Menú

Es natural la parálisis del Gobierno balear ante la barbarie de los huelguistas de autobuses que han convertido Son San Juan en un escaparate de malos tratos al turista, en un modelo de cómo espantar la prosperidad y provocar la ruina de toda una región. Es lógica su voluntaria incapacidad para enfrentarse a los bárbaros que apedrean a sus compañeros menos brutos, a los taxistas o conductores de coches de alquiler y hasta a los propios turistas cargados de maletas y de niños que intentan salir a tiempo de una isla convertida en pesadilla. En el fondo, el Gobierno Balear, ese híbrido de carcundia vernácula y bolchevismo playero, ha sido el primero en levantar la veda del turista con su genial invento de la "ecotasa". El desprecio por quienes, alemanes o o no, han convertido la antaño modestísima renta balear en la primera de España y una de las más altas de Europa tenía que acarrear todo tipo de iniciativas contra la industria hotelera. Ya lo está haciendo. Y, vista la falta de reacción de los empresarios del sector, acostumbrados durante décadas al trajín comisionista y la siesta politiquera, el desastre no ha hecho más que empezar.

La dejación de las responsabilidades de Orden Público no es un problema sólo balear. Lo estamos viendo en el Aeropuerto de Barcelona, con esa basura que a a modo de alfombra recibe a los vivitantes de la ciudad que Cervantes llamara en el Quijote "archivo de cortesía" y que, efectivamente, hace mucho que la archivó. Pero las tremebundas imágenes de Son San Juan después de la guerra del "Bild" contra la ecotasa hacen algo más que llover sobre mojado. Suponen un golpe durísimo a la credibilidad de un destino turístico que ha decidido expulsar a los turistas "de escarabajo" antes de haber atraído a los turistas "de golf", por seguir con la desafortunada metáfora de Tino Alomar en la prensa alemana. Lo primero que exige el "turismo de calidad" es una atención de calidad. ¿Alguien puede pensar que el espectáculo de brutalidad y anarquía protagonizado por huelguistas y autoridades, por los delincuentes contra la integridad del viajero y por los cómplices pasivos de esos delitos, atraerán al turista adinerado? No. Si quiere emociones fuertes, se irá a cazar elefantes a Namibia o tigres a Bangla Desh. Por Mallorca no aparecerá. Y nadie podrá reprochárselo. Una parte de los mallorquines, con su Gobierno a la cabeza, se lo está ganando a pulso. Eso sí, como el desastre lleva la marca del "Pacte de progrés", la ruina venidera será eminentemente progresista. En más de un sentido, ejemplar.

En Opinión