cristianos ni judíos- que la quieren destruir. Claro que estos demagogos sin escrúpulos son los abogados de Fidel Castro y los que proclamaron hasta la caída del Muro la superioridad del socialismo sobre el liberalismo y de la URSS sobre Occidente. Hoy no disimulan su alegría por esa ferocidad genocida del terrorismo islámico, que viene de lo más bajo, siniestro y rencoroso de su doctrina y se prevale de la complicidad de casi todos regímenes musulmanes, sean aliados de Occidente como Arabia Saudí o enemigos como Libia, Irak o Irán.
Ahora bien, si el Islam es igual o superior a Occidente, ¿por qué los críticos de Berlusconi no proponen la “sharia” como modelo legal, religioso, político y social alternativo? Aquí sí pueden hacerlo. Y ya no engañarían a nadie.

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