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Federico Jiménez Losantos

Los partidos, en las nubes; el Estado, en las cloacas

Nunca, en los cuarenta años de democracia, ha habido un líder político que presumiera tan obscena e innecesariamente de su poder como Rajoy.

Nunca, en los cuarenta años de democracia, ha habido un líder político que presumiera tan obscena e innecesariamente de su poder como Rajoy.
Congreso del PP. | EFE

El congreso de un partido político español, e incluso antiespañol, se distingue por la presencia de bandadas de cargos que desfilan en formación horizontal, para no dar la espalda a nadie, con un tarjetón de plástico que les acredita como legítimos representantes de sí mismos y del partido al que pertenecen. ¡Como si millones de ciudadanos envidiosos estuvieran apostados a la puerta del congreso para colarse en los apasionantes debates sobre garantías internas y reglamentos de votación!

El poder creciente de la partitocracia se revela en que las tarjetas de acreditación de los previamente acreditados en las mesas identificatorias son cada vez mayores, más aparatosamente plastificadas, más absurdas. Que Rajoy llevara colgando al cuello, como un San Bernardo que socorre a un siniestrado en la nieve, un tarjetón del tamaño de un barril de coñac, es tan grotesco como ver al joven Arenas, que ya mandaba en el PP cuando se inventó el plástico, con un tarjetón de niño sin familia en el aeropuerto.

¿Es que no sabe nadie en el congreso del PP quién es Rajoy? ¿Puede confundirse con otro al joven Arenas? ¿Hace falta que ambos tengan que llevar colgando, en una zona imprecisa entre el abdomen y el bajo vientre, ese pedazo de plástico que les baila entre la chaqueta, la camisa, la nuez descorbatada y ese jersey en pico, vagamente tirolés, típico del pepero común en acto de partido dominguero. ¿Necesitan ese cencerro que los anuncie? Obviamente, no. Pero su humillación ante tan aparatoso colgante es una advertencia al rebaño: si el pastor lleva esquila, cuidadito, ovejitas.

La felicidad inocultable del Poder

El éxito indiscutible del Congreso del PP, totalmente involuntario, ha sido celebrarlo a la vez que el Congreso de Podemos. Lo mejor de Vistatriste, en esa Caja Mágica que apesta a cloaca desde que la inauguró Gallardón, era Vistalegre. Mientras las tribus telecomunistas defendían el caudillaje de Iglesias contra el acaudillamiento de Errejón, en el PP se han limitado a impedir que la grey plastificada pudiera votara sobre los cuatro cargos de Cospedal, las abortadas enmiendas del grupo pro-vida y, lo más risible, la renuncia a la socialdemocracia que indignó a Maíllo Pantócrator.

Lo único que no se ponía a votación era el líder y lo que nadie podía discutir era la felicidad de los altos cargos estatales, autonómicos y locales. Si en próximos comicios el PP recuperase algunos de los Ayuntamientos y autonomías que tenía en noviembre de 2011, el próximo congreso deberá celebrarse en globo, montgolfier o, mejor, en un dirigible a lo Hindenburg, aquel gigantesco artefacto creado por la Zeppelin que debutó en los aires en 1936 y se estrelló en 1937, cuando cruzaba el Atlántico, con 35 muertos. No hace falta decir que el Hindenburg de Rajoy nunca se estrellará en mar o tierra por la sencilla razón de que jamás alzará el vuelo. Es lo más seguro.

Nunca, en los cuarenta años de democracia que se cumplirán en junio de este año, ha habido un líder de ningún partido político, en el Poder o en la Oposición, que presumiera tan obscena e innecesariamente de su poder como Rajoy. Con esa facundia que espantaría en un país acostumbrado a la libertad política, se ha jactado de que no diría hasta el final qué cargos iba a ocupar todo el mundo en el PP, empezando por el de la Secretaría General. El alarde despótico, además del placer para este personaje torvo y mandón, exponía nítidamente la situación del partido más importante de la Derecha: vosotros no existís. Existe sólo el que yo quiera que exista. Así que chitón. Todos seguiréis en vuestros cargos porque yo sigo. Si no sigo, no seguís. La ovación, estruendosa. Ni las criaturas del Arca a Noé cuando escampó.

Las cloacas siguen manando

Pero mientras el congreso del partido del Gobierno navegaba entre las fétidas nubes de la Caja Mágica, las cloacas policiales del Estado iban destilando mensajes amenazadores para el Estado. Y de pronto, zas, lo que nadie esperaba: Zoido va y disuelve la llamada Brigada Secreta de Interior.

Esta súbita rociada de Zotal en los albañales visoeternos del Estado fue precedida de una aparición del mayor de Los Chicos de Oro, Eugenio Pino, que con Villarejo y García Castaño componían la Triada Inamovible de Interior. Lo de Pino era sonrojante por tres razones: la primera es que se mostraba semianalfabeto en su forma de expresarse y eso siempre humilla al ciudadano que paga los sueldos de tanto lerdo; la segunda, que después de criticar a los jueces por no dejarle detener a los Pujol, decía, con todo descaro, que había ordenado investigaciones por su cuenta acerca del 11M, el Caso Faisán y el Caso Marta del Castillo, que son los tres casos sobre los que hay más sospechas de corrupción policial, falsificación de pruebas y encubrimiento de gravísimos delitos, bien de raíz política o comunes, para beneficio del PSOE, de narcotraficantes, bandas policiales o los tres juntos.

Naturalmente, las denuncias eran otras tantas amenazas sobre cuatro casos que los Gobiernos del PSOE y del PP les encargaron de forma ilegal, hicieron chapuceramente, naufragaron por decaimiento político del fervor de la fiscalía, muy en especial el tratamiento legal del separatismo catalán, y se habían convertido, por su distinto nivel de ilegalidad, en armas de chantaje de unos policías que dejaron de serlo hace varias décadas pero que han sido usados como detectives privados del Gobierno para pesquisas que eran chantajes y chantajes que no pasaban de pesquisas. Si Jordi Pujol está libres y a los de Gurtel, en vísperas del Gran Congreso de Fervor Mariano, les han caído trece años, es porque al Gobierno del PP, como antes al del PSOE, nunca le interesó detener y condenar a Pujolone, sino pactar con él.

Pero como los Chicos de Oro de Interior no son demasiado listos, o al menos no lo ha demostrado el abuelo jubileta, estaban confesando el mismo delito de malversación de fondos que la Fiscalía ha perdonado a los golpistas del 9N, pese a existir facturas sobre los gastos de la Generalidad. Si Pino, Castaño, Villarejo o La Brigada del Micro han perpetrado por su cuenta, sin tutela judicial, investigaciones sobre casos ya juzgados, habrían estado malversando a destajo fondos públicos, delito penado con la cárcel.

Al día siguiente -porque las conversaciones en la Cloaca Máxima han durado tres días en el papel, con eco en los otros cuatro medios en la Red do mana información cloaquil y que citamos hace tres domingos- el mayor de los Chicos de Oro trató de enmendar su torpeza, pero era tarde. Al día siguiente, toda la banda, o sea, el abnegado grupo de investigadores de Interior fue asignado a la División de Personal, que en aquellos tiempos del periodismo sin cloacas era enviarte a Documentación: un exilio apenas disimulado, un ostracismo con trienios, la jubilación laboral sin apelación. Como el renombramiento de Cospedal refuerza a Zoido, cabría esperar del Ministerio del Interior la continuidad en la limpia de cloacas, pero nada es seguro con Rajoy. El Previsible, como él mismo se definió, es imprevisible.

En el principio, fue La Cloaca

Por otra parte, ese peculiar aspecto de Mariano, entre viejo y eterno, vagamente intemporal, recuerda de forma inquietante el gran hallazgo de la ciencia, esta misma semana, en materia de Evolución. Sin buscarlo, ha aparecido el más antiguo de los seres vivos, el más elemental, cuya imagen, como en la triple pantalla del "Napoleón" de Abel Gance, podemos colocar entre las de Rajoy e Iglesias para ilustrar la absoluta perplejidad nacional. Lo han llamado Saccorhytus, tenía apenas un milímetro de tamaño y vivió en el mar hace unos 540 millones de años. Pero tiene la pasmosa peculiaridad de que es un ser-cloaca, en el que ano y boca se confunden, lo que le daría un aire entre el batiscafo y el micrófono. Este sería su aspecto:

saccorhytus.jpg

Los investigadores británicos y chinos que en "Nature" han identificado este microfósil nos lo presentan como "el primer ancestro prehistórico","el ejemplo más primitivo" de los deuterostomados, una categoría biológica que llega hasta los vertebrados, "el ancestro común de una gran variedad de especies, el primer paso en la evolución que cientos de millones de años más tarde llevó hasta los humanos".

Para mí que es el primer fósil del Primer Ministerio del Interior.

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