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Federico Jiménez Losantos

Colombia contra las FARC: ofensiva a la defensiva

Un observador poco informado de la trágica realidad colombiana y que leyera en estos últimos días los periódicos de la región, quedaría absolutamente convencido de que el Ejército regular colombiano está dispuesto a darle jaque mate a la guerrilla comunista de las FARC. La realidad es mucho más modesta, humilde hasta lo patético. Cuatro mil soldados participan en la ofensiva, cuyo núcleo central lo compone la FUDRA, unidad especial cuyas siglas significan Fuerza de Despliegue Rápido. Pero si se lee la letra pequeña de la información, lo que hace la vanguardia del Ejército constitucional es solamente tratar de impedir una gran ofensiva de las FARC en varias regiones del país, que podrían quedar aisladas, sin luz ni otros servicios y suministros básicos. En los últimos tiempos, aprovechando la llamada zona de despeje, tan grande como Suiza y concedida graciosamente por Pastrana a “Tirofijo”, la guerrilla encadena ofensiva con ofensiva, casi todas triunfantes, algunas sonrojantes para las Fuerzas Armadas Colombianas que deben luchar contra los terroristas que tienen enfrente y contra los entreguistas que tienen al frente, o se, detrás.

La ofensiva de casi una semana ha partido de una nueva situación legal arrancada por los militares a Pastrana: la posibilidad de atacar cuando quieran y donde quieran sin avisar antes. Formalmente, la nueva ley es algo más complicada, pero su fondo es ése: el Ejército no debe ya pedir y conseguir permiso expreso para luchar contra los guerrilleros que combaten la legalidad colombiana. Los buenos pueden atacar cuando crean que pueden ganar a los malos. Hasta ahora, Pastrana no les dejaba. Ahora, han podido bombardear convoyes de soldados que se dirigían a los nuevos frentes rurales o urbanos por ellos elegidos Pero el “formidable éxito” ha causado un número de bajas entre guerrilleros que oscila entre cincuenta y las cien, según las diversas fuentes. Teniendo en cuenta que “Tirofijo” y sus FARC, respaldadas políticamente por Cuba y económicamente unidas al narcotráfico, tienen entre quince y veinte mil guerrilleros, se trata de la eliminación de algo así como la mitad de la centésima parte de la guerrilla. Hay otras dos: las Autodefensas –nacidas como paramilitares- que tienen unos diez mil y el ELN, que tendría entre cinco y ocho mil. Según estos números globales, el Ejército regular habría logrado exterminar a una o dos milésimas de las guerrillas colombianas. Gran éxito militar que tendrá repercusiones políticas: en su último año de Poder, Pastrana podrá extremar la generosidad en sus conversaciones con “Tirofijo”, que, como puede suponerse, está temblando y dispuesto a rendirse. Y encima, la selección de fútbol colombiana ha perdido contra el Perú en la liguilla eliminatoria para el Mundial y en el mismo teatro de su triunfo en la Copa América. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre!

¿Pero por qué razón los guerrilleros –no sólo las FARC– han puesto en marcha una ofensiva generalizada en todos los frentes, y muy singularmente en la frontera con Venezuela? Eso merece comentario aparte.

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